martes, 9 de octubre de 2007

Ahorca a tu hijo


El habitante de la ciudad camina tranquilamente mientras la cadena aprisiona el cuello del perro que asume como su mascota. El perro llora, pone la vida en querer avanzar más allá de la cadena, pero el humano en lugar de otorgarle libertad, jala la cadena del cuello del animal como si éste tuviera que aceptar su mandato. Es una acción reprobable* la de encadenar a un ser vivo, peor aún en el supuesto de considerarlo mascota. Vivir con un perro significa mostrarle el camino necesario para que poco a poco entienda que en la calle se debe cuidar, es decir compartir su aprendizaje. Aprisionarlo con una cadena al cuello es lo peor que se le puede hacer.

Esta cuestión de las mascotas caninas es casi una moda. Qué bonito andar por los parques o en el auto en la compañía de un perro o perra. La mano estirada conduciendo al animal hace casi agradable a la persona. Pero lo que otros vemos es una pose. El animal es libre, no tiene porque entender las señas humanas. En el extremo de esa intensión, muchos parques tienen un letrero en el que indican que unos metros cuadrados son el lugar para las deposiciones caninas; total el perro debe saber por qué hacerlo ahí.

Lo que quiero decir es que esta cuestión de las mascotas, en la mayoría de los casos, según mi comprobación, es una actitud que desconoce la riqueza de la vida animal. No hay perro más amigable que aquel que nunca ha sido encadenado y tiene los tiempos y los espacios necesarios para desatar su espíritu animal. Ver en los parques a gente que arrastra a su perro con la bendita cadena cuando otro perro se le acerca, demuestra complejos y miedos a socializar de esa misma gente. El poseedor de una mascota, actualmente, traslada buena parte de su carga emocional al animal y lo convierte, a través de la cadena, en una extensión de su personalidad.

He criado dos perros y nunca les he colocado cadena o pechera, que al final son lo mismo, sólo que varían en el grado de daño que le producen al animal. Ellos me acompañan a caminar, cuando llegamos a una calle o avenida, levanto la mano y la voz, y saben que no deben cruzar, se quedan a mi lado y esperan una nueva señal para avanzar; en otros casos yo atiendo sus señales. Y así, podría contar muchas actitudes que demuestran la capacidad de aprendizaje de estos animales. Pero la gente, al usar cadenas, asume que el perro no puede aprender; yo digo que el perro nos puede enseñar más de lo que nosotros a ellos. Mascota significa animal de compañía, no animal encerrado o encadenado. Si la gente pretende asumir esa responsabilidad, lo primero que debe aceptar es proporcionar al animal el trato que éste merece según su forma de vida.

Los animales generan amor, cariño, sentimientos. Los que no tenemos hijos comparamos esa dedicación y el cariño que entregamos a los animales, salvando las distancias, con el amor que le entregaremos a un hijo. Por eso nunca encadenaremos a nuestros hijos, nunca tiraremos de su cuello como si ellos debieran entender los signos de una sociedad prohibitiva. Si encadenas a tu perro y tiras de su cuello como miles hacen, quizá no encadenes a tu hijo con un metal, pero es posible que mentalmente traslades esa cadena del cuello del perro al cuello de tu hijo humano.

En relación a lo expuesto existe la creencia de que el hombre ha superado al animal. Quizá en algunos aspectos sí. Pero en cuanto a convivencia, respeto a los demás, conservación del medio ambiente o supervivencia de las especie, ellos nos dan lecciones. El humano se ha colocado al centro del universo. El trato a los animales, en la mayoría de los casos, es evidencia de su arbitrariedad. Mono desnudo nos llama con razón Desmond Morris. Desnudo que ha sabido abrigarse, protegerse, construir casas y ciudades; inventor de medicinas y tecnología, pero que no las usa para curar, sino para comerciarlas mientras el que no paga se muere, o para lanzar misiles en defensa de la democracia. Se trata de un llamado a que la razón y la creatividad se sobrepongan a los mitos que el siglo XXI aún debe aceptar.

* El texto se refiere a perros domésticos, no a los expresamente criados o manipulados genéticamente para la pelea; ni a los que por su naturaleza son peligrosos. En ese caso lo idóneo es no asumir su crianza.

Otro mito sobre los perros: Existe toda una industria de alimentos para perros. Ésta señala que su consumo garantiza un perro más sano y hasta más inteligente. Pero el asunto es que los perros existen hace millones años y su inteligencia y sanidad no se han reducido. Por el contrario esos alimentos existen hace unas décadas y su publicidad nos pretende hacer creer que el camote, la menudencia y las sobras de la comida casera no son adecuadas para nuestros perros. En todo caso estos alimentos pueden funcionar como un complemento, pero no como la alimentación básica.

Alexandro Saco
9 10 2007
http://www.radiosanborja.com/
http://www.forosalud.org.pe/

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