Existe un grado de perversión* en el asedio sobre Gaza y en la respuesta. El argumento del Primer Ministro Israelí (1) en el sentido de que no permitirán que los habitantes de la franja vivan tranquilos mientras milicianos sigan lanzando cohetes a Sderot, es análogo al de los terroristas que aniquilan inocentes porque éstos son parte del problema. El castigo colectivo es inaceptable y corroe el derecho de Israel vivir con seguridad. Como señala Uri Avnery, las víctimas de los cohetes sobre Sderod son menores a las que se dan en los accidentes de transito en Israel, y agrega que al gobierno de su país no le interesa en realidad la protección de esos habitantes. A pesar de ello, Hamas ha ganado con la ruptura del cerco en la frontera con Egipto, que ha permitido un respiro a la franja.
La retórica de la necesidad de la creación del Estado palestino es insostenible en la realidad. El territorio palestino se reduce sistemáticamente, las restricciones a sus habitantes aumentan en proporciones indescriptibles; las jaulas por las que deben transitar los palestinos para cruzar a alguna ciudad israelí a construir edificios en los territorios que antes fueron de ellos, es sólo una más de las aberraciones de este conflicto. Israel habla de no permitir una crisis humanitaria en Gaza, y el mundo no afirma que encerrar a millón y medio de personas seguido de bombardeos es una mega crisis humanitaria.
El gobierno de Israel y los pro israelíes han creado la ficción de que el retiro de la franja hace unos años es condición suficiente para que Hamas y la resistencia Palestina declinen su accionar. Pero el retiro de esas siete mil personas no significa mucho; por el contrario, las condiciones en Gaza han empeorado hasta extremos como los vistos en estos días en los que el ingreso de los camiones con provisiones a la franja se ha reducido a un mínimo que genera una indigna supervivencia y la electricidad ha sido cortada. Lo que Israel debería hacer para exigir el cese de la resistencia es retirar al casi medio millón de israelíes que ocupan territorios palestinos, dejar de confiscar tierras para levantar el muro y construir edificios, acabar con los batustanes creados para palestinos, dejar en libertad a miles de los diez millares de detenidos palestinos sin debido proceso, establecer su Estado en las fronteras previas a 1967. Esas acciones, o al menos tibios indicadores en ese sentido, harían válida la pretensión israelí del cese al fuego y allanarían el camino a una negociación seria.
Por el otro lado tenemos a grupos islámicos como Hamas que han nacido a la sombra de la ocupación que se fortalecen y vengan mientras más palestinos sean asesinados o vejados. Gideon Levy se pregunta en Haretz (2) qué ha ganado Israel con el asesinato de más de 800 palestinos en los últimos dos años y se responde: nada. Mientras tanto los que alrededor del mundo criticamos la política israelí de limpieza étnica, cada vez que lo hacemos somos señalados tacita o explícitamente como anti judíos, y nuestros argumentos por alguna razón deben esconder odio a Israel. Lo que desconoce ese señalamiento es que la fuente básica de la resistencia palestina es la ocupación, la extensión de ésta y las condiciones de vida que ésta genera. Israel describe a Hamas como unos desquiciados que quieren desaparecer al Estado judío, y uno se pregunta quienes son los que están desapareciendo del mapa: los palestinos.
En el mundo hay situaciones terribles. Un argumento pro israelí es que los que nos acercamos a este conflicto no decimos nada de los otros, lo cual en el caso de este escritor es falso; y en el caso de que así se diera en otras plumas, eso no anula la realidad. Un encierro como el de Gaza o los cada vez más inconexos pueblos palestinos frente a las relucientes ciudades de Israel, no permitirán la coexistencia mientras lo que reluce se apoye en la satanización de lo otro. La cerca en la frontera de Gaza con Egipto ha caído ante la desesperación y planificación de Hamas producto del asedio; esa ventana puede significar un giro clave en la situación con un Egipto presionado por ambos lados.
Los términos de este conflicto se han invertido, pero deberán volver encontrar un sentido desmontando los logros de la propaganda israelí. El pueblo judío para tener seguridad debe superar la ideología de la venganza que se ha adueñado de sus gobernantes y de la resistencia palestina. Ambos pueblos merecen una conducción sana que pueda sostener frente a sus habitantes la necesidad de la convivencia y no el recurso bélico. Los extremistas de la política israelí han alimentado el extremismo de la resistencia a la ocupación y tienen interrumpida la libertad necesaria que conduciría a los reales retos para avanzar en el entendimiento con Palestina. Pero mientras matanzas y cohetes sean el lenguaje y se obre para crear una Palestina inviable, seguiremos viendo en vivo y en directo como se extingue una sociedad con el escudo del victimismo del Estado que la destruye.
La retórica de la necesidad de la creación del Estado palestino es insostenible en la realidad. El territorio palestino se reduce sistemáticamente, las restricciones a sus habitantes aumentan en proporciones indescriptibles; las jaulas por las que deben transitar los palestinos para cruzar a alguna ciudad israelí a construir edificios en los territorios que antes fueron de ellos, es sólo una más de las aberraciones de este conflicto. Israel habla de no permitir una crisis humanitaria en Gaza, y el mundo no afirma que encerrar a millón y medio de personas seguido de bombardeos es una mega crisis humanitaria.
El gobierno de Israel y los pro israelíes han creado la ficción de que el retiro de la franja hace unos años es condición suficiente para que Hamas y la resistencia Palestina declinen su accionar. Pero el retiro de esas siete mil personas no significa mucho; por el contrario, las condiciones en Gaza han empeorado hasta extremos como los vistos en estos días en los que el ingreso de los camiones con provisiones a la franja se ha reducido a un mínimo que genera una indigna supervivencia y la electricidad ha sido cortada. Lo que Israel debería hacer para exigir el cese de la resistencia es retirar al casi medio millón de israelíes que ocupan territorios palestinos, dejar de confiscar tierras para levantar el muro y construir edificios, acabar con los batustanes creados para palestinos, dejar en libertad a miles de los diez millares de detenidos palestinos sin debido proceso, establecer su Estado en las fronteras previas a 1967. Esas acciones, o al menos tibios indicadores en ese sentido, harían válida la pretensión israelí del cese al fuego y allanarían el camino a una negociación seria.
Por el otro lado tenemos a grupos islámicos como Hamas que han nacido a la sombra de la ocupación que se fortalecen y vengan mientras más palestinos sean asesinados o vejados. Gideon Levy se pregunta en Haretz (2) qué ha ganado Israel con el asesinato de más de 800 palestinos en los últimos dos años y se responde: nada. Mientras tanto los que alrededor del mundo criticamos la política israelí de limpieza étnica, cada vez que lo hacemos somos señalados tacita o explícitamente como anti judíos, y nuestros argumentos por alguna razón deben esconder odio a Israel. Lo que desconoce ese señalamiento es que la fuente básica de la resistencia palestina es la ocupación, la extensión de ésta y las condiciones de vida que ésta genera. Israel describe a Hamas como unos desquiciados que quieren desaparecer al Estado judío, y uno se pregunta quienes son los que están desapareciendo del mapa: los palestinos.
En el mundo hay situaciones terribles. Un argumento pro israelí es que los que nos acercamos a este conflicto no decimos nada de los otros, lo cual en el caso de este escritor es falso; y en el caso de que así se diera en otras plumas, eso no anula la realidad. Un encierro como el de Gaza o los cada vez más inconexos pueblos palestinos frente a las relucientes ciudades de Israel, no permitirán la coexistencia mientras lo que reluce se apoye en la satanización de lo otro. La cerca en la frontera de Gaza con Egipto ha caído ante la desesperación y planificación de Hamas producto del asedio; esa ventana puede significar un giro clave en la situación con un Egipto presionado por ambos lados.
Los términos de este conflicto se han invertido, pero deberán volver encontrar un sentido desmontando los logros de la propaganda israelí. El pueblo judío para tener seguridad debe superar la ideología de la venganza que se ha adueñado de sus gobernantes y de la resistencia palestina. Ambos pueblos merecen una conducción sana que pueda sostener frente a sus habitantes la necesidad de la convivencia y no el recurso bélico. Los extremistas de la política israelí han alimentado el extremismo de la resistencia a la ocupación y tienen interrumpida la libertad necesaria que conduciría a los reales retos para avanzar en el entendimiento con Palestina. Pero mientras matanzas y cohetes sean el lenguaje y se obre para crear una Palestina inviable, seguiremos viendo en vivo y en directo como se extingue una sociedad con el escudo del victimismo del Estado que la destruye.
* Imagen de los palestinos cruzando la frontera de Gaza con Egypto luego de derribar el cerco (El País)
* Segunda definición de la primera acepción del DRAE: que causa daño intencionalmente.
1 http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_7206000/7206166.stm
2 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=62213
Alexandro Saco
24 1 2007
* Segunda definición de la primera acepción del DRAE: que causa daño intencionalmente.
1 http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_7206000/7206166.stm
2 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=62213
Alexandro Saco
24 1 2007
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