martes, 29 de junio de 2010

Dr. muerte o la vida


Si el ser humano no puede decidir sobre lo único que realmente le pertenece, su vida, entonces es claro que existen entidades que hacen todo lo posible por dominar lo que no le pertenece ni al Estado ni a las religiones. Por ello, la vida debe ser pensada desde su autonomía, no desde la dependencia. Si bien el suicidio presenta una serie de aspectos discutibles, en la eutanasia o en la muerte asistida frente a una enfermedad, proceso terminal o degenerativo, el valor que se yergue es el de la libertad. Libertad para dejar de sufrir el humano y sus seres queridos, libertad para disponer de lo único que un ser posee.

Sectores médicos opuestos a la libertad de morir, sostienen que la medicina es una profesión hecha para salvar vidas porque eso es lo natural. Lo cierto es que no hay nada más antinatural que abrir el cuerpo para someterlo a una cirugía, hacer un transplante de órganos o suministrar medicamentos al organismo. Si se respetara el proceso natural de la vida, entonces la medicina y la química estarían obligadas a reconocer su origen antinatural. Pero en el fondo no se trata de la defensa de la vida, sino del control sobre la voluntad que la ciencia o la religión, como es su costumbre, pretenden seguir imponiendo a las sociedades post modernas.

Kevorkian -Thanatron

Se acaba de estrenar en HBO, el film que presenta el pensamiento y las acciones del médico Jack Kevorkian en la década de los noventa en Michigan - EEUU. Kevorkian desde la década de los setenta escribió y profundizó en el derecho a una muerte digna, en contraposición al puritanismo de un gran sector de la población estadounidense. Creó la máquina llamada Thanatron, desde la que se activa un mecanismo en el que el paciente se auto-administra agentes químicos, lo que produce la sedación y posterior muerte.

En tres años ciento treinta seres humanos acudieron a Kevorkian para aplicar la acción de sus inventos. Antes de la decisión final, el médico informaba acerca del proceso, y para evitar problemas legales se registraba en video la voluntad del paciente de poner fin a su padecimiento. Como era previsible Kevorkian fue llevado en varias oportunidades a la corte de Michigan acusado de ayudar a pacientes terminales a morir; juicios en los que no se pudo demostrar culpabilidad. Pero Kervorkian no sólo es un médico, sino un provocador de gran intelecto, lo que lo llevó a confrontar aun más a la ciencia y a la religión. Así, logro que se trasmita en cadena nacional vía el programa 60 Minutos de la CBS, el video en el que aplicaba él mismo la eutanasia a Thomas Youk de 52 años, enfermo de esclerosis lateral amiotrófica. Esa fue la gota que rebalsó el vaso; por ello fue condenado y cumplió ocho años de prisión, de la cual salió en 2008.

La lección de Kevorkian es significativa; cuestiona el pedestal en el que la ciencia médica se ha colocado, pone en tela de juicio la autoridad estatal para limitar la libertad, y desnuda a las religiones como entidades abarcadoras de seres autónomos. Kevorkian pudo guardar el video en el que inyectaba a Youk, pero su intensión fue justamente que el mundo vea que la muerte no es un crimen, sino que en ciertas circunstancias se hace necesaria para proteger la dignidad y libertad de morir.

Atavismos modernos

De lo que se trata es de superar los atavismos que las sociedades arrastran. El mundo occidental se presenta como una civilización que avanza vertiginosamente en el desarrollo, utilizando a la tecnología como su emblema e impulsando las libertades económicas y comerciales como condición de desarrollo. Pero si ello no va en paralelo con el reconocimiento de que la principal libertad y símbolo de la modernidad es el respeto a la voluntad del ser humano, sólo tendremos una hojarasca sin avance civilizatorio.

La muerte es un derecho, y en determinadas circunstancias como en los casos de enfermedades terminales o padecimientos insufribles, el Estado debe reconocerlo y no impedir a las personas lograr una muerte digna. Si bien el Estado y la religión se han legitimado sobre la base de la búsqueda del bien común, hoy es absurdo seguir avanzando sin el reconocimiento de los derechos de las minorías, entre las cuales se encuentran las personas que quieren dejar de vivir.

Occidente se ha peleado con la muerte, la observa y enfoca con miedo, como algo siempre lúgubre. Otras culturas sí incorporan a la muerte en el ciclo de la vida misma, la reconocen, se preparan para ésta y la valoran como la gran incógnita que es. No hay nada más natural que el nacimiento y la muerte; de lo único que un humano puede estar seguro es que ha nacido y que va a morir, todo lo demás es relativo. Contradictoriamente se protege el derecho a la vida, pero se ignora el derecho a la muerte, cuando ambas situaciones son las caras de una misma moneda. La gran cantidad de personas que acudieron a Kevorkian en los años noventa, demuestra que si se facilitara una muerte voluntaria y digna, serían miles los que optarían por ello.

Alexandro Saco
20 5 2010

No hay comentarios.: