Juan de La Puente en su artículo La izquierda, debate y arrebato, plantea
entre otros un tema clave para las definiciones del Frente Amplio de Izquierda:
la pobreza. Una de sus afirmaciones, cual bumerán, se contradice en el mismo
artículo. Señala JDP: “la derecha le pide a la izquierda que si desea la vida
deje de ser izquierda”; y luego señala: “se ha reducido más de 30 puntos de
pobreza en 12 años de democracia”. He ahí una trampa conceptual a desmontar para
diferenciar a la izquierda de la continuidad programática de los últimos veinte
años.
El mismo neoliberalismo al que
JDP responsabiliza de “haber domesticado y mimetizado al liberalismo
democrático”, pretende también domesticar a la izquierda (en muchas casos lo ha
logrado) desde tres o cuatro ideas clave: una de ellas es la conceptualización/medición
de la pobreza, que luego deriva en aplicación de políticas públicas
restrictivas. Asumir la pobreza desde la dimensión aislada del ingreso monetario
menor a los 230 soles mensuales por individuo (BM) o 1088 soles por familia
(BID), es producto de una domesticación no sólo a la derecha o alguna
izquierda, sino a la intelectualidad, el análisis y el pensamiento.
El argumento de los no
neoliberales en relación a esto es que se trata de una medición a tener en
cuenta como pueden tenerse otras. No, no es una medición más e inocente; el
concepto que tengamos de la pobreza es un eje que condiciona la labor y
responsabilidad del Estado en relación a los derechos que debe garantizar. No
es casual que el discurso y la práctica en estos últimos veinte años enfaticen
la responsabilidad del Estado en los pobres y ahora en los más pobres (mañana
en los ultra pobres quizá); eso además va de la mano con otra utilización que tergiversa
la aspiración de igualdad en derechos: la instrumentalización de la equidad.
Si el Estado se ocupa sólo de los
pobres y pobres extremos porque los recursos son limitados es para generar
equidad; suena bonito, pero la consecuencia es la siguiente: si el Estado sólo
se responsabilidad de los pobres y extremos pobres, todos los que superen esas
líneas tendenciosas de medición, deberán resolver sus asuntos en el mercado; y
el mercado como dice JDP puede estar legitimado y en buena hora que así sea,
pero cuando llevamos a éste el acceso a derechos humanos como salud, educación,
nutrición, previsión social y algunos otros, el experimento resulta un desastre
o una manera sencilla de exprimir a los que no son pobres (AFP y sus mil
millones anuales de comisiones frente a los menos de 200 millones de P65; el per
cápita de los afiliados a seguros de salud privados de unos 1700 soles, frente
a los menos de 100 soles del SIS).
Siguiendo la medición de la pobreza
del BM/BID, se obvia que la responsabilidad del Estado en relación a los
derechos básicos es sobre todos y cada uno de los peruanos. Ejemplifiquemos: una
madre de familia gana 3500 soles vía recibos de honorarios y con eso sustenta a
su esposo y dos hijos; no accede a ESSALUD porque no está en planilla y el SIS
jamás la recibirá ya que con 3500 de ingreso no es pobre; a uno de sus hijos le
detectan un cáncer cuyo tratamiento bordea los 8000 soles al mes, ¿tiene esa
familia/niño el derecho a que el Estado le garantice su tratamiento? De la
respuesta que se dé a esta pregunta emana la concepción de sociedad a la que
aspiramos. Sin duda la respuesta para una izquierda consistente es única: sí
tiene el derecho.
JDP coloca como ejemplos de
izquierda el caso de Uruguay y Brasil. Si trasladamos la pregunta sobre ese
cáncer a estas sociedades veremos que la respuesta del Estado garantiza esas
atenciones, porque asume su responsabilidad sobre todos. Entonces la igualdad
no es una abstracción, repercute en la cotidianeidad de la gente. La izquierda
que algunos impulsamos no pide que esto suceda mañana, pero sí que se
reconozcan los derechos y se establezcan plazos para que el Estado cumpla a lo
que está comprometido en normas internas y pactos internacionales.
Sostiene JDP: “el único lugar de
una izquierda moderna en el Perú es… los derechos sociales e individuales y la
lucha contra la injusticia”. Asumo que en relación a los derechos sociales y la
injusticia JDP reconocerá como parte de una izquierda eficaz (me resisto a
hablar de moderna) la necesidad de avanzar hacia una igualdad práctica tangible
en la políticas públicas, como se ve en ejemplo citado. Ello lleva a además a
otro gran tema; pasar de discutir y teorizar sobre la pobreza, para hacerlo
sobre la riqueza y su distribución: tarea a iniciar.
Alexandro
Saco
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