miércoles, 6 de diciembre de 2006

Israel y la generalización

Todas las generalizaciones derivan en algo más grave de lo que pretender solucionar. La política del Estado de Israel generaliza a los palestinos. Los castigos colectivos como las demoliciones o los check point son parte de ello. Las tropas israelíes se encuentran entre dos fuegos. Por un lado las órdenes de su gobierno, por el otro la resistencia palestina. Es un despropósito generalizar a los palestinos como potenciales atacantes y destruir la infraestructura necesaria para su supervivencia, a no ser que haya una intención de impedir la creación de su Estado. Con Avigdor Liberman en el poder, esa intención no es oculta. Lo que subyacía en algunos discursos, ahora es manifiesto.

Zipi Livni señala que la matanza de Beit Hanun no era lo que el gobierno de Israel pretendía. A estas alturas de la destrucción de Palestina este dicho se percibe parte de la estrategia. Si bien se afirma que los resistentes usan a civiles como escudos, eso no justifica, como señala y condena Haretz, que la eliminación de objetivos se lleve por delante las vidas que se coloquen en el camino. El gobierno de Israel afirma diferenciarse de los que señala como sus enemigos, pero las acciones y la realidad de la ocupación difuminan las diferencias. La Guerra Breve que libró contra Hezbola/Libano no hizo florecer la moderación gubernativa, sino exacerbó la línea dura y el discurso de Israel Nuestro Hogar, partido de Liberman, hoy es parte del gobierno.

Israel tiene enemigos. La naturaleza de su formación como Estado explica ello. El antisemitismo existe. La generalización hacia el judío se extiende por el mundo, desde los dichos populares hasta el recelo frente a la capacidad de muchos de ellos. Israel tiene el derecho, más allá de los cuestionamientos que se pueden hacer a su formación, a existir, como cualquier Estado, en las fronteras que se le reconocen. Pero mientras esas fronteras sean porosas e indefinidas, primando el afán por poseer lo más que se pueda de Cisjordania y condenar a Gaza a la muerte lenta, los enemigos de Israel y el antisemitismo serán impulsados. Los milicianos palestinos no son los principales enemigos de Israel. El pro israelismo puede ser contraproducente.

Mario Vargas Llosa, quien es amigo de Israel, en su último artículo, sin referirse a la actualidad del conflicto, crítica frontalmente la realidad palestino israelí. Parte de la acción de Rachel Corrie, la voluntaria estadounidense que tratando de impedir uno de los castigos colectivos como es la demolición de casas, fue arrollada y muerta por un buldózer. MVLL lo que hace es llamar a los israelíes que consideran la existencia digna de Palestina, a que se opongan a las fuerzas que hoy dirigen la política de Israel. Los partidarios del ojo por ojo con los palestinos tienen el recurso de señalar a los que pidieran equilibrio como traidores a Israel. Pero si esa encrucijada no es resuelta, se seguirá encontrando en los palestinos al enemigo natural, desconociendo que el futuro de Israel depende del futuro de los palestinos también.

El reflujo del 11S se llevó a Aznar, Bush declina y Blair no puede asegurar a Brown como sucesor en el gobierno. Por el contrario en Israel, al que algunos consideran el límite de Occidente, las posiciones que generalizan hacen prever un futuro inmediato no auspicioso en Medio Oriente. Contener la destrucción de Palestina es tarea de ambos liderazgos, el palestino y el israelí. Pero la política exterior de Israel hace lo posible por deslegitimar cualquier liderazgo viable en su vecino ocupado. Esa perspectiva es insostenible. Avalarla es considerar que las balas allanarán una solución. Más de medio siglo de balas y muerte mutua nos dejan hoy un Israel paranoico y una Palestina atrapada e inconexa. Algunos análisis argumentan que se pueden comparar la magnitud de los males, yo opino que no. Pero si se sigue ese argumento, asumo que la responsabilidad mayor hoy está del lado del Estado con más poder militar de Medio Oriente.

Alexandro Saco
9 11 2006

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