martes, 9 de enero de 2007

Gaza y el secuestro de Jaime Rázuri

Gaza se puede definir como una prisión para 1.5 millones de palestinos. Es una franja de unos 50 kilómetros de largo por 5 de ancho en promedio. Es el territorio densamente más poblado del mundo con alrededor de 3500 habitantes por Km2, cruzada por campos de refugiados. Es una de las dos zonas en las que se dividió Palestina luego de la creación de Israel en 1948. No tiene conexión física con Cisjordania, zona en la que habitan la mayoría de palestinos. No cuenta con el control de sus accesos marítimos, terrestres o aéreos; su infraestructura ha sido totalmente destruida por el ejército israelí incluyendo su central eléctrica o su universidad. El desempleo es gigante y la mortalidad y morbilidad se hallan a niveles de catástrofe humanitaria.

Ultra somera descripción del lugar en el que ha sido secuestrado el fotógrafo peruano Jaime Rázuri de AFP. En lugar de hacer vigilias en el atrio de la catedral, lo que deberían hacer los medios y los periodistas peruanos en informar más y seriamente sobre la guerra palestino israelí. Si los periodistas, que son los que de algún modo puede acercar realidades lejanas, se quedan en lo anecdótico del secuestro, y no se esfuerzan por explicar lo que es y sucede en Gaza, pues muy poco los diferencia de los programas sensacionalistas que apelan a la lágrima.

Esta es una oportunidad para abrir el intercambio de puntos de vista sobre Medio Oriente, y no limitarse los medios nacionales a repetir como ventrílocuos lo que señalan los despachos de las grandes cadenas o agencias. Sin duda que es condenable y terrible la situación del fotógrafo peruano en Gaza, y que la privación de libertad o cualquier atentado contra la vida no se justifica. Pero es oportuno señalar que existen muchos factores que deben explicarse para no caer en el lugar común que nos quiere hacer pensar que todo palestino, musulmán o árabe es un casi terrorista. Esa simplificación no ha sido confrontada por los opinantes o informantes del secuestro, que se han limitado a exponer con el sesgo acostumbrado. No se ha entrevistado a ningún representante de la embajada Palestina en Lima, pero se planea un plantón en su frontis.

En Palestina hay muchas razones para reclamar y presionar al propio gobierno palestino y al israelí. La reacción frente al triunfo democrático de Hamas en las elecciones del verano austral pasado, que provocó la retensión del dinero destinado al pago de lo que queda de la administración pública palestina y el secuestro de muchos diputados y ministros del gobierno de Hamas. Las masacres que se han venido sucediendo en los últimos años sobre inocentes en Gaza y que tuvieron a Biet Hanun hace unos meses como nuevo símbolo. Las limitaciones materiales que significa vivir para este 1.5 millones de palestinos en lo que es una prisión a cielo abierto, o para 3.5 millones en Cisjordania jaqueada por un muro. Los siete mil presos palestinos en cárceles israelíes, etcétera, etcétera.

Pero toda esta realidad es justificada por los gobiernos de Israel y EEUU bajo el argumento de que es la única manera de luchar contra lo que ellos definen como terrorismo, en este caso palestino. Décadas de la misma política, en la que cada nueva "negociación" sirve para que no cambie casi nada, es lo que ha dejado esta perspectiva de desprecio a la causa palestina, en la que cada nuevo interlocutor que éstos presentan sea elegido democráticamente o no, es considerado inválido. Sobre eso se han venido construyendo mitos como el que señala que la continuidad de la guerra es responsabilidad de Arafat al negarse a aceptar una "generosa" oferta del gobierno de Barak en Camp David, cuando ya existen hoy relatos de personas que participaron en esa negociación que lo desmienten.

Nada de lo dicho significa desconocer la existencia de Israel ni negar que el radicalismo musulmán es parte constitutiva del problema. Pero sí es necesario tratar de contrapesar la información. Así como Israel se jacta de varios logros que pueden ser muy ciertos en su corta vida como Estado, debe reconocer los tremendos abusos que a lo largo de décadas viene imponiendo a los palestinos, porque esa es la base de su existencia menos tortuosa. Los que nos acercamos a este conflicto, tratamos de entender la complejidad y el sentimiento de presión que significa la vida en Israel y en Palestina. En el caso israelí, deseamos que su sociedad haga lo posible para que los radicales no ganen posiciones en su gobierno como Liberman hace muy poco.

Por eso la diatriba a la prensa peruana de hoy que sólo ve en Jaime Rázuri un nuevo motivo de portadas y tontas vigilias para la foto, cuando lo que más beneficiaría es informar más y bien sobre la realidad de nuestros hermanos palestinos e israelíes.

Alexandro Saco
3 1 2007


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