miércoles, 6 de junio de 2007

Chávez muerto o asesinado / RCTV

Avalar al chavismo hoy, es como justificar el combate a la insurgencia armada con el terrorismo de Estado. Es decir, aplicar al contrincante las mismas armas o peores a las que éste usa. Eso es lo que está pasando en el caso de RCTV. Ante la arbitrariedad informativa de este medio de comunicación, la arbitrariedad de un presidente que dice: yo decidí que la licencia no se debía renovar. Es una represalia política y no un acto legal. El discurso chavista invisibiliza al 40% de la población venezolana que no votó por Chávez, los estigmatiza. Si se confronta la estigmatización de la derecha y del falso liberalismo hacia el pensamiento distinto, no se debería avalar una acción similar desde la otra orilla.

Raúl Wiener en su último artículo: Libertad de expresión, qué maravilla, hace precisiones de lo ilegitimo que puede resultar el ejercicio de la libertad de expresión en el Perú, y demuestra que nuestros canales de TV en el mejor de los casos tienen cuentas pendientes con la legalidad y manipulan el ejercicio informativo. Cierto, pero esa realidad no puede justificar el acto político represivo chavista. No se trata de defender la línea informativa que tenía RCTV, que más que un medio de comunicación era un partido antichavista, sino de establecer una cuestión sustantiva y no adjetiva. Lo sustantivo es: o se avala el autoritarismo cuando viene en teoría desde la izquierda, o confrontamos todos los actos que atentan contra una convivencia social mejor. Chávez existe porque por décadas en Venezuela una política señorial hizo poco y medró con el poder. Pero, ¿cómo dotar de perspectiva a un gobierno, otros lo llaman proceso, que depende de una persona? Mi percepción es que Chávez sale del poder o asesinado o muerto: no va a dejar la presidencia.

La aspiración chavista es agradable. Como cuando confronta a Bush y le dice sus verdades a la política externa de los EEUU, cuando coloca en su lugar a los entes financieros internacionales o aspira a que los recursos naturales estén en función de las necesidades nacionales o regionales. Pero lo insalvable aparece cuando al interior de Venezuela se conforma un sistema político en el que la oposición debe ser arrinconada hasta su virtual extinción. Un congreso con un partido único, un partido único del que los disidentes tienen que alejarse, un canal de TV que pasa del interés político a una supuesta función social. Y quizá lo más peligroso del chavismo sean los chavistas, incapaces de aceptar que hipotecaron su libertad al único que piensan puede cambiar las cosas.

El Estado no es fuente de legitimidad, la sociedad, sus logros y aspiraciones son la fuente de legitimación de los cambios. Guiar a la masa desde la autoridad estatal es muy similar a hacerlo desde el poder mediático y financiero. La oposición debería ser a todo intento que encorsete a la sociedad en un destino manifiesto. La libertad de la que Chávez habla no es tal porque los venezolanos deben dormir bajo su manto y guarecerse bajo su ubicua voz. El chavismo puede crear los canales de TV que quiera con unos cuantos millones de dólares, para que la gente opte por cual ver.

Esta actitud del chavismo, trae en ella el germen de su autodestrucción. Las banderas que podemos compartir con el chavismo, no flamean al lado del mesianismo, de la respuesta igual o peor al contrincante hoy enemigo. Venezuela está impregnada de odio. El gobernante no debe ser una incubadora de resentimiento, sino tener un desenvolvimiento que implique a sus gobernados por igual. El poder estatal o no estatal, las creencias que no admiten discusión, el autócrata que hace las cosas ante sí y por sí o el conductor de TV que pontifica, son anécdotas frente a una aspiración válida y perenne: la de liberarnos de las tutelas de los falsos liberadores y de los falsos liberales que aplastan el pensamiento distinto.

Alexandro Saco
www.raduiosanborja.com
31 5 2007

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