miércoles, 6 de junio de 2007

La verdadera alianza

Alianza sí alianza no. APRA Fujimoristas, Fuji APRA, Alan Fuji, Alan Kouri, Fuji Alan. El sustantivo es lo de menos: alianza, acuerdo, objetivos comunes, agenda política. La constante que une al APRA y al fujimorismo es una y clara: la corrupción y su protección. O hemos olvidado que el primer gobierno aprista y el de Fujimori fueron el clímax de la corrupción estatal peruana. Se pensó que luego del gobierno aprista no podía haber nada peor, pero Fujimori llevó la corrupción a límites inimaginables, en los que la Fiscal de la Nación, que ahora es una pobrecita, defendía abiertamente la tortura y Montesinos le compraba una casa en Camacho. La unión que percibimos en los actos políticos entre el APRA y el fujimorismo se da por la defensa de la corrupción y el ocultamiento de los muertos.

Que coincidan en otras cosas o no es secundario, que se la hayan dado por un discurso que privilegia el crecimiento económico y tengan como deporte arrinconar izquierdistas y cocaleros, es lo de menos. La corrupción es el cordón umbilical de su alianza. Por eso mismo, ésta no es expresa ni manifiesta, sino latente. Aparece cuando debe aparecer, acecha en varias redacciones periodísticas, sigue comprando al pasquín La Razón, por lo que Garrido Lecca debería estar enjuiciado por corrupción. Pero como es de suponerse, Alan minimiza la compra de la prensa fujimorista, porque ahí está el fundamento de la alianza. Todo lo demás se puede discutir, los métodos y la defensa de la corrupción, no. Por eso sería preferible que Fujimori muera en Chile, ya que el gobierno aprista no tiene los huevos para encerrarlo en Castro Castro o San Jorge.

Apristas y fujimoristas tienen todo el derecho de aliarse políticamente. Lo que es inaceptable es que bajo una serie de pretextos quieran inventarnos semana a semana un nuevo cuento para justificar la entraña de su cercanía. Pandolfi llegó al gabinete con la venía y la aceptación expresa de Alan, que se refugió en el viejo truco de que firma miles de papeles al día. Garrido Lecca sin ninguna duda estaba al tanto del pago a los medios fujimoristas y lo más probable es que haya coordinado la intensión. Recuerdo ahora los titulares sobones al Ministro de Vivienda en La Razón, pero imaginaba que se trataba de una sobonería gratuita. Pero no, la plata estaba ahí, legalizada por un contrato de servicios con lo peor del fujimontesinismo.

Así, todo avance interesante que el país pueda tener y que tiene en la actualidad, está supeditado a la intensión política mayor: la de exculpar a Fujimori y sus adlateres de la ratería de los noventa, y enterrar definitivamente el desastre del primer alanismo. Coincide en eso una derecha ramplona oculta bajo la sotana de Cipriani y bajo los galones de generales, simbolizados por el almirante, que doblegó al Congreso cuando al pobrecito hombre que tiene nietos que lo pueden ver en la TV, le dedicaron un día de debate. Mientras medio Perú sigue viendo que no pasa nada, que la salud, la educación, la seguridad y el poder judicial van a la deriva. Es simple. Las grandes reformas que el Estado necesita no se pueden llevar adelante porque eso significa desmantelar y chocar con una estructura corrupta que se ha cimentado en diversos órdenes políticos y legales. Por eso, cada vez que alguien pone el dedo en la llaga, la alianza se manifiesta, y los representantes de los dos gobiernos más corruptos del siglo XX desenvainan sus espadas para descabezar al insolente.

Siendo esto así, es casi irrelevante discutir los alcances de la alianza o si esta existe o es imaginación de algunos analistas. Estamos supeditados a la defensa de la corrupción y a esconder los muertos en la última galería del debate político. Pero el error es monumental, y cada elección el grito de los votos nos lo recuerda. La cobardía es alucinante, el miedo a las reformas es patético. Y no es asunto de liberales o socialistas el reclamarlo, es un asunto de una alianza, ésta sí visible, que antes que ideología llame a reformas, antes de que el segundo Alan nos deje cimentada la continuidad decadente del sistema fujimorista de poder.

Alexandro Saco
22 4 2007

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