miércoles, 6 de junio de 2007

Policia embarazada busca / Dali se masturba

La normatividad que prevé la expulsión de una mujer de su carrera policial por salir embarazada, es una arbitrariedad y como tal estúpida. No hay justificación para castrar un proceso reproductivo de esa manera. Ninguna institución social sea militar civil o religiosa, debe estar por encima de lo natural. Y lo natural es que las mujeres se embarazan. Aparte del denigrante trato que significa la expulsión de una joven por el embarazo, esta norma aplicada esconde otros aspectos. Castiga una de las manifestaciones del ejercicio sexual. Ya que si bien la mayoría acepta que la sexualidad pueda ser ejercida por estudiantes de una escuela de policías, lo que no se acepta es la evidencia física de ello, en este caso la barriga de la mujer.

Los argumentos para justificar esta arbitrariedad recurrirán a la disciplina, a la influencia nociva de un embarazo al interior de una institución policial. Argumentos misóginos, de una falsa moral que es más cuestionable en una institución que se supone cuida a la sociedad. Más allá de la imagen que tengamos o no de las instituciones policiales o castrenses, este hecho es una evidencia de que los códigos en que se manejan ciertos sectores sociales se asemejan más a los totalitarismos que a una cultura de la libertad. Repudiar el embarazo voluntario cortando una expectativa vital y profesional no es un atributo de disciplina.

Con todas las observaciones que se le pueden hacer al feminismo, este hecho expresa la estructura patriarcal enfermiza que impera en las sociedades, que viene siendo estudiada y denunciada por esta tendencia del pensamiento. Que nos movemos en modelos en que lo masculino es una ventaja, sigue siendo cierto, y ahí están las estadísticas para demostrarlo y las actitudes de los fundamentalistas religiosos para corroborarlo. La interesada asociación mujer madre embarazo familia, sigue limitando los alcances de una legislación abierta en la que la mujer sea ante todo eso. El embarazo, como lo demuestra la expulsión de la policía, sigue siendo una marca cuando no está inscrito en la familia, cuando la mujer no tiene al lado formalmente a quien justifique esa barriga.

No hay manera de analogar el embarazo en la vida del hombre, y quizá por eso la distancia con que nosotros tratamos de entenderlo. Por un lado demasiado valor a los inicios del embarazo, por el otro desprecio al embarazo cuando se produce en un “lugar no adecuado”. Qué dirá el cardenal del Opus Dei ante esta afrenta a la reproducción que defiende a gritos, pues nada, la falsa moral impera en el discurso público. Ninguno de los que confrontan a las feministas, son capaces de ahora señalar la arbitrariedad cometida contra la aspirante a policía. Gritan desde púlpitos, condenan desde ministerios, hacen presiones para recortar los programas de salud sexual y reproductiva, pero siempre se esconden tras las botas y el uniforme porque hay un grado de cobardía manifiesto en nuestra escena política.

Cuentan que Dalí, quien no se había llevado de lo mejor con su padre, en determinado momento decidió que debía pagarle la deuda vital que le tenía. Así, decidió masturbarse, eyacular los millones de virtuales dalicitos y envolverlos en un pañuelo. Luego envío el pañuelo por correo a la dirección postal de su padre, acompañado de una misiva que decía: Ya no te debo nada. Así de fácil es para nosotros los hombres el asunto de la reproducción. Así hagamos todos los acercamientos conceptuales del caso, jamás entenderemos el 100% de etapa vital porque la naturaleza no nos concedido la maternidad. Por eso es tan fácil oír a cardenales, generalotes, diputados y otros, afirmando y calificando sobre el embarazo y el proceso reproductivo.

El caso de la policía expulsada de la escuela de oficiales es una muestra de que los prejuicios hacia la sexualidad femenina no se disipan. De hecho que se ha avanzado en el último siglo en ese sentido, de hecho que mujeres valientes e inteligentes nos han abierto interpretaciones que de los hombres nunca iban a emanar. La sexualidad masculina como un atributo de hombría, la femenina como una muestra de desorden, hoy transparente con la joven expulsada. La sexualidad y su ejercicio no tiene otro destino que la libertad, todo lo demás es pretexto.

Alexandro Saco
22 4 2007








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