jueves, 24 de enero de 2008

Bahuaja Sonene y el pseudo desarrollo


Qué vale más, producir petróleo destruyendo nuestras reservas de biodiversidad o mantenerlas intangibles ya que su valor en unas pocas décadas nos dará más que lo que hoy puede dar el éxtasis petrolero. Con todos lo matices que cada caso específico deba considerar para establecer el costo beneficio de un proyecto de explotación de recursos naturales, existe un tema mayor: el desarrollo no es la producción exportación de hoy para un mercado mundial que consume todo lo que se le ponga al frente, el desarrollo implica asumir una coexistencia pacífica, no degradante, un equilibrio que va más allá de las cifras macro económicas. El desarrollo es una posibilidad de que la especie humana trascienda y de que no se convierta en un recuerdo, y a eso es lo que conducen actitudes que se viene produciendo en el Perú con las últimas concesiones petroleras y gasíferas y que quizá encuentren su extremo en la pretensión de explotar el petróleo de la reserva de Bahuaja Sonene.

Cuando uno escucha a los extremistas de la distorsión del desarrollo como Pablo Bustamante, Gonzalo Prialé, José Chlimper o Alan García, se da cuenta hasta qué punto se pretende voltear la realidad. Estos pensadores acusan a los que critican su pseudo desarrollo de estar ideologizados, detenidos en el tiempo, ser casi cómplices de Sendero, y destilan violencia desde su verbo; hablan de políticas correctas y sensatas, de caminos de modernidad, de la siempre buena globalización. Lo cierto es que el mayor grado de ideologización en el Perú de hoy está justamente representado por ese pensamiento que pretende arrasar toda crítica. En pensamiento único de inversión igual a desarrollo es sin duda un peligro que hoy debemos enfrentar. El reflujo ideológico al mesianismo marxista derivado en pensamiento Gonzalo, hoy se levanta como triunfador llevando todo al extremo de oponer lo que este sector representa a las alternativas existentes.

Así como Sendero fue en contra de la historia y de la realidad nacional, pretendiendo aplicar el totalitarismo y asesinando a todo el que se le ponía al frente, hoy los falsos gurús que creen estar surfeando la cresta del desarrollo, por el contrario, con su estrecha visión del mundo avivan las diferencias. En ese sentido, los recursos de los que el planeta dispone no pueden seguir contribuyendo a su desequilibrio; existe la urgencia de tener la cabeza fría y no cabalgar al ritmo de los precios enloquecidos, menos aun a costa de otros factores naturales que son mucho más constantes y que pronto nos otorgarán mayores márgenes de negociación. Stiglitz sostiene que es prioritario evaluar la conveniencia de la explotación de los recursos en determinado momento, aunque precisó que le parecía que hoy el Perú ganaba explotándolos. De hecho que puede que en algunos sectores sea así, pero eso no puede llevar a lotizar el territorio nacional al mejor postor.

Sin ninguna duda, como recuerda el reportaje Selva Negra de Ramiro Escobar con las fotos de Ernesto Benavides publicado en Somos del 5 de enero, hay zonas como el Parque Nacional Bahuaja Sonene, entre Puno y Madre de Dios, sobre las que la explotación de hidrocarburos no es válida. Esta zona es considerada por instituciones dedicadas a estos temas como una de las mayores zonas de biodiversidad y mejores conservadas del planeta, afluente de la región menos atacada de la Amazonía. Qué mentalidad entonces puede estar detrás de sacrificar zonas como esta para favorecer a cuatro gatos llenos de dinero y agacharnos ante la ideología del pseudo desarrollo. Una mentalidad arrogante, totalitaria, violenta. El discurso único sea socialista o falso liberal siempre será una amenaza, hoy manifiesta en el país. Crea mitos, descalifica, no dialoga, y pinta un mundo de medias verdades que conducen a su verdad. Pero como ya sabemos, la verdad no existe y menos aún estaría en manos de los peruanos pseudo desarrollistas de hoy.
La convivencia y el desarrollo a estas alturas del daño causado a las especies que habitan el planeta, con una Lima sin verano en enero, ya no debe ser vista con los anteojos del crecimiento económico. La convivencia pacífica y el desarrollo involucran sin ninguna posibilidad de separarlas, a todas las formas de vida que el planeta alberga, más aún si la misma ley humana las declara intangibles como en el caso de las distintas reservas, parques y santuarios existentes. Finalmente la libertad que dicen avalar los pseudos desarrollistas es un atributo de las personas y de las sociedades. Dejen a los habitantes de Puno y de Madre de Dios decidir sobre sus territorios, y respetemos la decisión. La oposición a la irrefrenable explotación de la naturaleza, no se opone al desarrollo. El concepto de desarrollo ha sido distorsionado para favorecer al hombre y a los intereses de ciertos humanos. El desarrollo es aspirar a que el planeta nos siga cobijando en su inmensa sabiduría; sabiduría que puesta en valor nos dará muchos más beneficios que la explotación alocada.

Alexandro Saco
6 enero 2007




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