Cuál es la diferencia entre los empresarios hoteleros que suben sus precios cinco veces por la APEC y los empresarios del transporte interprovincial que hacen lo mismo en fiestas. Ninguna. No interesa que los visitantes a las cumbres puedan pagar los incrementos y que los usuarios del transporte interprovincial lo hagan en desmedro de su alimentación. Lo que existe es una ganancia indebida que debiera ser ilícita. Si se tratará de un tema de oferta y demanda el incremento del 50 o del 100% quizá expresaría esa situación, pero como no es un asunto de mercado sino de aprovechadores, hablamos de incrementos de 400 o 500%.
Ganar dinero es la razón de las empresas, no es adecuado ni viable oponerse a la libertad empresarial y a la necesidad de su existencia para el desenvolvimiento de un país. Pero asunto distinto es proteger el expolio que un grupo de traficantes de la necesidad realizan en determinada circunstancia. Y peor aún protegerlo en nombre de la libertad, ya que la libertad acaba donde empieza del derecho del otro. Es derecho del otro a saber a qué atenerse. Por eso el argumento de Federico Salazar en su artículo del domingo 3 de febrero en La República es delirante. Acaso no defiende Salazar la estabilidad de las reglas de juego para que las grandes inversiones sepan a qué atenerse, y no pondría el grito en el cielo si aumentamos los impuestos exponencialmente. Esa es la inconsistencia de los que escudados en una falsa libertad sirven de apañadores de muchos aprovechamientos.
El aprovechamiento en nuestro país no está sólo del lado de las grandes inversiones, es una constante transversal. La necesidad es la que se ve más afectada como en el caso del transporte interprovincial por ejemplo. Éstos y otros servicios tienen que ver lamentablemente con el turismo. Los turistas o visitantes son expoliados no sólo por los hoteles frente a la APEC sino desde la puerta del aeropuerto por empresas de taxi que cobran 40 dólares por llevarlos a Miraflores. El aprovechamiento se ha vuelto una mala costumbre y a las malas costumbres hay que combatirlas, así los esclavos del libre mercado vean en todo aprovechamiento algo natural. En ese sentido se deberían incorporar parámetros de incrementos en los precios que lleguen a ser aceptados dentro de lo lícito, y así como la especulación es un delito, el aprovechamiento desorbitado debe serlo.
El culto al dinero es una de las nuevas religiones oficiales del mundo, lo que sucede es que sus fundadores sabiendo esto han optado por la estrategia de teorizar con la economía para permeabilizar su dogma. Dinero para consumir y consumo para vivir mejor. Dinero para invertir e inversión para crear más dinero muy bien, pero no con el cuento de la oferta y la demanda. Un poco de sinceridad abriría una nueva etapa en esta discusión. Por un lado los que consideran que ante el dinero no hay nada que se pueda oponer ni la desgracia ni la necesidad, por otro los que creemos que el dinero debe enmarcarse para facilitar determinadas urgencias. Menos teoría económica y más realidad.
Ahora con las llamadas cumbres de 2008 se dice que el Perú entra en el circuito de los países exitosos del mundo. Una vez más hay que decirles a los esclavos del mercado que en ninguno de los países que ellos ponen como ejemplo los precios son asunto únicamente de oferta y de demanda, y que seguir son esa falsedad nos hace más difícil salir del sub desarrollo. Ahí están las enormes multas a Microsoft en los EEUU y a Telefónica en España por abuso de posición de dominio en el mercado. Acá algunos liberales avalan cualquier barbaridad con tal de congraciarse con el ramillete de aprovechadores a gran escala, alimentando con su teoría a los aprovechadores de poca monta. Esas ideas y teorizaciones son uno de los principales lastres para la modernidad de nuestro país. La aspiración de vivir cada vez mejor no pasa por ser un monje del culto al dinero, sino por evitar los abusos sea en los hoteles cinco estrellas o en Yerbateros y Fiori.
Alexandro Saco
3 2 2007
Ganar dinero es la razón de las empresas, no es adecuado ni viable oponerse a la libertad empresarial y a la necesidad de su existencia para el desenvolvimiento de un país. Pero asunto distinto es proteger el expolio que un grupo de traficantes de la necesidad realizan en determinada circunstancia. Y peor aún protegerlo en nombre de la libertad, ya que la libertad acaba donde empieza del derecho del otro. Es derecho del otro a saber a qué atenerse. Por eso el argumento de Federico Salazar en su artículo del domingo 3 de febrero en La República es delirante. Acaso no defiende Salazar la estabilidad de las reglas de juego para que las grandes inversiones sepan a qué atenerse, y no pondría el grito en el cielo si aumentamos los impuestos exponencialmente. Esa es la inconsistencia de los que escudados en una falsa libertad sirven de apañadores de muchos aprovechamientos.
El aprovechamiento en nuestro país no está sólo del lado de las grandes inversiones, es una constante transversal. La necesidad es la que se ve más afectada como en el caso del transporte interprovincial por ejemplo. Éstos y otros servicios tienen que ver lamentablemente con el turismo. Los turistas o visitantes son expoliados no sólo por los hoteles frente a la APEC sino desde la puerta del aeropuerto por empresas de taxi que cobran 40 dólares por llevarlos a Miraflores. El aprovechamiento se ha vuelto una mala costumbre y a las malas costumbres hay que combatirlas, así los esclavos del libre mercado vean en todo aprovechamiento algo natural. En ese sentido se deberían incorporar parámetros de incrementos en los precios que lleguen a ser aceptados dentro de lo lícito, y así como la especulación es un delito, el aprovechamiento desorbitado debe serlo.
El culto al dinero es una de las nuevas religiones oficiales del mundo, lo que sucede es que sus fundadores sabiendo esto han optado por la estrategia de teorizar con la economía para permeabilizar su dogma. Dinero para consumir y consumo para vivir mejor. Dinero para invertir e inversión para crear más dinero muy bien, pero no con el cuento de la oferta y la demanda. Un poco de sinceridad abriría una nueva etapa en esta discusión. Por un lado los que consideran que ante el dinero no hay nada que se pueda oponer ni la desgracia ni la necesidad, por otro los que creemos que el dinero debe enmarcarse para facilitar determinadas urgencias. Menos teoría económica y más realidad.
Ahora con las llamadas cumbres de 2008 se dice que el Perú entra en el circuito de los países exitosos del mundo. Una vez más hay que decirles a los esclavos del mercado que en ninguno de los países que ellos ponen como ejemplo los precios son asunto únicamente de oferta y de demanda, y que seguir son esa falsedad nos hace más difícil salir del sub desarrollo. Ahí están las enormes multas a Microsoft en los EEUU y a Telefónica en España por abuso de posición de dominio en el mercado. Acá algunos liberales avalan cualquier barbaridad con tal de congraciarse con el ramillete de aprovechadores a gran escala, alimentando con su teoría a los aprovechadores de poca monta. Esas ideas y teorizaciones son uno de los principales lastres para la modernidad de nuestro país. La aspiración de vivir cada vez mejor no pasa por ser un monje del culto al dinero, sino por evitar los abusos sea en los hoteles cinco estrellas o en Yerbateros y Fiori.
Alexandro Saco
3 2 2007
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