Pertenecer al tercio o al quinto superior durante el desarrollo universitario no garantiza tener buenos profesionales, sea cual fuere la profesión. En el buen desempeño de una labor se conjugan una serie de aspectos. Las calificaciones obtenidas en las aulas son sólo un aspecto, no el más relevante. Es el trato interpersonal, la idónea dosificación del poder, la capacidad de ver oportunidades y la creatividad al fin, lo que hace a un profesional más útil que otro. Por eso afirmar que los que tienen mejores promedios ponderados son los más aptos para determinados puestos es ignorancia y lleva a una falsa confrontación entre buenos y malos estudiantes.
Medir las capacidades profesionales sobre la base de las calificaciones provenientes del mismo sistema educativo que se halla en crisis, es otra de las contradicciones de la propuesta gubernativa sobre el tercio superior para docentes escolares. ¿O acaso sólo es la educación escolar la que tiene serias deficiencias? Es el sistema educativo en general el que mantiene taras. En muchas de nuestras universidades particulares y estatales campea la corrupción que significa venta de notas, precio a los exámenes de grado, copia de trabajos monográficos y el plage en los exámenes. Por lo menos en la Universidad San Martín de Porres Facultad de Derecho en la que estudié de 1991 a 1996, se daban todas estas situaciones.
Regresando a la educación escolar, no es el maestro que sabe más el que forma mejor a los alumnos; es el que habla, explica, motiva, y puede poner a todos en su lugar con un grito bien puesto. Mucho de paporreta hay en los primeros puestos escolares o universitarios en la actualidad; eso es así porque la creatividad y la inteligencia son oprimidas por el sistema educativo. Un compañero escolar siempre salía jalado en un curso que se llamaba Arte, pero en el que por años de años sólo nos dedicábamos a dibujar. El compañero era un cero a la izquierda para el dibujo y en el curso de lenguaje y literatura sucedía lo mismo. Resulta que el tiempo pasó y su creatividad se encontró a sí misma para volcar en letras y libros lo que la educación escolar promedio nunca pudo hacer que aflore.
El problema es el sistema educativo, la concepción que impone que el que está frente a los alumnos es el que enseña y por consiguiente el que sabe más. De hecho eso es algo obvio, pero hacer girar la educación sobre esa base la hace unilateral. Los talentos se ven arrinconados, las notas rojas frente a las azules generan categorías; por lo menos así era durante mis años escolares que van de 1978 a 1988 y dudo que eso haya cambiado significativamente. Son muy pocos los pensadores de la educación que en buena hora tienen ideas y proyectos educativos interesantes para el país. Lo lamentable es que el Ministro de Educación no es ni será un pensador de la educación, sino sólo un anexo presidencial.
Esté en manos de privados o del Estado la educación es lo de menos. El Estado debe garantizarla sin ninguna excepción a todos aquellos que no la pueden pagar y semi subsidiarla en otros casos. El tema tengo la impresión va por confrontar los mitos que los extremos repiten como verdades. Por un lado gobernantes que disfrutan responsabilizando de la crisis educativa a los maestros y al satánico SUTEP, y por el otro grupos políticos renuentes a toda opción de cambio y a la satánica privatización que creen ver en toda propuesta de reforma educativa. Ambos diciendo que los niños son los perjudicados por culpa del otro.
Los perjudicados somos la gran mayoría de ciudadanos, envueltos en un sistema educativo que vende las calificaciones o los títulos como constancia de conocimiento y ejercicio. En Perú las maestrías se han multiplicado como conejos, las academias pre universitarias como peces, los institutos superiores como hierba mala. Se debe cerrar universidades o facultades de éstas, reducir vacantes a ciertas carreras, controlar institutos y academias. A pesar de eso, lo rescatable es que en medio de este desorden hay muchos educadores brillantes como algunos que yo he disfrutado en el colegio o en la universidad; y muchos otros educadores que no están en las planillas de la educación privada o estatal, sino en uno que otro medio de comunicación, en organizaciones, en familias.
La educación es un asunto muy importante para dejarla en manos de los educadores formales. Así como el ámbito educativo reduce la potencialidad de buenos educadores y de mentes inteligentes, el ámbito comunicativo social en general y el político en particular, desorienta y estupidiza. El control sigue siendo la base del aprendizaje.
Alexandro Saco
19 2 2007
Medir las capacidades profesionales sobre la base de las calificaciones provenientes del mismo sistema educativo que se halla en crisis, es otra de las contradicciones de la propuesta gubernativa sobre el tercio superior para docentes escolares. ¿O acaso sólo es la educación escolar la que tiene serias deficiencias? Es el sistema educativo en general el que mantiene taras. En muchas de nuestras universidades particulares y estatales campea la corrupción que significa venta de notas, precio a los exámenes de grado, copia de trabajos monográficos y el plage en los exámenes. Por lo menos en la Universidad San Martín de Porres Facultad de Derecho en la que estudié de 1991 a 1996, se daban todas estas situaciones.
Regresando a la educación escolar, no es el maestro que sabe más el que forma mejor a los alumnos; es el que habla, explica, motiva, y puede poner a todos en su lugar con un grito bien puesto. Mucho de paporreta hay en los primeros puestos escolares o universitarios en la actualidad; eso es así porque la creatividad y la inteligencia son oprimidas por el sistema educativo. Un compañero escolar siempre salía jalado en un curso que se llamaba Arte, pero en el que por años de años sólo nos dedicábamos a dibujar. El compañero era un cero a la izquierda para el dibujo y en el curso de lenguaje y literatura sucedía lo mismo. Resulta que el tiempo pasó y su creatividad se encontró a sí misma para volcar en letras y libros lo que la educación escolar promedio nunca pudo hacer que aflore.
El problema es el sistema educativo, la concepción que impone que el que está frente a los alumnos es el que enseña y por consiguiente el que sabe más. De hecho eso es algo obvio, pero hacer girar la educación sobre esa base la hace unilateral. Los talentos se ven arrinconados, las notas rojas frente a las azules generan categorías; por lo menos así era durante mis años escolares que van de 1978 a 1988 y dudo que eso haya cambiado significativamente. Son muy pocos los pensadores de la educación que en buena hora tienen ideas y proyectos educativos interesantes para el país. Lo lamentable es que el Ministro de Educación no es ni será un pensador de la educación, sino sólo un anexo presidencial.
Esté en manos de privados o del Estado la educación es lo de menos. El Estado debe garantizarla sin ninguna excepción a todos aquellos que no la pueden pagar y semi subsidiarla en otros casos. El tema tengo la impresión va por confrontar los mitos que los extremos repiten como verdades. Por un lado gobernantes que disfrutan responsabilizando de la crisis educativa a los maestros y al satánico SUTEP, y por el otro grupos políticos renuentes a toda opción de cambio y a la satánica privatización que creen ver en toda propuesta de reforma educativa. Ambos diciendo que los niños son los perjudicados por culpa del otro.
Los perjudicados somos la gran mayoría de ciudadanos, envueltos en un sistema educativo que vende las calificaciones o los títulos como constancia de conocimiento y ejercicio. En Perú las maestrías se han multiplicado como conejos, las academias pre universitarias como peces, los institutos superiores como hierba mala. Se debe cerrar universidades o facultades de éstas, reducir vacantes a ciertas carreras, controlar institutos y academias. A pesar de eso, lo rescatable es que en medio de este desorden hay muchos educadores brillantes como algunos que yo he disfrutado en el colegio o en la universidad; y muchos otros educadores que no están en las planillas de la educación privada o estatal, sino en uno que otro medio de comunicación, en organizaciones, en familias.
La educación es un asunto muy importante para dejarla en manos de los educadores formales. Así como el ámbito educativo reduce la potencialidad de buenos educadores y de mentes inteligentes, el ámbito comunicativo social en general y el político en particular, desorienta y estupidiza. El control sigue siendo la base del aprendizaje.
Alexandro Saco
19 2 2007
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