jueves, 1 de mayo de 2008

Grado de represión Fitch Ratings



El grado de inversión es inversamente proporcional al grado de intolerancia del gobierno. Luego de saber que la clasificadora Fitch Ratings es una de las que señalaba que no había problema con las hipotecas en EEUU, es ridícula la pompa con que se ha celebrado su calificación. Lo cierto es que ese grado no significa nada porque la mentalidad predominante es pueblerina. Otra muestra de esa mentalidad es la imprevisión del parchado de calles en Lima. Como Carla Bruni se va a quejar de las pistas deshechas, Castañeda y García meten la basura bajo la alfombra y colapsan la ciudad sin ninguna conexión con un reordenamiento del transporte.

García y todos los que ven en esta continuidad anti reformista el monolito a exhibir para llegar sabe Dios a qué otro grado de inversión, serán los responsables de lo que suceda el 2011. Iluminados no se dan cuenta de que proyectan sombras y abren grietas por las que se resquebrajará la supuesta estabilidad. La gran verdad de hoy es la que nos da la clasificadora de riesgo, pero ésta no tiene asidero más que en los cuadros estadísticos y en la prensa oficial, es decir en una buena parte de los medios.

Con el dólar en picada y la inflación de alimentos en 30% empobreciendo a millones, en los salones los ex fujimoristas hoy alanistas alzan copas por Fitch Ratings, mientras pudren la juventud de Melisa Patiño en Santa Mónica. Por un lado estadísticas e intereses que maquillan la realidad envueltas en un discurso incontrovertible, por el otro castigo y pisoteo a los que no creen en la forma de conducir el país.

Como dice Julio Cotler, es obsceno y procaz lo que sucede; y agrega: “el director del primer Instituto de Gobernabilidad del país ha terminado señalando a todos los que no piensan como él como perros del hortelano”. Las señas de represión que antes eran eso, hoy son hechos. Canal 7 entregado a uno de los nexos de Montesinos expulsando a Giacosa y funcionando como canal del gobierno es una vergüenza. Gente encarcelada por ir a una reunión política en Ecuador, dirigentes denunciados por terrorismo, cuando ejercieron el derecho fundamental a decidir sobre sus intereses; y un sector de la prensa fascistoide, completan un cuadro alarmante.

No se puede esperar más de un partido que sin García es un cadáver. De un partido que recibe financiamiento de un Estado asesino como el que dirige el Partido Comunista Chino, lo cual lo convierte en avalador de la represión y las matanzas que se dan en China. El APRA es hoy un lastre en la política peruana. Sus representantes, pocos de ellos respetables, utilizan una retórica progresista, pero apenas el jefe da la orden, todos se arrodillan frente al taita.

Así, se habla de que el país se encuentra en la carretera hacia el desarrollo. Pero el desarrollo económico que en cierta medida existe y que todos buscamos, es irrelevante en un ambiente en el que las armas del poder sirvan para encarcelar al opositor. Y es irrelevante porque ahí radica su precariedad. Una crisis económica es superable, un contexto de intolerancia en el que el conservadurismo pueblerino hace las veces de modernismo cosmopolita, es inviable.

No hay cuerda separada para el caso peruano. La conducción política del país está en los sótanos de cualquier modernidad, no se atreve a pensar, sólo celebra burdamente que Fitch Ratings otorgue una calificación. Irrelevante porque es obvio que el reclamo de la gente desde el propio país es el sonido que los gobernantes deben seguir. Pero acá se prefiere oír los cantos de analistas que han avalado el desastre económico de los EEUU en estos años. Brindan en Palacio y en salones por el grado concedido cuando la inflación era el tema central, pero meten a la cárcel por terroristas a los que ejercen la libertad de pensar distinto, y tienen toda la TV agachada ante la verdad oficial.

Alexandro Saco
6 4 2008

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