jueves, 1 de mayo de 2008

El planeta de las cucarachas


Si se exprime una naranja en algún momento dejará de tener jugo y su cáscara será inútil. Si maltratamos nuestra casa y nunca nos preocupamos en rehabilitarla, esa casa se caerá y no tendremos lugar donde vivir. Esas imágenes representan lo que significa el avance del cambio climático. Así haya muchos interesados y otros que pongan en duda esta realidad, las constataciones están a la vista de todos.

La semana pasada se ha desprendido un nuevo bloque del polo sur. En los dos polos, la reducción de sus hielos va hacia un no retorno. De hecho hay hechos meteorológicos cíclicos, pero las proporciones de lo que sucede en las últimas décadas son cosa distinta. Aunque el asunto de los hielos es uno de los más relevantes porque éstos mantienen la temperatura planetaria, la velocidad con que las actividades humanas públicas o privadas quiebran los sistemas naturales es imparable.

Se discute si el cambio climático es el tema central de la humanidad en estos momentos. Algunos puntos de vista señalan que no, que sería la lucha para erradicar la pobreza o ampliar el comercio para mejorar condiciones de vida lo prioritario. Pero siendo esos temas y otros importantes, la pregunta es: ¿En qué lugar podremos disfrutar de mejores índices de vida si para cuando supuestamente eso suceda, con el ritmo actual, no habrá ya planeta Tierra? Por eso el cambio climático es el tema principal, porque no hay otro lugar en el que podamos vivir si seguimos destruyendo el planeta.

Que muchos no lo quieran ver evidencia egoísmo, inmediatismo, ignorancia, culto al dinero, desprecio por lo no humano. La creencia que destruirá el planeta es el antropocentrismo. Esa creencia alucinante de que el hombre es el centro del mundo y del universo. Ahora el hombre ya no dice que la tierra es plana, pero lo mismo es decir que el mundo no se ve afectado por la industrialización. A estas alturas, es obvio que los animales y las otras vidas han demostrado ser mejores que nosotros.

Otro tema que se toma a la ligera: La extracción de hidrocarburos y de gas natural se observa como algo incontrovertible. Pero veamos. De hecho estas sustancias cumplen una función al interior de la tierra, distinta al uso que le damos. Tengo toda la impresión de que el gas y el petróleo actúan como balances de las fuerzas que están debajo de la corteza terrestre. Los humanos las utilizamos en otro sentido por que las cosas pueden servir para fines distintos; también se podría de la sangre humana hacer combustible para autos creados por cucarachas.

Lo que quiero decir es que de tanto que le sacamos su sangre al planeta, en algún momento algo sucederá. Si bien hoy vemos las consecuencias de la devastación sobre la superficie, de seguro tendremos que esperar a que la Tierra se trague una ciudad para recapacitar sobre esos equilibrios que el agua, las lluvias, los vientos, el petróleo o el gas sostienen. La industria de la creación de objetos inútiles con esa sangre se ha normalizado. Mire usted a su alrededor. Vea cuántas bolsas, papeles, cartones, madera, cemento inútil nos rodea. Nuestro desperdicio es grande.

El tema clave hoy es lo que se conoce como cambio climático. No ha habido un momento más definitivo que este, porque nos involucra a todos. La dificultad radica en que las ideologías que a sí mismas no se consideran ideologías y las otras, no saben qué hacer al respecto. Si siguen primando visiones tan burdas sobre el cambio climático, el Planeta de los simios será un paraíso frente al Planeta de las cucarachas que con tanto empeño estamos encaminando.
Imagen de Jorge Vila

Alexandro Saco
30 3 2008

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