lunes, 19 de mayo de 2008

Greenpeace y la alharaca conservadora


La imagen más recordada de las cumbres en Perú será la de los letreros amarillos de Greenpeace en Machu Picchu. Con un Chávez silencioso frente a la laptop mágica y la ciudad encapsulada, la incursión de los ecologistas simboliza las contradicciones en debate. Agitados por el conservadurismo antiliberal algunos señalan que los letreros de los ecologistas pusieron en peligro la ciudadela y que ésta está a punto de derrumbarse con el paso de la gente; los arqueólogos se sumarán a ello alegando sus verdades técnicas. ¿Pero realmente se puede sostener que los carteles amarillos y las personas que los sostenían pusieron en peligro Machu Picchu? En una ciudadela que tiene siglos en medio de la selva, por la que transitan miles de personas al día, donde empresas han cercenado el Intihuatana sin sanción debida, con un entorno cada vez más contaminante, sostener que lo hecho es un peligro es ver las cosas patas arriba.

Lo que sucede es que la noción de seguridad nuevamente aparece en toda su magnitud. Se sostiene que lo hecho por Greenpeace puso en peligro Machu Picchu, es decir que resultó peligroso. Lo peligroso pone en riesgo la seguridad. La seguridad es uno de los aspectos clave para entender las relaciones del Estado frente a los ciudadanos o a los que considera sus enemigos. Hoy poner en riesgo la seguridad del mundo o del país se criminaliza. Así, el que va contra la seguridad está atentando contra el sistema que algunos defienden ingenuamente. En ese sentido, la seguridad es otro de los monolitos de inicios del siglo XXI. Se la presenta como precondición para lograr el desarrollo, y con su manto se envuelve toda una serie de acciones y formas de pensar; de ahí a la criminalización existe un paso. La noción de seguridad debe ser vista entonces desde las sombras que proyecta y no desde las acciones que ilumina.

En ese contexto se inscribe la reacción a lo de Greenpeace en Machu Picchu. Es irreal que la ciudadela esté por caerse si algunas personas traspasan las zonas restringidas. Si fuera así, mejor cerrémosla porque los guardias que la cuidan a diario tienen que retirar a personas que traspasan las restricciones y los miles de continuos visitantes suman al maltrato del que se habla. Además el golpe ha sido contundente, en el mayor lugar arqueológico turístico de América y el medio utilizado no ha causado daño a nadie.

Los carteles amarillos sostenidos por los activistas han sido la acción política de la semana de las cumbres. Frente a la reunión oficial en la que el pastor García acusaba a Adán y Eva de no proteger el ambiente y por eso su expulsión del paraíso, y al encuentro alternativo al que sólo un presidente se sumó, los carteles alertando sobre los bio combustibles son lo que más ha llamado la atención en el mundo. Es una acción política y desde ahí debe ser analizada. El encono que se usa para descalificarla por ser peligrosa, evidencia desubicación. Ciertos periodistas no denuncian las barbaridades que se dan sobre la naturaleza y que están poniendo en peligro a la propia humanidad, pero definen como peligroso un acto que alerta sobre los bio combustibles que pueden restringir la alimentación de millones para que otros anden en sus autos recién fabricados.

Lo urgente es pensar en su real alcance la noción de seguridad. El gobierno peruano ha actuado sobre esa base para levar niños de las esquinas cercanas a los hoteles que recibieron a las delegaciones, para desplegar un plan de seguridad exagerado, para inflar el fantasma de la violencia que nunca se desató. La seguridad permitió se recorte nuestro derecho a la libre circulación y que las concentraciones públicas sean cercadas por miles de policías cual peste negra. Pero como las predicciones que requirieron esa seguridad no se dieron, se buscará nuevos agentes que pongan en peligro la seguridad, entre ellos los letreros de Greenpeace. No es lo de Machu Picchu el problema, sino la libertad de expresión.

Hoy que la verdad nace de una lap top recuperada en medio de un bombardeo, es útil entender los límites que el orden conservador anti liberal desplega en el mundo. Existen varios países en llamas, miles de encerrados sin debido proceso o asesinados porque son un peligro para la seguridad de nuestros socios EEUU y China. El pensamiento que no coincide con la ecuación crecimiento económico libre comercio igual desarrollo a la vuelta de la esquina Perú nuevo tigre, es peligroso. Oppenheimer en su reciente programa dedicado al agua sostiene que es exagerado preocuparse por que los ríos se sequen ya que existe tanta agua en el mar que de lo que se trata es de procesarla para hacerla potable. Esa es la misma perspectiva que ve peligro en acciones que no ponen en riesgo nada sino evidencian los contrasentidos del pseudo desarrollo. Machu Picchu será recordada más por los carteles amarillos que por la alharaca conservadora.

Alexandro Saco
18 5 2007

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