Es evidente que en el país hay más dinero, pero no que la pobreza se haya reducido como se viene presentando. Medir la reducción de la pobreza enfocando el gasto refleja sólo un ángulo. Según la metodología del INEI, deja de ser pobre una persona que gasta en sus necesidades básicas más de 229.4 soles al mes. Pero al no incorporar otros aspectos clave la medición es relativa, ¿alguien puede sostener seriamente que una persona con 230 soles o más al mes para sus necesidades básicas deja de ser pobre? Además, ya que estamos olímpicos, lo menos que habría que hacer es subir esa valla al doble, para ver cuántos realmente saltan la garrocha. Lo que digo es que las estadísticas inducen perspectivas interesadas, no pueden evadir su naturaleza política y deben cambiar sus metodologías para hablar en serio de pobreza.
La economía del país es más ágil, y eso está bien; pero es ilógico que atribuyamos al incremento del gasto en algunos sectores una variación de nuestra condición de país. Como señala Carlos Eduardo Aramburu, el incremento del gasto puede estar vinculado en algunas zonas al narcotráfico, y en otras a la expansión del crédito, siendo el gasto una forma volátil de medición. La cosa no es tan fácil como la ve García y sus discursos patrioteros de mañana inaugurando hospitales. Si hay más dinero y más gasto, digámoslo tal cual: Hay más dinero y más gasto; esa constatación nos permitirá ir al fondo del asunto.
Ese fondo del asunto tiene dos aspectos. El primero tiene que ver con la construcción forzada de una sensación de progreso cuando no lo hay, o en todo caso existe uno de los factores necesarios. La treta del gobierno en el sentido de decir que la toda crítica busca sólo ver el lado malo de las cosas no tiene asidero. Apelar a la unidad nacional, al trabajen y no critiquen, al Perú como centro de atención mundial, al gana gana con Chile, a la olimpiatitis, hundiendo el discurso en un nacionalismo presidencial enajenado, es contraproducente. Y si bien existen sectores de peruanos que ven mejorar su situación, las reformas para que todos accedamos a una convivencia civilizada no se están dando durante este quinquenio.
El segundo aspecto tiene que ver con el orden económico en el que nos desenvolvemos y su profundización o no. Las limitaciones de ese orden son evidentes desde hace dieciséis años, ya que éste se identifica con la ecuación inversión igual desarrollo y las reformas llegaran al caer la tarde. Y la pregunta es ¿tenemos derecho a cuestionar esa ecuación y optar por una alternativa? Es evidente que sí. Más allá del fanatismo neoliberal y del tecnocratismo inmovilizante, no hay razón para que un país no pueda optar por una perspectiva distinta de desarrollo, que en el caso peruano es urgente. Urgente porque ahora el desarrollo se presenta sólo como más gasto y más inversión, sustentado en mediciones incompletas de la realidad.
La metodología usada por el INEI presenta su producto a una semana de la cumbre, subiendo los humos de García. En ese sentido, muchos le están poniendo una alfombra roja a una persona desequilibrada, que no acepta la contradicción. García válida la guerra en relación a la política económica nacional; no hay posibilidad de transacción con los grupos de poder sin llegar a extremos. Para obviar eso, se nos presentan los 229 soles al mes pretendiendo que con eso alguien deja de ser pobre, cuando lo que necesitamos es desarrollo reformista en las áreas clave del quehacer estatal, midiendo acceso a salud de calidad, a justicia oportuna, a educación, a seguridad y a un medio ambiente sostenible. Pero ni en esas áreas que el neoliberalismo cede buenamente al quehacer estatal, hay acciones que abran un camino.
El martes fui a Carabaillo, al kilómetro 22 de la Tupac Amaru, a un encuentro de promotores de salud, trabajadores del sector y afectados con TBC. En el trayecto iba oyendo a Jaramillo del Banco Mundial sugiriendo al Perú como un tigre andino. Mientras entraba a Carabaillo la señal de RPP y la complacencia de Vargas se pierdan para no regresar, y por la ventana podía ver pasar a miles de personas de 229 soles al mes. Me pareció una bonita metáfora. Unas estadísticas insinuando un Perú camino al desarrollo, y a unos kilómetros de Palacio de Gobierno la señal de la radio más grande del país diluida. Los amigos de Carabaillo exigían que el Estado cumpla con entregar las bolsas de alimentos para los que padecen TBC. Pero no se preocupen les dirán los jaramillos, ustedes son personas que gastan más de 229 soles al mes y van camino al progreso.
Alexandro Saco
27 5 2008
La economía del país es más ágil, y eso está bien; pero es ilógico que atribuyamos al incremento del gasto en algunos sectores una variación de nuestra condición de país. Como señala Carlos Eduardo Aramburu, el incremento del gasto puede estar vinculado en algunas zonas al narcotráfico, y en otras a la expansión del crédito, siendo el gasto una forma volátil de medición. La cosa no es tan fácil como la ve García y sus discursos patrioteros de mañana inaugurando hospitales. Si hay más dinero y más gasto, digámoslo tal cual: Hay más dinero y más gasto; esa constatación nos permitirá ir al fondo del asunto.
Ese fondo del asunto tiene dos aspectos. El primero tiene que ver con la construcción forzada de una sensación de progreso cuando no lo hay, o en todo caso existe uno de los factores necesarios. La treta del gobierno en el sentido de decir que la toda crítica busca sólo ver el lado malo de las cosas no tiene asidero. Apelar a la unidad nacional, al trabajen y no critiquen, al Perú como centro de atención mundial, al gana gana con Chile, a la olimpiatitis, hundiendo el discurso en un nacionalismo presidencial enajenado, es contraproducente. Y si bien existen sectores de peruanos que ven mejorar su situación, las reformas para que todos accedamos a una convivencia civilizada no se están dando durante este quinquenio.
El segundo aspecto tiene que ver con el orden económico en el que nos desenvolvemos y su profundización o no. Las limitaciones de ese orden son evidentes desde hace dieciséis años, ya que éste se identifica con la ecuación inversión igual desarrollo y las reformas llegaran al caer la tarde. Y la pregunta es ¿tenemos derecho a cuestionar esa ecuación y optar por una alternativa? Es evidente que sí. Más allá del fanatismo neoliberal y del tecnocratismo inmovilizante, no hay razón para que un país no pueda optar por una perspectiva distinta de desarrollo, que en el caso peruano es urgente. Urgente porque ahora el desarrollo se presenta sólo como más gasto y más inversión, sustentado en mediciones incompletas de la realidad.
La metodología usada por el INEI presenta su producto a una semana de la cumbre, subiendo los humos de García. En ese sentido, muchos le están poniendo una alfombra roja a una persona desequilibrada, que no acepta la contradicción. García válida la guerra en relación a la política económica nacional; no hay posibilidad de transacción con los grupos de poder sin llegar a extremos. Para obviar eso, se nos presentan los 229 soles al mes pretendiendo que con eso alguien deja de ser pobre, cuando lo que necesitamos es desarrollo reformista en las áreas clave del quehacer estatal, midiendo acceso a salud de calidad, a justicia oportuna, a educación, a seguridad y a un medio ambiente sostenible. Pero ni en esas áreas que el neoliberalismo cede buenamente al quehacer estatal, hay acciones que abran un camino.
El martes fui a Carabaillo, al kilómetro 22 de la Tupac Amaru, a un encuentro de promotores de salud, trabajadores del sector y afectados con TBC. En el trayecto iba oyendo a Jaramillo del Banco Mundial sugiriendo al Perú como un tigre andino. Mientras entraba a Carabaillo la señal de RPP y la complacencia de Vargas se pierdan para no regresar, y por la ventana podía ver pasar a miles de personas de 229 soles al mes. Me pareció una bonita metáfora. Unas estadísticas insinuando un Perú camino al desarrollo, y a unos kilómetros de Palacio de Gobierno la señal de la radio más grande del país diluida. Los amigos de Carabaillo exigían que el Estado cumpla con entregar las bolsas de alimentos para los que padecen TBC. Pero no se preocupen les dirán los jaramillos, ustedes son personas que gastan más de 229 soles al mes y van camino al progreso.
Alexandro Saco
27 5 2008
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