El problema es la ocupación israelí de Palestina. Observe el mapa* que acompaña el artículo. Verá Cisjordania y Gaza, territorios reconocidos por la comunidad internacional como legítimamente palestinos. En Cisjordania, las áreas en naranja son las únicas en las que Palestina tiene cierta capacidad de organización. El restante territorio en Cisjordania, incluidos recursos naturales, se encuentra bajo el control de Israel; mientras que Gaza es un encierro. No se trata de un enfrentamiento de Israel contra Gaza-Hamas y su millón y medio de palestinos, sino de Israel con Palestina incluyendo Cisjordania y sus tres millones de palestinos.
El desencadenante de esta nueva etapa de la guerra entre Israel y Palestina no es el lanzamiento de cohetes. Así la propaganda israelí surta sus efectos, el nudo es la ocupación ilegal que Israel mantiene desde hace más de cuarenta años, exacerbada por sus sucesivos gobiernos, produciendo en la práctica una limpieza étnica que por un lado mata lentamente en Gaza y asfixia en Cisjordania. Así como es iluso creer que Irak se invadió por que poseía ADM, los hechos y los mapas demuestran que es iluso creer que los gobiernos de Israel negocian una futura paz con Palestina.
El ahorcamiento de Palestina (Gaza y Cisjordania) es una constante; miles y miles de viviendas se construyen cada año sobre tierras confiscadas a palestinos que tienen que huir. El muro, como elemento de despojo antes que de seguridad, serpentea Cisjordania quebrando toda posibilidad de conexión territorial de un Estado palestino. Las restricciones y humillaciones que los palestinos deben soportar para ganar dinero, adquirir alimentos, relacionarse o transitar de un lugar a otro de sus territorios reconocidos, están muy documentadas. Existe una secuencia que en estos días viene cobrando más de mil víctimas directas.
El Estado israelí se refiere a los miembros de Hamas como sujetos susceptibles de ser desaparecidos del mapa y los civiles muertos o heridos siempre resultan ser escudos humanos. Hace dos años representando el sentir ante la ocupación, Hamas en elecciones legítimas fue respaldado por más del 60% de palestinos, pero Israel impidió la constitución de un gobierno llegando a secuestrar a los congresistas elegidos. Mientras la representatividad de Olmert, el primer ministro israelí, se basa en ser sucesor de Sharon sin contar con el respaldo popular. Hamas es cuantitativamente más legítimo que el actual gobierno de Israel. La superioridad desde la que los voceros israelíes se refieren a Hamas negándole interlocución, sin embargo, hace que ambos dialoguen desde sus violencias, los iguala.
En más de veinte años de existencia de Hamas, con cerca de diez mil presos palestinos en Israel, con una desproporción en todos los indicadores de la guerra, con aspectos tan oscuros como las denuncias de eliminación selectiva de jóvenes y niños palestinos, la resistencia no se ha calmado. Al contrario, la estrategia del castigo colectivo, de la destrucción total de lo básico para vivir, de la asfixia y de todo lo indigno que deriva de ello, lo que hace es consolidar en las nuevas generaciones de palestinos un odio proporcional al desprecio discursivo y práctico de Israel. Cada víctima palestina enciende muchas otras rebeldías; Israel tendría que cometer un nuevo genocidio en la historia humana para que la estrategia del castigo y la humillación elimine la resistencia.
Si no se cuestionan y varían las lógicas desde las que la información nos presenta el conflicto, no se atisba posibilidad que al menos tienda a la estabilidad. A los gobiernos de Israel se les debe aclarar que la historia del pueblo judío no es patente de corso para destruir vecinos, en un fin de semana provocar más de mil víctimas en Palestina o virtualmente de desaparecerla del mapa. Eso en razón de que los defensores de las barbaridades que comete Israel siempre llegan al argumento del antisemitismo para descalificar la denuncia o la crítica de sus políticas.
Otro asunto que debe tratarse es el señalamiento de la figura del terrorismo. Si éste es el castigo a blancos civiles para generar terror en la población con objetivos políticos, el Estado y los gobiernos de Israel son o cometen actos terroristas. Matar más de trescientos palestinos en un fin de semana sean de Hamas o no, destruir infraestructura civil, con todas las consecuencias que de ello deriva, es un acto de terror. Ubicar a las violencias en su real dimensión y renovar el lenguaje en este conflicto es inevitable.
No se trata de irresponsabilizar a Hamas ni a la dirigencia palestina de lo que le compete, pero eso no significa que el problema es sólo causado por Hamas y la resistencia violenta. Regresemos al mapa, para reafirmar que la ocupación y la sistemática penetración de Israel a todo costo sobre Palestina, es el nudo que genera la secuencia violenta. Palestina está desapareciendo del mapa y Gaza es el ejemplo de lo aberrante que el mundo hoy puede llegar a ser. Los pro israelíes repiten que hay lugares en los que suceden cosas peores o mueren miles sin que el mundo diga nada. Pudiendo ser en algún sentido cierto, eso no impide ni condiciona el acercamiento a lo de Gaza ni la denuncia a la seguidilla de acciones de Israel hacia los que califica como sus enemigos.
La victimización de Israel por ser una isla próspera y democrática en medio de un mar de árabes y musulmanes que los quieren lanzar al mar, es algo extraña. No se conoce democracias con diez mil prisioneros políticos, con una ocupación que provoca una limpieza étnica, con gobiernos que autorizan matar a trescientos en un fin de semana o lanzan guerras que aniquilan civiles porque los utilizan escudos humanos. La realidad en Medio Oriente es filtrada y condicionada por un discurso unilateral de sentidos comunes, que anulan la correcta definición de los hechos y han construido un velo de impunidad sobre lo que Israel hace desde que decidió crear su Estado.
El desencadenante de esta nueva etapa de la guerra entre Israel y Palestina no es el lanzamiento de cohetes. Así la propaganda israelí surta sus efectos, el nudo es la ocupación ilegal que Israel mantiene desde hace más de cuarenta años, exacerbada por sus sucesivos gobiernos, produciendo en la práctica una limpieza étnica que por un lado mata lentamente en Gaza y asfixia en Cisjordania. Así como es iluso creer que Irak se invadió por que poseía ADM, los hechos y los mapas demuestran que es iluso creer que los gobiernos de Israel negocian una futura paz con Palestina.
El ahorcamiento de Palestina (Gaza y Cisjordania) es una constante; miles y miles de viviendas se construyen cada año sobre tierras confiscadas a palestinos que tienen que huir. El muro, como elemento de despojo antes que de seguridad, serpentea Cisjordania quebrando toda posibilidad de conexión territorial de un Estado palestino. Las restricciones y humillaciones que los palestinos deben soportar para ganar dinero, adquirir alimentos, relacionarse o transitar de un lugar a otro de sus territorios reconocidos, están muy documentadas. Existe una secuencia que en estos días viene cobrando más de mil víctimas directas.
El Estado israelí se refiere a los miembros de Hamas como sujetos susceptibles de ser desaparecidos del mapa y los civiles muertos o heridos siempre resultan ser escudos humanos. Hace dos años representando el sentir ante la ocupación, Hamas en elecciones legítimas fue respaldado por más del 60% de palestinos, pero Israel impidió la constitución de un gobierno llegando a secuestrar a los congresistas elegidos. Mientras la representatividad de Olmert, el primer ministro israelí, se basa en ser sucesor de Sharon sin contar con el respaldo popular. Hamas es cuantitativamente más legítimo que el actual gobierno de Israel. La superioridad desde la que los voceros israelíes se refieren a Hamas negándole interlocución, sin embargo, hace que ambos dialoguen desde sus violencias, los iguala.
En más de veinte años de existencia de Hamas, con cerca de diez mil presos palestinos en Israel, con una desproporción en todos los indicadores de la guerra, con aspectos tan oscuros como las denuncias de eliminación selectiva de jóvenes y niños palestinos, la resistencia no se ha calmado. Al contrario, la estrategia del castigo colectivo, de la destrucción total de lo básico para vivir, de la asfixia y de todo lo indigno que deriva de ello, lo que hace es consolidar en las nuevas generaciones de palestinos un odio proporcional al desprecio discursivo y práctico de Israel. Cada víctima palestina enciende muchas otras rebeldías; Israel tendría que cometer un nuevo genocidio en la historia humana para que la estrategia del castigo y la humillación elimine la resistencia.
Si no se cuestionan y varían las lógicas desde las que la información nos presenta el conflicto, no se atisba posibilidad que al menos tienda a la estabilidad. A los gobiernos de Israel se les debe aclarar que la historia del pueblo judío no es patente de corso para destruir vecinos, en un fin de semana provocar más de mil víctimas en Palestina o virtualmente de desaparecerla del mapa. Eso en razón de que los defensores de las barbaridades que comete Israel siempre llegan al argumento del antisemitismo para descalificar la denuncia o la crítica de sus políticas.
Otro asunto que debe tratarse es el señalamiento de la figura del terrorismo. Si éste es el castigo a blancos civiles para generar terror en la población con objetivos políticos, el Estado y los gobiernos de Israel son o cometen actos terroristas. Matar más de trescientos palestinos en un fin de semana sean de Hamas o no, destruir infraestructura civil, con todas las consecuencias que de ello deriva, es un acto de terror. Ubicar a las violencias en su real dimensión y renovar el lenguaje en este conflicto es inevitable.
No se trata de irresponsabilizar a Hamas ni a la dirigencia palestina de lo que le compete, pero eso no significa que el problema es sólo causado por Hamas y la resistencia violenta. Regresemos al mapa, para reafirmar que la ocupación y la sistemática penetración de Israel a todo costo sobre Palestina, es el nudo que genera la secuencia violenta. Palestina está desapareciendo del mapa y Gaza es el ejemplo de lo aberrante que el mundo hoy puede llegar a ser. Los pro israelíes repiten que hay lugares en los que suceden cosas peores o mueren miles sin que el mundo diga nada. Pudiendo ser en algún sentido cierto, eso no impide ni condiciona el acercamiento a lo de Gaza ni la denuncia a la seguidilla de acciones de Israel hacia los que califica como sus enemigos.
La victimización de Israel por ser una isla próspera y democrática en medio de un mar de árabes y musulmanes que los quieren lanzar al mar, es algo extraña. No se conoce democracias con diez mil prisioneros políticos, con una ocupación que provoca una limpieza étnica, con gobiernos que autorizan matar a trescientos en un fin de semana o lanzan guerras que aniquilan civiles porque los utilizan escudos humanos. La realidad en Medio Oriente es filtrada y condicionada por un discurso unilateral de sentidos comunes, que anulan la correcta definición de los hechos y han construido un velo de impunidad sobre lo que Israel hace desde que decidió crear su Estado.
*Mapa de la ocupación israelí de palestina elaborado el 2001, antes de la salida de siete mil colonos israelíes de Gaza. Hoy la situación no ha mejorado en ambos territorios.
Alexandro Saco
28 12 2008
1 comentario:
Lo que Israel puede hacer es con apoyo USA, la ONU bajo el designio de los anglosajones no sirve para imponer el respeto a los Derechos Humanos y la autodeterminaciòn de los pueblos, tal el caso del pueblo palestino.
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