miércoles, 4 de febrero de 2009

Sinagoga profanada y lógicas


La profanación de la principal sinagoga de Caracas expresa un antisemitismo latente que ante determinados impulsos se convierte en manifiesto, recordándonos que este prejuicio social no se ha logrado superar; pero el hecho también es útil para acercarnos desde otros ángulos al conflicto palestino israelí y a algunas de sus contradicciones.

Si aplicásemos la misma lógica que culpabiliza a Hamas y sus provocaciones por la muerte de mil cuatrocientos palestinos, en el caso del ataque a la sinagoga de Mariperez, los responsables serían los gobernantes israelíes por provocar el antisemitismo con sus acciones bélicas. Pero como esa perspectiva es interesada, lo que corresponde es señalar que los responsables del ataque a la sinagoga son aquellos que lo perpetraron o incitaron, y en concordancia, que los responsables de la muerte de los palestinos son los que dispararon las armas o dieron autorización para producir las muertes.

Sin duda es condenable la profanación de un recinto religioso judío; ¿por qué no habría de serlo? Del mismo modo y con más razón, es condenable una masacre provenga de donde provenga. Ello, en relación al caso de Palestina e Israel, en el que los pro israelíes no tienen la actitud y al parecer la aptitud, para condenar los actos criminales que ejerce Israel sobre Palestina. Mientras que los que se identifican no utilitariamente con una posición más cercana a la causa palestina, sí pueden condenar los actos arbitrarios de Hamas o de profanadores de sinagogas.

Y esa resulta siendo una de las mayores contradicciones del pro israelismo, que contribuye a distanciar posiciones: no aceptar que existen hechos condenables que configuran la actual situación y que son eje del debate y de la búsqueda de convivencia. Como identificó bien la campaña con la que Clinton ganó su primera elección señalando: ¡Es la economía, estúpido!, en el caso de Palestina e Israel podemos ironizar diciendo: ¡Es la ocupación, estúpido! No incorporar esa pre condición en alguna negociación, hace improductivo todo contexto.

Frente a esa pre condición necesaria, uno de los argumentos a los que recurre Israel emplea el libreto de los regimenes autoritarios o dictatoriales: no se trata de buscar responsables, ni de mirar al pasado, sino de construir una paz a futuro. Pero ¿no es la práctica de Israel recurrir al pasado para validar sus acciones actuales? Los gobiernos de Israel y los pro israelíes apelan al pasado constantemente para justificar su proceder ahora. Citas recurrentes al genocidio de la segunda guerra mundial y a las distintas persecuciones que han sufrido los judíos, acciones concretas como las compensaciones por el genocidio o por la confiscación de propiedades judías en Europa el siglo pasado, o menciones referidas a que los judíos habitaron Palestina hace dos mil años, ¿no son referencias directas a un pasado que esos argumentos buscan mantener vigentes?

Por eso es incoherente que en el conflicto palestino israelí se pretenda levantar un tabú frente a hechos que tienen sesenta años de haber sucedido, como la expulsión de cientos de miles de palestinos en 1948, o cuarenta años en el caso de la ocupación. Para resolver en algo el nudo que genera el extremismo israelí (1), representado por sus actuales políticos, y el extremismo de Hamas, alimentado con la violencia ejercida sobre este grupo, hay que retroceder unos años y discutir el origen y las condiciones actuales de la vida en Palestina, a las que no escapan las confiscaciones de tierras o los once mil prisioneros encarcelados en Israel en contra del estado de derecho.

Algunos defensores de la política de Israel sobre Palestina sostienen que la crítica a la ocupación y a sus consecuencias, deriva de un malestar por la supervivencia del pueblo judío. Se trata de un argumento inaceptable que linda con el chantaje, ya que abiertamente ubica a todos los que condenamos la ocupación y creemos que ese es el asunto de fondo, como antisemitas, anti judíos o cosas por el estilo. Israel existe y lo razonable es que siga existiendo, a pesar de las sombras sobre las que se fundó y viene consolidando su Estado. Y son los que hacen que esa realidad se ponga en cuestión, los que evitan discutir ciertos hechos históricos o imputan antisemitismo alegremente.

Condenar el ataque a la sinagoga en Caracas es lo oportuno, ya que una cosa es el pueblo judío y su religión, y otra distinta un Estado, unos gobiernos y una ideología que justifica o simplemente anula masacres, misiles en mezquitas, millares de presos o confiscaciones de tierra continuas. ¿Algún pro israelí ha condenado los misiles que hacen volar por los aires mezquitas llenas de civiles?, ¿o sólo atinan a repetir que se trataba de refugios de terroristas y afirman el uso no demostrado de escudos humanos (2)? Si la misma medida que es aplicada a los actos que atentan contra la cultura judía, se aplicara a los actos que atentan contra la cultura palestina o musulmana que hacen explotar mezquitas en Medio Oriente (3), se avanzaría en la búsqueda de puntos comunes.

(1)El extremismo se fortalece en Israel con el avance de aviador Liberman y su partido que no acepta la propuesta de dos estados. Nota de El País: Netanyahu es el favorito. Las encuestas le otorgan alrededor de 30 escaños, por encima de Kadima partido encabezado por Livni. Se aúpa al tercer lugar Yisrael Beiteinu, la formación de Avigdor Lieberman, tildada por muchos israelíes de "fascista".
(2) No se ha demostrado que hamas utilice a civiles como escudos humanos. Mas bien hay informes de organismos de derechos humanos que señalan que las tropas de Israel utilizan a palestinos como escudos humanos.
(3) ¿Cuántas mezquitas has sido destruidas en Irak o en Palestina en los últimos años?

Alexandro Saco
2 2 2009

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