lunes, 8 de junio de 2009

Bagua: mentira oficial, masacre real


Los muertos son de todos y son iguales. Seguir con la contabilidad distintiva y camuflar a los muertos es alimentar el desencuentro. La manipulación gubernativa sigue firme porque la violencia no fue iniciada por los amazónicos. El tinglado acompañado por la comparsa de casi todos los medios de comunicación que emiten o editan desde Lima, pretende como Aznar el 11M, presentar el blanco como negro. Continuamos observando una estrategia que no se conforma con asesinar peruanos, sino que va por más y es capaz de negar su muerte. La respuesta luego de la acción inicial de guerra, con francotiradores, helicópteros y bombas, ha derivado en el ensañamiento también repudiable frente a la policía. Pero tanto la muerte de unos como de otros es responsabilidad básica del gobierno y de ciertos medios de comunicación.

Los sistemas para funcionar necesitan de una coherencia que los sustente. Una democracia no es tal si masacra y a pesar de eso niega la masacre. Una democracia no es tal si los azuzadores de masacres pasan por directores de diario ahora conductores de programas matutinos. Una democracia no distingue entre civilizados y salvajes, eso estaba bien para la edad media. El senderismo no está del lado de los ciudadanos de la selva que se rebelan, está incrustado en el gobierno y en ciertos medios de comunicación. El reflejo colonial es claro. Antes fue la cruz justificando el despojo, hoy es la cruz travestida en libre mercado empuñada por Alan García y una serie de impresentables.

Inequivoca responsabilidad
Lo que interesa ahora es hacer inequivoca la responsabilidad, evidenciar la conducción de una estrategia gubernativa que ya sumaba a mayo de este año 84 asesinatos extra judiciales, incluyendo la Masacre de Río Seco o los 47 asesinatos selectivos a miembros de bandas en Trujillo durante la gestión de Alva Castro. Los que pretendan seguir viviendo en la burbuja limeña, están en su derecho; pero no nos digan cuando suceda la próxima masacre que no estaba clara la sustancia del régimen.

La mayoría de medios, direccionados por el poder central y siendo políticamente correctos, pretenden arrodillar a los amazónicos para que asuman toda la responsabilidad de lo ocurrido. Pero la historia existe y este episodio no es más que un nuevo momento de la pretensión de expolio y eliminación que sobre los pueblos originarios aún se cierne. Si bien se ha asesinado injustamente a policías, esa reacción es la respuesta no sólo al autoritarismo aprista, sino a todo un estado de cosas que convierte a los amazónicos en seres sin alma. Lo cierto es que el centralismo depredador al que muchos tratan con respeto cobarde, es quien finalmente aprieta el gatillo, desde hace siglos así como el último cinco de junio.

Senderismo de derecha
La Vicaria de Bagua refiere cómo el toque de queda decretado desde las tres de la tarde está lacerando más las heridas; además se está deteniendo y maltratando a seres humanos por que tienen cara de selváticos. El centralismo pretende como siempre dibujar la historia a su antojo, pero la verdad oficial se desnuda a sí misma con su propaganda; la misma verdad oficial construida por todo proyecto autoritario, dictatorial o fascista. La evidencia del despropósito es clara: ni si quiera podemos saber cuántos muertos ha habido el viernes cinco porque el Uctubamba ya los debe haber fondeado.

La legalidad del gobierno existirá seguramente hasta el 28 de julio de 2011, porque la mayoría de actores en esta farsa no cree que una masacre ordenada desde Palacio de Gobierno sea suficiente para cuestionarla. Pero la legitimidad democrática se ha hecho trizas, principalmente porque gobernar para unos matando a otros no resiste ninguna justificación; y eso es lo que se ha implementado sin atenuante. Todo está bien desde Panamericana, América, ATV o TV Perú, los bancos funcionan, los vuelos llegan al Jorge Chávez y la bolsa de valores se recupera. Mientras, familiares de los policías caídos a gritos culpan a Alan García y familias amazónicas lloran sus desaparecidos inexistentes para Lima o bien muertos para el senderismo mediático encabezado por Correo y Frecuencia Latina.

Lo menos que se puede aspirar es que para una fecha simbólica para el centralismo pero inicua para los pueblos originarios, el 2021, el pro fascismo, el senderismo de derecha y el terror de Estado hayan sido arrinconados en la práctica política nacional. El sol naranja que se hunde en un río amazónico es lo que hay que conservar, petróleo y gas incluidos. Existe una guerra civil en el país, encubierta por la cotidianidad y la inmediatés, pero evidente para los afectados e interesados en acceder a la información y al poder. Esa guerra no se ha iniciado hoy y es tarea de todos buscar el equilibrio perdido; eso pasa por sincerar la realidad.

Alexandro Saco
7 6 2009







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