viernes, 3 de julio de 2009

¿BOX?


¿Es el box un deporte? No. Se trata ante todo de un espectáculo que involucra rasgos de la práctica deportiva. Por otro lado, ningún deporte implica la destrucción del otro sino la competencia. A pesar de que el box esté arbitrado, tenga reglas o use guantes para aminorar las lesiones, su objetivo es destruir al otro. No importa que la destrucción sea temporal, eso no anula su esencia. Todos los que hacemos deporte, conocemos que se trata de una de las prácticas que nos conecta con el universo interior y con el cosmos. La destrucción del otro no tiene cabida en la práctica deportiva.

La competencia en el deporte se da con el otro, o con los otros si se trata de equipos; y con uno mismo si se desarrolla una práctica individual. Existe también el deporte de aventura que implica adecuar la práctica a las condiciones naturales, para desde el individuo o el equipo lograr determinada meta. El caso de las artes marciales es distinto, ya que tiene que ver con la cosmovisión oriental del mundo. Toda práctica destructiva frente al competidor, así esté incorporada en los juegos olímpicos, puede tener rasgos de deporte pero no logra ser tal.

Se podría replicar que casi todos los deportes hoy buscan ser espectáculo para generar ingresos, y que pensar que no lo son es un romanticismo desfasado. Eso lo podrán sugerir aquellos que nunca en su vida han practicado algún deporte. Pero todos los que seguimos haciéndolo, sabemos incuestionablemente que la esencia deportiva nada tiene que ver con el espectáculo. El deporte convertido en espectáculo de hecho es protagonizado por deportistas, como los mundiales de tal o cual disciplina; pero ellos son una minoría: la minoría visible. Los demás somos millones y millones de humanos que en distintas condiciones y oportunidades nutrimos nuestra vida con alguna práctica deportiva.

Volviendo al box, es posible que los boxeadores sean en algún modo deportistas, pero ello no hace que el box como tal sea deporte. ¿Cómo así? El deporte es ante todo y procura salud. Las golpizas recibidas o dadas a lo largo de una carrera boxística, lo último que pueden dar al humano es salud. El box genera una serie de secuelas graves para el organismo, y en el propio cuadrilátero puede llevar a situaciones de gravedad y hasta a la muerte. Es obvio: ningún deporte puede producir la muerte culposa vía el impulso de la destrucción: el box sí puede matar.

Ahora bien, eso no quiere decir que el box no sea atractivo. Muchos disfrutamos al ver las peleas de Kina y queremos que gane. Nos encanta ver El Rincón del Box y las peleas históricas que Quique Pérez presenta. El asunto pasa por reconocer que el box refleja mucho de nuestro instinto tanático, de esa pulsión latente de destrucción y muerte que albergamos. Gusta ver el box porque nos reconocemos en esa búsqueda de destrucción. Gusta ver cómo un golpe hace tambalear al otro porque todos deseamos hacer eso mismo con alguien.

En eso reside la atracción que genera el box; sin dejar de mencionar que detrás del cuadrilátero se mueven una serie de intereses y mafias. Los boxeadores son deportistas truncos. Entrenan, se preparan, hacen deporte, pero todo conduce finalmente a lo opuesto que el deporte procura para los que lo practican. Para un deportista no hay nada igual a sentir el esfuerzo, exigirse en cada instante más que ayer, romper nuevamente una marca. De seguro el boxeador o todos los que realizan prácticas similares tienen esos mismos impulsos, pero el desenlace es diametralmente opuesto.

En buena hora los millones de humanos que hacemos deporte lo hacemos porque algo en él nos conecta con toda la vitalidad del cosmos, antes que con un reconocimiento público o ganar dinero. Que conviva el deporte con la generación de ingresos, como se expresa claramente en el fútbol, es un asunto de época. Posiblemente siga siendo así; pero con toda seguridad, los deportistas nos acercamos más a todas las culturas que conocieron esa conexión cósmica que a los espectáculos de hoy.

Alexandro Saco
21 6 2009

No hay comentarios.: