Es indicativo leer cómo cierta izquierda hace malabares para relativizar la represión en Irán, con el argumento de que se trata de una maniobra impulsada por EEUU, como se dio en el pasado. También es gracioso oír los ladridos de Rahola y de la derecha exigiendo que los que condenamos las masacres en Palestina ahora lo hagamos con el régimen iraní. Así es, los extremistas usan una u otra circunstancia para acusar al otro antes que pensar en las víctimas. En Irán existe un régimen fundamentalista y teocrático, que impide aflorar las libertades que su pueblo debe ejercer. Ese régimen amparado en lo divino, mantiene ejércitos paralelos, persigue, reprime y castiga constantemente, asesinando en la última semana a decenas de opositores.
Amadineyab y sus aliados sostienen que los pobres están con ellos, que las protestas son de la clase media y de estudiantes acomodados apoyados por intereses extranjeros: la excusa de la cercanía a los pobres y de la conspiración internacional para aplastar a los opositores. Las represalias que se aplican hace mucho a los que buscan libertades y democratización, se han hecho trasparentes ahora para el mundo. Si bien existen intereses que buscan que el régimen iraní se deslegitime, eso es secundario frente a la demanda de una buena parte de aquel país que le ha perdido el miedo a la teocracia, que coloca a Ala como parte de la pugna.
Condenar la represión en Irán y cuestionar la estructura político religiosa que sostiene ese Estado, no es avalar a los enemigos de Irán. Como era de esperarse, los pro israelíes han inundado la red para gritar que ellos desde hace mucho vienen previniendo al mundo de que Amadineyab es el Hitler del siglo XXI. Efectivamente el régimen iraní es arbitrario y retrogrado, pero eso no debe distraer la mirada del expolio, las masacres o el arrinconamiento abyecto que el Estado de Israel hace con los palestinos. Las características del gobierno iraní, no hacen menos grave todo lo que soporta Palestina desde hace décadas. De hecho, sería mejor cuando se habla de Irán hacerlo sólo de Irán, pero el aprovechamiento pro israelí de la actual situación obliga a deslindar.
No se trata de contrabandear la posición ideológica o el interés, en la defensa o condena de determinada situación. Se trata de colocar por delante algo que no es patrimonio ni de derechistas ni de izquierdistas: la libertad individual para el desarrollo social. Luego de eso, las ideologías y todos los ismos pueden jalar agua para el molino que se les antoje. Aprovechar esta situación para justificarla o relativizar otro escenario, evidencia que para algunos la libertad de los iraníes no es lo que realmente importa.
Difícil establecer qué horizonte depara esta rebelión justificada frente a la teocracia. Que China y Rusia avalen a Amadineyab indica que los regímenes represivos se protegen entre ellos. Lo que es claro es que el statu quo en Irán se ha roto. Pero, más allá de que Amadineyab ahonde la falta de libertades y la represión, ello no implica que varias de las cosas que este testaferro de los ayatolas ha defendido sean desechadas. Existe una intensión evidente, comprobada e histórica de la injerencia de EEUU en esta zona petrolera; existe el interés de Israel para que un nuevo gobierno en Irán sea genuflexo frente a la ocupación de Palestina. De hecho, la sociedad iraní debería comprender que debilitar a los ayatolas no significa renunciar a ser la gran nación de Medio Oriente con todo lo que eso implica: no convertirse en lo que fue antes de la revolución islámica de 1979.
Sea en Chechenia, Kurdistán, Tibet, Amazonía, Sahara Occidental, Palestina u otras zonas del mundo en donde la opresión se ha normalizado por distintos intereses, lo que corresponde es defender la libertad de esas sociedades; pero para algunos es más sencillo acomodarse a un lado del tablero para abonar un interés inmediato. Cuando la ideología no es razón de Estado o causa impermeable, las cosas se observan mejor. Una buena parte de la sociedad iraní, pobre o no, rechaza al régimen teocrático que ha manipula una elección, asesina y controla la información. ¿Acaso alguien pensó que eso se podía relativizar?
Alexandro Saco
21 6 2009
Amadineyab y sus aliados sostienen que los pobres están con ellos, que las protestas son de la clase media y de estudiantes acomodados apoyados por intereses extranjeros: la excusa de la cercanía a los pobres y de la conspiración internacional para aplastar a los opositores. Las represalias que se aplican hace mucho a los que buscan libertades y democratización, se han hecho trasparentes ahora para el mundo. Si bien existen intereses que buscan que el régimen iraní se deslegitime, eso es secundario frente a la demanda de una buena parte de aquel país que le ha perdido el miedo a la teocracia, que coloca a Ala como parte de la pugna.
Condenar la represión en Irán y cuestionar la estructura político religiosa que sostiene ese Estado, no es avalar a los enemigos de Irán. Como era de esperarse, los pro israelíes han inundado la red para gritar que ellos desde hace mucho vienen previniendo al mundo de que Amadineyab es el Hitler del siglo XXI. Efectivamente el régimen iraní es arbitrario y retrogrado, pero eso no debe distraer la mirada del expolio, las masacres o el arrinconamiento abyecto que el Estado de Israel hace con los palestinos. Las características del gobierno iraní, no hacen menos grave todo lo que soporta Palestina desde hace décadas. De hecho, sería mejor cuando se habla de Irán hacerlo sólo de Irán, pero el aprovechamiento pro israelí de la actual situación obliga a deslindar.
No se trata de contrabandear la posición ideológica o el interés, en la defensa o condena de determinada situación. Se trata de colocar por delante algo que no es patrimonio ni de derechistas ni de izquierdistas: la libertad individual para el desarrollo social. Luego de eso, las ideologías y todos los ismos pueden jalar agua para el molino que se les antoje. Aprovechar esta situación para justificarla o relativizar otro escenario, evidencia que para algunos la libertad de los iraníes no es lo que realmente importa.
Difícil establecer qué horizonte depara esta rebelión justificada frente a la teocracia. Que China y Rusia avalen a Amadineyab indica que los regímenes represivos se protegen entre ellos. Lo que es claro es que el statu quo en Irán se ha roto. Pero, más allá de que Amadineyab ahonde la falta de libertades y la represión, ello no implica que varias de las cosas que este testaferro de los ayatolas ha defendido sean desechadas. Existe una intensión evidente, comprobada e histórica de la injerencia de EEUU en esta zona petrolera; existe el interés de Israel para que un nuevo gobierno en Irán sea genuflexo frente a la ocupación de Palestina. De hecho, la sociedad iraní debería comprender que debilitar a los ayatolas no significa renunciar a ser la gran nación de Medio Oriente con todo lo que eso implica: no convertirse en lo que fue antes de la revolución islámica de 1979.
Sea en Chechenia, Kurdistán, Tibet, Amazonía, Sahara Occidental, Palestina u otras zonas del mundo en donde la opresión se ha normalizado por distintos intereses, lo que corresponde es defender la libertad de esas sociedades; pero para algunos es más sencillo acomodarse a un lado del tablero para abonar un interés inmediato. Cuando la ideología no es razón de Estado o causa impermeable, las cosas se observan mejor. Una buena parte de la sociedad iraní, pobre o no, rechaza al régimen teocrático que ha manipula una elección, asesina y controla la información. ¿Acaso alguien pensó que eso se podía relativizar?
Alexandro Saco
21 6 2009
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