miércoles, 23 de diciembre de 2009

Interpretando a Sen: Señor globalizado


La procesión del Señor de los Milagros se sigue glocalizando; se desarrolla con cada vez más personas en ciudades de los EEUU, de la UE y de Latinoamérica, así como en varias otras ciudades de nuestro país. Evidencia de que lo global y lo local pueden coexistir desde una misma acción. La cultura popular peruana está iniciando, (como con la culinaria), uno de los aportes más interesantes en cuanto a movilización y religiosidad. No se trata de una situación que la Iglesia Católica pueda irrogarse; es antes que nada manifestación popular, independiente, no institucional.

La globalización como palabra es de corta data, pero como hecho milenaria. Si bien diera la apariencia de que se trata de una diseminación de la cultura occidental por sobre las otras, como señala Amartya Sen en Primero la gente, ello no necesariamente es así. Elementos relevantes de la difusión y alcance global de las ideas como el papel y la imprenta, u otros como la pólvora o la brújula, procedieron de Oriente y no del Mediterráneo. Y así podríamos rastrear aspectos ligados a las prácticas democráticas, que se presentaron antes en civilizaciones no occidentales que en éstas; la democracia no es una creación occidental por ejemplo, sino que en ella confluyen diversas prácticas políticas anteriores o paralelas a las de las ciudades Estado griegas.

Otra de las interesantes contradicciones que advierte Sen sobre la globalización, es que por ejemplo los denominados o autodenominados movimientos anti globalización, son la respuesta política más globalizada frente al sistema que pueda haber. Todo el mundo conoce las acciones de estos grupos, que además hacen el esfuerzo por estar presentes en cuanta reunión relevante de las potencias exista. Así, la globalización es el canal que los antiglobalización usan para oponerse a ésta. Es interesante, porque evidencia que la interconexión global que vivimos no es univoca así pretenda serlo; pero hace reparar en la preocupación por el control de los contenidos de la red, ya que ésta en sí misma es vertiginosa y vitrina de la crítica antiglobal.

Una de las preguntas que emana es ¿qué tanto se puede y se debería hacer para reorientar la globalización y si ello es posible o no? Si aceptamos que estamos ante un hecho milenario que hoy presenta una velocidad y características antes impensadas, entonces más que el combate a la globalización el asunto sería identificar qué prácticas estatales o privadas atentan contra las libertades y con ello impiden un desarrollo social acorde a las expectativas de una humanidad en progreso. Así, constatamos que existen prácticas globales que van en contra del principio de la globalización, que supuestamente es que todos en todas partes accedan a lo mismo; esas prácticas son identificables sin mayor esfuerzo y atañen casi siempre al control y aprovechamiento indebido que estados, empresas, sectas o bandas ejercen.

La globalización no debe ser vista como la consolidación de limitaciones para lograr niveles de vida mejores; al contrario, debe ser empujada hacia la expansión de los beneficios que la ciencia, la tecnología, la democracia, la protección social traen. Ello requiere sincerar de qué estamos hablando, ¿de la globalización como coartada para limitar las libertades individuales vía supuestos neoliberales, o de una expansión de condiciones de vida favorables? Sin duda la globalización debe ser lo segundo antes que lo primero. Y si se sostiene que ésta debe privilegiar una estabilidad que favorezca sólo al gran capital, pues se trata a un conservadurismo anti liberal que pretende que todo siga igual pero se exprese en palabras nuevas para que parezca distinto.

El Señor de los Milagros demuestra que con la globalización nos podemos favorecer e influir culturalmente. No sólo es esta manifestación la que hoy divulgamos por el mundo; estamos ante un horizonte expectante como país. Para aprovecharlo es necesario reinterpretar los límites que las palabras y conceptos han pretendido asentar, para desde un ángulo distinto, orientar hechos que a primera vista parecieran encerrar sólo imposiciones externas; despejando las tendencias que se han pretendido apropiar de una continuidad histórica hoy llamada globalización, es posible revertir lo que ésta ha promovido como única alternativa.

Alexandro Saco
18 10 2009

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