lunes, 14 de enero de 2013

REFORMA DE SALUD: SOCIEDAD, ESTADO, MERCADO - Nueva relación

El DRAE define reforma como la acción de reformar. Reformar: Volver a formar, rehacer. Recuperar y aplicar el sentido de las palabras es clave para que las acciones que sobre ellas se convocan o proponen no se distorsionen. En ese contexto hay que entender y asumir la Resolución Suprema 001 – 2013 – SA, que encarga al Consejo Nacional de Salud (CNS) la tarea de formular y proponer medidas y acciones que permitan la Reforma del Sector Salud y el fortalecimiento del Sistema Nacional de Salud (SNS).

El reto planteado va hacia la necesidad de volver a formar o rehacer el SNS; la firma del Presidente Ollanta Humala en esta RS no debe significar, como en otras reformas, un simple maquillaje o decisiones administrativas que se presenten como lo máximo que se puede lograr. El caso de la “reforma” del sistema privado de pensiones evidencia la clase de procesos que se pretenden hacer pasar por reformas: cuando el país requiere avanzar hacia un sistema de seguridad social que  logre que todos cuenten con una pensión digna, lo que la nueva normatividad nos deja es una supuesta baja de las comisiones de las AFP; en suma, una burla (sólo las comisiones de las AFP llegan a 1000 millones de soles al año y Pensión 65 hoy no supera los 200 millones).
El proceso convocado por el Presidente de la República y por el MINSA deberá ser el abordaje, el trasparentar y proponer para que el SNS avance indefectiblemente hacia: el universalismo solidario (para todos con el aporte de todos), la integralidad (cobertura de casi todos los daños y aminoramiento de los riesgos), en el marco del respeto a los derechos de la ciudadanía desde la perspectiva de los derechos humanos. Para ello se requiere un sinceramiento de los principales factores, tendencias, intereses, reivindicaciones y aspiraciones (fuerza laboral en salud) que atraviesan el sector y el sistema de salud.
Sociedad, Estado, mercado
Estamos ante la posibilidad y la necesidad de rehacer las relaciones entre sociedad, Estado y mercado, que son los tres actores que originan y producen las relaciones y funciones del sistema de salud. Qué demanda y exige la sociedad de su sistema de salud; cuál es el alcance de la responsabilidad del Estado frente a la salud de la población (según los tratados suscritos por el país que son leyes nacionales, es garantizar el derecho a la salud); cómo se regula y orienta el rol del mercado en relación a la salud, teniendo en cuenta que estamos no frente a un objeto de mercado sino frente a un derecho humano.
Esas son las preguntas iniciales que el proceso de reforma debe encarar, superando el riesgo de entramparse en un debate de medidas administrativas y acuerdos limitados. Por eso hay que tener en claro que el SNS comprende a todos los actores que desarrollan y producen salud o elementos relacionados con ésta, sean públicos o privados, y que el MINSA (el Estado finalmente) posee la rectoría (que hay que fortalecer y legitimar) sobre éstos.
Luego de esas definiciones básicas se podrá tener la perspectiva para desarrollar las medidas y orientaciones necesarias, aplicación de enfoques, procesos y mecanismos administrativos, delimitaciones de competencias y funciones. No a la inversa y aisladamente. Si el gobierno y sus autoridades no están en la vocación (o la correlación de fuerzas se lo impide) de cumplir con el sentido de lo que se ha convocado el martes 9 de enero en la RS aparecida en El Peruano, el impulso para la real reforma del SNS seguirá latente, desarrollándose en paralelo, acumulando; ello porque no habrá posibilidad de avanzar hacia el desarrollo social sin un ordenamiento sanitario que ponga por delante a la sociedad en su conjunto y al ser humano en su individualidad como fin de la labor estatal.
Algunas ideas aplicables a la nueva relación entre sociedad, Estado y mercado para la reforma del SNS:

Ø  Tod@s los ciudadanos peruanos deben estar en capacidad de ejercer su derecho a ser protegidos y atendidos en la particularidad de su individualidad y en el campo de la salud colectiva, independientemente de su aporte directo o indirecto a un fondo solidario de protección en salud.
Ø  Reconocimiento de un sistema mixto de financiamiento que se proyecte a cubrir a toda la población a través de aporte contributivo ligado al trabajo decente, y vía impuestos que se dirijan al fondo del SIS. Una vez equilibrados los per cápitas de ambos sistemas se puede pensar en una integración. Hoy la articulación debe seguir avanzando.
Ø  Expansión de la lógica de la seguridad social en salud (que hoy a pesar del embate privatista mantiene el seguro social) hacia el Seguro Integral de Salud, para que éste pase de ser un subsidio focalizado a la pobreza, a ser un segundo sistema de seguridad social en salud, que en sus alcances tienda a igualar al seguro social (ruta atención de cáncer y alto costo), avanzado hacia capas independientes no incorporadas a la planilla laboral.
Ø  Participación del sector privado en la provisión de los servicios de salud; no en la conformación de fondos de financiamiento de salud, hoy IAFAS. Ello implica la revisión de la ley de AUS y su reglamento.
Ø  Elevación de las condiciones de los sistemas públicos como obligación estatal postergada y como mecanismo para contener la desordenada y desregulada aparición de seguros privados de salud.
Ø  Impulso a formas innovadoras (reorientación de las existentes) de relación y asociación entre el sector público y el privado, donde el sector público coloca las condiciones de la participación en el abordaje de la salud, desde su capacidad de financiamiento, regulación y sanción.
Ø  Desmontaje de trabas administrativas lacerantes para la ciudadanía en los sistemas de salud, identificando los cuellos de botella que impiden el adecuado flujo administrativo, así como las redes de corrupción públicas y privadas que impiden el adecuado desarrollo del sistema.
Ø  Reconocimiento de la necesidad de contar con una política que incorpore las demandas de la fuerza laboral en salud de la mano con compromisos en pro de la población.
Ø  Definición de las grandes decisiones y políticas de salud desde la legitimidad que concede un Consejo Nacional de Salud recompuesto para que en este se refleje la diversidad del país, teniendo como hito la Asamblea Nacional de Salud que se debe celebrar cada dos años.

Alexandro Saco

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