El reto planteado
va hacia la necesidad de volver a formar o rehacer el SNS; la firma del
Presidente Ollanta Humala en esta RS no debe significar, como en otras
reformas, un simple maquillaje o decisiones administrativas que se presenten
como lo máximo que se puede lograr. El caso de la “reforma” del sistema privado
de pensiones evidencia la clase de procesos que se pretenden hacer pasar por
reformas: cuando el país requiere avanzar hacia un sistema de seguridad social
que logre que todos cuenten con una
pensión digna, lo que la nueva normatividad nos deja es una supuesta baja de
las comisiones de las AFP; en suma, una burla (sólo las comisiones de las AFP
llegan a 1000 millones de soles al año y Pensión 65 hoy no supera los 200
millones).
El proceso
convocado por el Presidente de la República y por el MINSA deberá ser el
abordaje, el trasparentar y proponer para que el SNS avance indefectiblemente
hacia: el universalismo solidario (para todos con el aporte de todos), la
integralidad (cobertura de casi todos los daños y aminoramiento de los
riesgos), en el marco del respeto a los derechos de la ciudadanía desde la
perspectiva de los derechos humanos. Para ello se requiere un sinceramiento de
los principales factores, tendencias, intereses, reivindicaciones y
aspiraciones (fuerza laboral en salud) que atraviesan el sector y el sistema de
salud.
Sociedad, Estado, mercado
Estamos ante la
posibilidad y la necesidad de rehacer las relaciones entre sociedad, Estado y mercado,
que son los tres actores que originan y producen las relaciones y funciones del
sistema de salud. Qué demanda y exige la sociedad de su sistema de salud; cuál
es el alcance de la responsabilidad del Estado frente a la salud de la
población (según los tratados suscritos por el país que son leyes nacionales,
es garantizar el derecho a la salud); cómo se regula y orienta el rol del
mercado en relación a la salud, teniendo en cuenta que estamos no frente a un
objeto de mercado sino frente a un derecho humano.
Esas son las
preguntas iniciales que el proceso de reforma debe encarar, superando el riesgo
de entramparse en un debate de medidas administrativas y acuerdos limitados.
Por eso hay que tener en claro que el SNS comprende a todos los actores que
desarrollan y producen salud o elementos relacionados con ésta, sean públicos o
privados, y que el MINSA (el Estado finalmente) posee la rectoría (que hay que
fortalecer y legitimar) sobre éstos.
Luego de esas
definiciones básicas se podrá tener la perspectiva para desarrollar las medidas
y orientaciones necesarias, aplicación de enfoques, procesos y mecanismos
administrativos, delimitaciones de competencias y funciones. No a la inversa y
aisladamente. Si el gobierno y sus autoridades no están en la vocación (o la
correlación de fuerzas se lo impide) de cumplir con el sentido de lo que se ha
convocado el martes 9 de enero en la RS aparecida en El Peruano, el impulso
para la real reforma del SNS seguirá latente, desarrollándose en paralelo,
acumulando; ello porque no habrá posibilidad de avanzar hacia el desarrollo
social sin un ordenamiento sanitario que ponga por delante a la sociedad en su
conjunto y al ser humano en su individualidad como fin de la labor estatal.
Algunas ideas aplicables a la nueva relación
entre sociedad, Estado y mercado para la reforma del SNS:
Ø
Tod@s los ciudadanos
peruanos deben estar en capacidad de ejercer su derecho a ser protegidos y atendidos
en la particularidad de su individualidad y en el campo de la salud colectiva,
independientemente de su aporte directo o indirecto a un fondo solidario de
protección en salud.
Ø
Reconocimiento de un
sistema mixto de financiamiento que se proyecte a cubrir a toda la población a
través de aporte contributivo ligado al trabajo decente, y vía impuestos que se
dirijan al fondo del SIS. Una vez equilibrados los per cápitas de ambos
sistemas se puede pensar en una integración. Hoy la articulación debe seguir
avanzando.
Ø
Expansión de la lógica de
la seguridad social en salud (que hoy a pesar del embate privatista mantiene el
seguro social) hacia el Seguro Integral de Salud, para que éste pase de ser un
subsidio focalizado a la pobreza, a ser un segundo sistema de seguridad social
en salud, que en sus alcances tienda a igualar al seguro social (ruta atención de
cáncer y alto costo), avanzado hacia capas independientes no incorporadas a la
planilla laboral.
Ø
Participación del sector
privado en la provisión de los servicios de salud; no en la conformación de
fondos de financiamiento de salud, hoy IAFAS. Ello implica la revisión de la
ley de AUS y su reglamento.
Ø
Elevación de las
condiciones de los sistemas públicos como obligación estatal postergada y como
mecanismo para contener la desordenada y desregulada aparición de seguros
privados de salud.
Ø
Impulso a formas
innovadoras (reorientación de las existentes) de relación y asociación entre el
sector público y el privado, donde el sector público coloca las condiciones de
la participación en el abordaje de la salud, desde su capacidad de
financiamiento, regulación y sanción.
Ø
Desmontaje de trabas
administrativas lacerantes para la ciudadanía en los sistemas de salud,
identificando los cuellos de botella que impiden el adecuado flujo
administrativo, así como las redes de corrupción públicas y privadas que
impiden el adecuado desarrollo del sistema.
Ø
Reconocimiento de la
necesidad de contar con una política que incorpore las demandas de la fuerza
laboral en salud de la mano con compromisos en pro de la población.
Ø Definición
de las grandes decisiones y políticas de salud desde la legitimidad que concede
un Consejo Nacional de Salud recompuesto para que en este se refleje la
diversidad del país, teniendo como hito la Asamblea Nacional de Salud que se
debe celebrar cada dos años.
Alexandro Saco
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