martes, 21 de marzo de 2006

Destruir a Ollanta

De los análisis pre electorales, el de Carlos Tapia resulta el más atinado. Sostiene que el problema no es Ollanta Humala, sino que éste es la representación de una fractura mucho más profunda de la realidad política peruana. Es decir, si no existiera Ollanta, algún otro sería el que represente ese caudal electoral. Sobre ese caudal de votos se ha dicho muchas cosas: resentimiento, ignorancia, violencia, racismo, primitivismo, estupidez y quién sabe qué más cosas mientras se acerca el 9 de abril. Por el contrario, parece vetado hacer el esfuerzo por entender qué hay detrás de ese voto inmune a la parcialización de la bolsa, los inversores, el dólar, Valenzuela o Correo.

Veamos algunas incoherencias actuales. Lourdes Flores hace un llamado a la unidad, acorde con el editorial de El Comercio, para que la campaña sea entre los demócratas y los autoritarios, entre la violencia y la paz. Pregunta ¿Quiénes fueron los que trataron al AN, espacio de unidad y consensos, como un estorbo inservible? Unidad nacional y Lourdes Flores. Pregunta ¿Quiénes rechazan y rechazaron el Informe Final de la CVR y niegan que hubiera sistemáticas violaciones a los DDHH? Lourdes Flores y Unidad Nacional. Por eso es patético que ahora en sus mítines se exhiba el dolor de los familiares de los muertos en Andahuaylas. Lo mismo puede decirse de García.

Otra de las incoherencias tiene que ver con el giro discursivo de la campaña. Todos los análisis reconocen que se ha humalizado y no hay más que oír a Lourdes o García cómo ahora hablan de temas que eran tabú en su campaña. Hace unos meses hablar de renegociar contratos era casi subversivo, ahora se acepta. Hace unos meses Lourdes no hablaba del contenido social de sus propuestas, ahora no hay día en que no lo repita. Es decir, los contrincantes han tomado algunas de las banderas humalistas, pero hacen contorsiones por distanciarse de ello.

Ahora bien. Humala tiene flancos débiles que aún no puede controlar. La imputaciones de Madre Mía, las ideas delirantes y racistas de su padre, el hermano encarcelado, la sombra de Hugo Chávez y toda la ciencia ficción que se ha creado sobre un posible gobierno suyo que ha penetrado en sectores de la sociedad. Pero todo ello no ha sido suficiente para detener el impulso con el que cuenta.

Una de las razones puede ser que los llamados a la unidad frente a la sombra autoritaria o dictatorial, resultan ridículos cuando los ahora demócratas se la han pasado los últimos cinco años haciendo de todo, menos dejar de lado sus intereses por los consensos necesarios que el país reclamaba, olvidando que la democracia es también acuerdo. Ah, pero es más fácil decirle a la gente bruta torpe ignorante y racista. Muchos percibimos que esos llamados a la unidad no son más que una reacción, en algunos casos desbocada, de los mismos que nos pretenden aterrorizar con la subida del dólar, la caída de la bolsa y la huida de las inversiones, como si ese cuento fuera nuevo. De ello no se libran los medios de comunicación, que así digan que son irresponsables políticamente pues no lo son.

En una campaña en la que a gritos se exigió propuestas, ahora hay un cierra filas para que la dicotomía violencia - paz sea la que guié el voto. Una vez más se plantea mal la estrategia. Vencer a Ollanta no requiere un coro de agoreros de la catástrofe, sino de creatividad, que no existe en sus opositores. Cual Fujimori, del que dicen que Ollanta es la continuación, Lourdes y Alan copian la burda estrategia de poner al senderismo como el fiel de la balanza. Y como son tan ciegos, en las zonas más afectadas por Sendero, el voto les es más esquivo.

Dicen que Ollanta es violencia, racismo, salto al vacío; pero eso es difícil de sostener mientras éste no ejerza el poder, y se crea que la violencia sólo es lanzar frutas y piedras. Violencia la de los medios que nunca superaron el estilo montesinista, la que hubo por parte del gobierno aprista, violencia la que Fujimori nos endilgó diez años y de la que Lourdes no puede separarse vía Rey o por ella misma yendo al matrimonio de Keiko, qué más simpatía con la dictadura fujimorista. Pero ahora Ollanta es Sendero, Gonzalo; paradojas de la guerra quizá, en la que combatió a los senderistas en el monte o en la puna; ah, es que es un cachaco y los cachacos son ciudadanos de segunda.

Inútil pensar que la recta final de la campaña tendrá ideas. Cuando nos quejamos miramos a Chile, pero allá nunca se ha hecho un uso tan burdo de su época negra como acá la TV y los candidatos hacen. La polarización parte de los que no quieren comprender y sólo adjetivar. Hace tres meses se está tratando de matar a Ollanta y sólo lo hacen crecer. La mirada desde Lima es miope. Humala no es lo mejor que tenemos, a veces es perceptible su tendencia autoritaria y su nacionalismo que se puede desbocar. Pero lo que sí es seguro, es que no es peor que sus contrincantes que como loros repiten Sendero, violencia, racismo, ignorancia.

Alexandro Saco
21 3 2006
www.radiosanborja.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

LA FRAGILIDAD DE OLLANTA

La fractura profunda, que de hecho existe en la realidad política peruana, efectivamente tiene como representante a Ollanta Humala y a sus principales voceros, oscuros y desconocidos personajes, en el bastante venido a menos escenario político peruano. Y como bien lo expresa Alexandro Saco, de no ser Ollanta, otro hubiese sido quien representara este caudal electoral. Sin embargo, esto no tiene por qué convertirnos en seres pasivos, al punto de tener que asumir un hecho fáctico y producto de la emotividad popular, como una condena a la cual nos sometemos con el silencio propio de los culpables. Es decir, si el Comandamente Humala, con sus trasnochadas convicciones nacionalistas, es capaz de arrastrar masas ávidas de justicia, esa no es razón para abandonar la lucha de aquellos que no pensamos como él. Los gobiernos basados en el resentimiento popular, fueron siempre efímeros por naturaleza y por tradición también, los principales causantes del ahondamiento de las crisis que los condujo al poder. Y si Cuba es una excepción, bueno pues, ese ejemplo habla mucho por sí solo.
Se menciona en el artículo de AS incluso, una aparente incoherencia por parte de Lourdes Flores, debido al desinterés que mostrara por el AN. No recordamos sin embargo, que las diferencias forman parte de una democracia, que aunque insípida, nos permite aún discrepar sobre las formas más adecuadas de una unidad siempre deseada. En cuanto a la manera en que algunos integrantes de UN cuestionaron el Informe Final de la CVR, es curioso que se apele a este tema, pues precisamente, si es que algunos miembros de UN se expresaron en contra de este documento, fue precisamente por considerarlo en exceso benévolo con el Senderismo. Lo que hacen ahora, es sólo demostrar consecuencia y una línea clara y definida. Cuestionaron la benevolencia que mostró la CVR frente el senderismo y ahora cuestionan la benevolencia mostrada por el patriarca de los Humala hacia sus nefastos líderes. Más allá de estar o no de acuerdo con ellos, están en su línea y eso merece respeto.
Cabe también comentar acerca del llamado hacia la unidad nacional que efectúan los partidos conocidos como tradicionales. Es cierto que pueden resultar poco digeribles si miramos el apetito desmedido de poder que muestran muchos de ellos. Sin embargo, la simple realidad de vivir en democracia, nos permite usar el sentido común para entender que los partidos políticos existen para eso, para acceder al poder. La madurez democrática de nuestro pueblo, obtenida a través de una educación que no caerá de los árboles ni de las sentencias militaristas, será la que los obligará a anteponer los intereses nacionales frente a los egoístas intereses partidarios. Y si bien, jamás se conseguirá un pensamiento uniforme, la convivencia de ideologías opuestas y disímiles, resultará un motivo de felicitación en vez de uno de lamento.

Existen, pues, diferencias entre los que se aprovechan del resentimiento del pueblo y aquellos, que con defectos y taras, caminan sobre una línea trazada por una cultura democrática que a toda costa debemos tratar de preservar.

En cuanto a la invulnerabilidad de Ollanta, su punto débil no está en la prensa, ni en la Valenzuela ni en El Comercio. Está en sí mismo y sus ideas.

Y eso, lo vuelve demasiado frágil.