domingo, 30 de abril de 2006

Chavezlandia en globolandia

Chavezlandia es un lugar y un tiempo en el que la justicia social, la integración sudamericana, el antiimperialismo, y las demás ideas para un mundo menos excluyente, se desdibujan abiertamente por la arbitrariedad, la verticalidad, la impertinencia y el culto al líder que Hugo Chávez ejerce y convoca. La voluntad de cambio nacional y de reordenamiento mundial, no pueden ir a la par de un discurso beligerante. Flaco favor es el que, desde sus auditorios colmados de incondicionales, Chávez le hace a los que en cierto sentido han captado el temperamento de amplios sectores sociales que descreen de lo que la política y la economía nos vende a inicios del siglo XXI.

Venezuela ha producido a Chávez por la arrogancia de su clase política en las décadas anteriores y es muy posible que lo tenga que aceptar varios años más por la histeria con la que hasta hoy se conduce la oposición. Los extremos venezolanos, representados por un lado por el gobierno autocrático, y por el otro por los medios de comunicación y por la iglesia, también intransigentes, crean un panorama desesperanzado. Petkoff, hombre de izquierdas y director del diario TalCual, ha tomado la valiente decisión de enfrentar la carrera electoral. Tratará de unificar a la oposición, pero lo más probable es que su calma no trascienda a los demás opositores en esta campaña.

El Perú en el actual escenario latinoamericano se convierte en una pieza clave, aunque Chávez hierra al considerar que Ollanta es un aliado a lo Evo. El candidato peruano se acercaría más a un Krichner, pero su procedencia militar le crea un impedimento difícil de superar que pareciera levantar un espíritu de cuerpo en esta hora clave frente a Chávez. La segunda vuelta electoral peruana la viene ganando sin duda Alan García, primero por las vueltas que Ollanta da para aceptar el ineludible debate, por la no bien vista visita a la tumba de Haya y finalmente por el enfrentamiento contraproducente de Chávez con el Perú, que no ha hecho más que colocar a Alan frente a Chávez empequeñeciendo la figura de Ollanta.

A pesar de lo sucedido, sería arrogante que los que apoyan ahora a Alan, más que el propio APRA, sientan que la elección está casi ganada y en su euforia arrastren al candidato odiado y ahora querido, al mismo lugar que a Lourdes por la grotesca parcialización con que actuaron. Desde los análisis se pueden interpretar los actos políticos, pero el voto de la ciudadanía más de una vez sorprende. Habrá que ver hasta qué punto las actitudes de Chávez son rechazadas, y si la mayorías las interpretan igual que los análisis políticos y el enfoque mediático. Si fuera así Alan la tendría casi segura, y Ollanta tendrá que hacer o esperar algo extraordinario para revertir este inicio de campaña.

Si a principios de enero todo le salía bien al candidato nacionalista y casi llega a convertirse en un aluvión electoral, la última semana debe de haber puesto los pelos de punta a su comando de campaña. Ya que más allá de una campaña publicitaria eficaz como la anterior y las reuniones que ha venido sosteniendo, ahora Ollanta necesita una vuelta de tuerca contundente. Hallar la ecuación en la que se le perciba como parte del cambio latinoamericano pero sin ser un soldado de la revolución bolivariana, le va a costar mucho, quizá hasta pelearse con Chávez para así dilucidar qué tanto de mito o de verdad hay en esa relación. No las tiene consigo Ollanta ahora, la torpeza chavista ha creado una solidaridad que Alan no imaginó en su más dulce sueño. Los temas de fondo nuevamente se diluyen y la campaña se juega también en un escenario de confrontación internacional mayor.

Muchas de las cosas que señala Chávez no dejan de ser ciertas por que las diga de la forma en que lo hace. Chávez no es un accidente de la naturaleza, es el producto lógico de un orden excluyente como su discurso, arbitrario como algunas de sus acciones. Pero si Chávez es divisionista, lo es también la acción de su principal rival político, que no amenaza con los gritos sino desde el escudo del Consejo de Seguridad de la ONU. El mundo engendra lo que sus estructuras delinean. Chávez distorsiona ideas validas, su actitud aleja el sentido de las reivindicaciones nacionales y de los proyectos regionales. Reivindicaciones válidas mientras la globalización no sea más que globolandia, lugar y tiempo en el que sólo vive una sexta parte de la humanidad.

Alexandro Saco
Abogado Comunicador
Civilización
www.radiosanborja.com

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