jueves, 4 de mayo de 2006

Evo globalizado

En qué momento la soberanía estatal se transformó en una súplica que hay que extender a las grandes empresas para tratar de ejercerla. Como que nos han tomado distraídos, y de un tiempo a esta parte aquel Estado pobre que pretende ordenar los temas relativos a sus recursos naturales se convierte en un Estado que violenta las “reglas de juego”. Y qué son esas palabras mágicas, inapelables, casi dogmáticas a las que hay que someter a las poblaciones para no “espantar a las inversiones”. Es que acaso no vemos como en mundo próspero mueve las piezas cada vez que sus intereses nacionales o estratégicos lo requieren. Lo que sucede es que de tanto repetir el rollo neoliberal hemos llegado a creernos que la soberanía es casi una declaración de guerra, que los recursos naturales no nos pertenecen, que los inversionistas son unos seres superiores que de buenas gentes nos darán unos cuantos puestos de trabajo, y por ende seguiremos esperanzados en el consuelo del chorreo. Chorreo si te portas bien, sino al rincón con orejas de burro.

El asunto es que debe quedar claro que los recursos naturales son propiedad de un Estado que representa a su población. Así como en lo privado existe la propiedad como un derecho indiscutible, en lo público también existe la propiedad. Los estados son entonces los que determinan qué hacer son sus propiedades: explotarlas y recibir mínimos impuestos, explotarlas en una asociación que les reporte más ingresos, o en última instancia hacer lo que Evo en Bolivia, forzar una situación de hecho para partiendo de ahí variar la relación recursos/empresas/país.

Si bien existen contratos entre el Estado boliviano y las empresas que explotan los recursos energéticos, hay que entender su procedencia, las condiciones en que se firmaron, quiénes los firmaron y a que intereses respondían. Tomando otra vez lo privado como referencia, es obvio que si una persona natural o jurídica hereda o asume unas condiciones insostenibles, hará lo posible por modificarlas. En el caso de Bolivia, se ha tomado la decisión de comenzar por lo más. El gobierno ha interpretado que una solicitud de renegociación de condiciones podía convertirse en casi un ruego eterno. Algo parecido sucedió en Argentina cuando logró una reestructuración de su deuda, no pidió permiso, prefirió destinar dinero para sus urgencias antes que para los seculares intereses de la deuda.

Hay un pensamiento único, que agazapado tras la excusa de la globalización, pontifica y clasifica a opciones políticas y estados como anti modernos o modernos. Y ese pensamiento único, del que gente de buena voluntad es rehén, reina en medios de comunicación, en círculos intelectuales, es prejuicioso, no crítica sino descalifica, y habla de globalización pero olvida que ésta extiende sus brazos también con las armas que destruyen países enteros que albergan reservas energéticas o son ruta para ellas. Mientras que en Sudan se matan hace años y ni la ONU ni alguna potencia son capaces de enviar unos cientos de soldados. Es que no importa la democracia, lo que importa es que los pocos que controlan la energía del planeta lo sigan haciendo. Pero para el mundo ingenuo las “reglas de juego” esconden ese tremendo poder.

En lo de Bolivia no es posible pronosticar qué sucederá. Pero ya venimos oyendo condenas a la miseria de ese pueblo. Que no hay dinero para explorar y explotar, ok. Pero acaso un Estado no puede crear las condiciones y obtener muchos más beneficios de los que el pensamiento único impone. Sí puede. De hecho es un camino lleno de obstáculos, de agoreros de la desgracia, de adjetivaciones. ¿Habrá algún país próspero que haya entregado el control de sus recursos naturales a los intereses enromes empresariales? ¿Saben acaso los abanderados del pensamiento único dónde reside realmente el poder y todos los mecanismos que éste ha creado para establecer que unos son primitivos y dictadores y otros demócratas y modernos? ¿No es claro que la globalización se usa como excusa para allanar las fronteras a los capitales pero las personas son asesinadas cuando quieren cruzar esas mismas fronteras?

Bolivia es un caso particular, lo que sucede hoy responde a una historia. Lo menos trabajoso es repetir el libreto de la “modernidad”. Por unos momentos tratemos de comprender que la globalización no es tal mientras sólo un sexto de la humanidad participe de sus beneficios.


Alexandro Saco
Comunicador Abogado
Civilización
www.radiosanborja.com

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