El debate en la segunda vuelta debiera ser obligatorio. Con las menores condiciones posibles para que permitan ver hasta la más mínima reacción del oponente frente a la posición del otro. De lo que estamos hablando es de un enfrentamiento subjetivo, que se esconde tras la objetividad de los temas de la agenda electoral, pero que mientras más abierto sea dejará aflorar las debilidades de cada cual. Un aspirante a la presidencia debe poder confrontar de manera satisfactoria este tipo de combates políticos.
El régimen peruano al no ser parlamentario no permite la permanente bajada al llano del jefe de gobierno, como sucede por ejemplo en España, país en el que una vez a la semana el Presidente del Gobierno baja y confronta al Congreso de los Diputados, lo que permite que el poder no se asuma en las nubes. Lo que quiero decir es que evadir este tipo de confrontación directa, nos priva a los peruanos de conocer mejor a las personas que nos gobiernan o pretenden gobernar. No se trata de calidad oratoria, sino de la capacidad de un candidato de colocar sus ideas en palabras para que éstas sostengan su acción política.
Existe el mito de que el gran orador o el más experimentado pasaría por encima del que no lo es. En España se sostenía que Felipe Gonzáles arrollaría a José Maria Aznar en ese tiempo joven candidato, no fue así. En el Perú se imaginaba que Vargas Llosa daría cuenta fácilmente del desconocido Alberto Fujimori, que no dominaba el idioma frente a la capacidad expositiva de Mario. Fujimori terminó ganando ese debate. Por su lado, el debate Toledo – García, a pesar de cumplir con la formalidad, estuvo encorsetado, con una cámara prisionera de las negociaciones partidarias.
Hemos venido perdiendo la capacidad de debate. La década de los noventa expulsó los debates de la mayoría de los medios de comunicación, sobre todo de la TV. El fujimorismo nos hizo creer que el debate sobre la guerra interna y el modelo económico equivalían a subvertir el orden estatal. En el momento en que la discusión sobre la guerra interna afloró vía el Informe de la CVR, nos dimos cuenta qué incapacitados para el debate estábamos, un gran sector se centró asombrosamente en el número de muertos. Del mismo modo, a pesar de las enormes limitaciones del modelo económico y de las opciones de integración comercial, el debate en este campo se torna sordo, cuestionar el modelo es casi antidemocrático. Y así parezca medieval, el debate acerca de la Iglesia, su función y sus antecedentes, encuentra en algunos grupos respuestas hasta violentas.
A pesar de ello estamos recuperando en alguna medida nuestra capacidad de discusión. La prensa escrita es una muestra del debate constante desde diversas perspectivas, aunque cuantitativamente el pensamiento de derecha conservador lleva las de ganar. El caso de la TV comercial es lamentable, los programas políticos a pesar de tratar de incentivar un supuesto debate, no son capaces de abrir ampliamente la discusión. Hay un grupo de gurus que ya nos han hastiado con su presencia televisiva. Quién lo diría, RTP es una mejor opción en la apertura del debate político actual.
Volviendo a nuestra campaña, esperemos que el debate que se avecina sea lo menos encorsetado posible, que las cámaras puedan mostrarnos los gestos del oponente cuando el rival habla, y que se tenga la idoneidad para encontrar un moderador ecuánime. A pesar de la sensación de ganador de Alan, él bien sabe que el voto peruano es voluble. Ollanta estuvo varias semanas evadiendo la confrontación, pero el hecho de aceptarla ya le está favoreciendo. Alan no es imbatible siempre y cuando no se le enfrente a la defensiva. Ambos candidatos tienen enormes temas que los pueden hacer perder el libreto, y de seguro utilizarán esas armas. Sin debate esta segunda vuelta sería mucho más limitada de lo que es. Ollanta debe asumir que no está frente a un pelotón y Alan que no está frente a sus incondicionales partidarios, a los que ha llevado del 3% a dos finales electorales. Los queremos ver cara a cara.
Alexandro Saco
www.radiosanborja.com
13 5 2006
sábado, 13 de mayo de 2006
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