Ahora que algunas encuestas señalan que Alejandro Toledo superó el 30% de aprobación, se dice que en vista de un horizonte electoral indeseable, la gente se está reafirmando en lo conocido que pesar de todo resultó siendo un gobierno democrático. Pero hay otra razón clave para este epílogo gubernativo en alza. Toledo ya no es el chivo expiatorio de todo lo malo que sucede en el país, el culpable de Tumbes a Tacna de cada revuelta, de cada metida de pata de algún funcionario. Ahora, muchos de los mismos que lo crucificaban cada mañana en sus portadas u ondas radiales y cada noche en las pantallas, ya encontraron otro chivo expiatorio al que culpar. Ante ese cambio de eje de los temores del pensamiento conservador, Toledo tiene ahora el aire que le negaron durante casi todo su periodo.
Hace un tiempo en lo político le decían populista, y en lo personal todo recurso era válido para deslegitimar al presidente. Ahora existe casi una apología de su periodo, se le reconoce su talante democrático y al unísono dicen que se le va extrañar. Pero se hierra al creer que todos olvidamos el tiempo que nos hicieron perder con denuncias escandalosas, con cientos de horas y páginas dedicadas al sobrino peleón o a la guapa escolta. Ahora el sector conservador, como si nada hubiera pasado, nos pretende amnésicos y justifica su parcialización con palabras que les quedan grandes: Libertad, democracia, derechos humanos.
Ese uso antojado de la libertad y de la democracia es lo que nos ha impedido en este lustro ir al fondo de los problemas. Se acusaba de frivolidad a Toledo, cuando en el ejercicio de esa frívola libertad fuimos presa estos años de las discusiones más intrascendentes como si se tratara de temas de Estado. Y ahora que el bumeran electoral les ha revuelto el estómago con su democrática votación, el chivo expiatorio se trasladó, la culpa de lo que pueda suceder en el Perú tiene otro nombre. Si antes asqueaban por la remota posibilidad de que Alan pudiera ser una opción, ahora le dedican portadas, se olvidan de su desastre de gobierno y tras su metro noventa y cinco se esconden como si no los viéramos.
Ese es el tema. La facilidad con que el pensamiento dominante en nuestro país cambia de camiseta, considerando con esa actitud que los demás somos unos desmemoriados. Ahí están ahora alabando a Toledo los que lo acusaban de montesinista, de viajero, de espiar periodistas cual SIN buscando una portada más fuerte que la anterior, rasgándose las vestiduras cada ves que Eliane decía palabra. Es que fue ayer, pero como si se tratara de décadas atrás y nuestro disco duro podría ser formateado desde cierta influencia, ahora los chivos pasaron a ser héroes. El viernes falleció un campesino en un mitin de Toledo en el norte, si eso hubiera sucedido dos años atrás, Toledo sería un asesino. Así es, el poder en todas partes cree que sus “verdades” como por un tubo deben ser aceptadas, porque ellos las dicen. No, lo que hay acá es un acomodo que produce arcadas de verlo rampante, vital y justificado.
La facilidad para levantar fantasmas es inversamente proporcional al desprendimiento cuando del interés nacional se trata. De 1992 hacia delante el desastre se llamaba García, ahora hay que ir décadas atrás para encontrar a Velasco mentado en todas partes y contar sólo una parte de la historia, mientras que el desastre del modelo fujimorista es olvidado. Esa facilidad que hay para hablar de dictadura o falta de libertades, por algún motivo obvia la década del noventa. Es que varios de los que ahora se indignan y hablan de prepotencias, se la pasaron siendo funcionales demasiado tiempo al reo de Santiago.
En eso estamos. El consenso mediático-político ya definió la rectitud del proceder electoral y de los actos de gobierno en Latinoamérica. Lo que salga de ese marco o trate de evidenciar esa mutación interesada de los demócratas a la camiseta alanista, será definido como aliado de un porvenir sombrío. Pero lo cierto es que si en algún sector está la mayor responsabilidad de crear una sensación de abismo cada cinco años, es en aquellos que pasan de la condena a la alianza en aras de que algo cambie para que todo siga igual. No nos creemos el cuento de la corrección ni mediática ni política. Ahí están juntos nuevamente perro pericote y gato almorzando este sábado alrededor de un plato y fotografiados, pero sin patrono que los salve.
Alexandro Saco
www.radiosanborja.com
6 5 2006
martes, 9 de mayo de 2006
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