sábado, 17 de junio de 2006

Entre Abimael y Hitler

Alejémonos del proceso electoral y preguntémonos por qué los extremos representados por Abimael y Hitler pueden estar presentes. Se podría decir que a falta de una introspección sincera estos estereotipos son el recurso más al alcance. No hay que argumentar demasiado, el nazismo y el senderismo son una condena definitiva, no hay nada que se les oponga, y si alguien tratara de reinterpretar sus orígenes será descalificado. Lo cierto es que las cosas no nacen del aire, todo fenómeno es producto de una realidad que lo alimenta. Si bien alguna retórica dice combatirlo, al no preguntarse allende lo evidente y quedarse en la adjetivación, lo alimenta.

En el caso peruano la asociación del oponente político con Sendero es el recurso final. Ahí está la década del noventa para demostrarlo y la actualidad para confirmarlo. Lo lamentable es que se cierra el círculo de la interpretación de la realidad recurriendo a los monstruos del siglo XX. Se crea un límite para desarrollar una nueva interpretación y propuesta. No debemos llegar al 2021, para usar esa fecha simbólica, diciéndole senderista al que no piensa como uno cuando plantea reformar el modelo. Los modelos políticos y económicos no pueden ser eternos, es un despropósito otorgarle validez definitiva a lo que ahora hay. Si esa lógica fuera la válida, seguiríamos con quién sabe qué arcaísmo social. El confrontar y descreer de lo que se tiene es sin duda la base del progreso. Eso no quiere decir destruir todo, pero sí implica pensar que la inamovilidad es defendida por los que se favorecen de lo existente. Eres un senderista: esa no es una fórmula política interesante.

Se trata entonces de alejar definitivamente a esos fantasmas que nos persiguen. El idioma brinda miles de palabras para configurar una definición. Sendero y sus adjetivos derivados son una valla muy alta aún. Del mismo modo el nazismo y Hitler son utilizados alegremente por algunos y fundamentadamente por otros, para prefigurar un destino próximo de llegar tal o cual escenario. La barbarie y el genocidio hitlerianos, así como otras barbaries y genocidios extrañamente silenciados, implican un conjunto de actos muy concretos. Para combatir a alguien que se considera peligroso, utilizar los extremos puede hacer que más personas lo terminen apoyando, porque la exageración es percibida como el recurso de la falta de recurso. Abimael y Hitler no deben ser el límite de la contienda política. Puede que parezca funcional utilizarlos, pero de tanta presencia hasta simpatías podrían levantar. El uso de esas figuras es tan superfluo como el análisis que dice que sólo los pobres votan por tal o cual candidato.

El país y el mundo son mucho más amplios que estos paradigmas de lo políticamente insano. Tratar de establecer criterios más claros acerca del Holocausto o del fenómeno senderista es casi convertirse en alguien que avala esos despropósitos. No pues. Existimos los que creemos que todo hecho histórico puede ser examinado en cualquier momento justamente para establecer cuanto de verdad o de imágenes construidas puede haber en ello. El mundo actual es en muchos sentidos un reflujo de los hechos que desataron y concluyeron La Segunda Guerra Mundial, el Perú actual es sin duda un reflujo de las acciones de Sendero Luminoso. Para aclarar el sentido de los límites establecidos es necesario, si uno lo considera, observar determinados hechos, antes que levantarlos como banderita protectora de la libertad.

El cuco no solamente viene cuando el niño no toma la sopa o no hace la tarea. El cuco está en los altos niveles de la política nacional e internacional. El cuco nos enfrenta cuando se pone en cuestión la estructura, cuando se plantea que el desarrollo no es tal, cuando se sostiene que a este ritmo industrial la tierra no vivirá más de dos siglos. El cuco es funcional cuando los límites se disfrazan de libertad. Cuando la ecuación no cuadra, el elemento que parece consolidarla es el recurso de la deslegitimación. No hay mayor deslegitimación que la acusación de senderismo o nazismo. Ambos ismos son repudiables, eso esta fuera de dudas. El Perú debe superar a sendero y el mundo a Hitler, aún no lo hemos hecho. Los cíclopes y los dragones no murieron, sólo se han puesto disfraz.


Alexandro Saco
Comunicador Abogado
www.civilizacion.com

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