sábado, 17 de junio de 2006

Fútbol 2006

El fútbol es lucha, orden, equipo, y sorpresa. Sin duda es el fenómeno de masas del siglo XX. Ninguna cultura ha podido resistirse a convertirlo en un elemento importante de su desenvolvimiento social. Es el deporte universal, convertido también en un enorme negocio, pero eso no le quita su esencia. Esa esencia es la confrontación de dos opciones para superar una a la otra. Algunas veces el triunfo se logra por el orden y la disciplina del conjunto. Otras por la genialidad de uno de los jugadores. Ahí donde la táctica y el planteamiento son el límite del juego, aparece uno sólo que desmonta en segundos toda la argumentación teórica. En el fútbol como en las sociedades, siempre habrá alguien que puede romper la inercia y cambiar de plano una situación que parecía prolongarse.

El fútbol no es un arte, es deporte. El equipo recibe un respaldo que se halla más allá del razonamiento. La empatía es el hilo conductor de las preferencias. Por eso lo asombroso de la persistencia de los equipos futbolísticos en el tiempo, así por décadas no hallan logrado algo importante. Como el Sevilla o el Cienciano que demostraron que la simpatía de sus seguidores pudo esperar más de sesenta años para obtener un triunfo internacional. Pero el fútbol, para los que no competimos, no sólo es preferencia por un determinado equipo. Algunos creemos que este deporte está más allá de las camisetas, que el hecho de disfrutar de un buen partido es ya un regalo y podemos quedar pegados a la pantalla viendo repeticiones memorables sean de Perú o de alguna otra selección.

La esfera como parte inseparable de éste y de la mayoría de deportes que requieren de un elemento en juego, es una interesante metáfora de nuestra relación con el planeta. Por algún motivo físico, la esfera es la forma en que el universo ha dispuesto que se organicen su cuerpos principales. El hombre está ligado a una esfera a la que lo que más hace es pisar. La pelota esfera balón, es la versatilidad de las propiedades físicas, sin duda hay una relación entre nuestros balones y las esferas cósmicas. Y el fútbol, representación de la eterna competencia, sustenta su juego también en una de las propiedades de la esfera.

La pelota tiene una analogía con el libro. Ambos no necesitan cambiar para adecuarse a los tiempos. Un libro es básicamente igual a cuando se empezaron a producir y sólo requiere modificaciones accesorias, una pelota nunca dejará de ser redonda. Quizá como la de Alemania 2006 tenga menos paños, ya no los treinta y dos que contábamos sentados sobre el césped, pero eso no la hace distinta.

Tampoco hace distinta a la pelota que se le incorpore un chip para determinar si ingresó o no al arco, pero sí le quita esencia al fútbol. Sería mejor que más allá de lo mínimo necesario la tecnología no invada la chancha y los noventa minutos de juego, porque si algo le da sentido a los partidos, es también la no certeza de las decisiones del árbitro. Las computadoras son muy útiles, no las metamos en todas partes, dejémoslas en donde realmente son necesarias, no en un deporte que desde hace setenta y seis años cada cuatro nos hace creer por unas semanas que lo más importante no es la política ni la economía. Si bien el negocio del fútbol es enorme, la autonomía de su juego en esos cinco mil metros cuadrados está protegida de la distorsión del mercado. Afuera puede que halla toda una industria, adentro hay una bola y veintitrés humanos.

El viernes el planeta Tierra nuevamente se concentrará en el destino de una bola en Alemania 2006. Dirán algunos por qué darle tanta importancia a un estúpido deporte. Primero porque los deportes y la actividad física son parte natural de la vida humana. Cosa distinta es que la modernidad nos haya hecho creer lo contrario. La actividad física representada en el deporte desde hace miles de años ya fue considerada importante. Alejar a la gente del deporte es un absurdo. El fútbol de nuestro país sólo será mejor cuando existan canchas de fútbol en las que la gente juegue cuando le de la gana y gratis, no cuando un reducido grupo pueda hacerlo. Todos los que hemos jugado este deporte sabemos que sólo se necesitan cinco mil metros verdes y una pelota, sin eso al alcance de los jóvenes no pidan grandes cosas.


Alexandro Saco
www.radiosanborja.com

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