sábado, 17 de junio de 2006

Los cuentos chinos de Oppenheimer

El gobierno chino ha convocado al embajador español en Pekín para quejarse por la actuación de la Audiencia Nacional española en dos procesos que está siguiendo por el presunto genocidio del Tibet y la persecución, tortura e internamiento en campos de trabajo de los practicantes de Falun Gong. El gobierno chino declaró que estas investigaciones sobre el Tibet eran una interferencia y las calificó de absoluta mentira. Mientras que los seguidores de Falun Gong denuncian que desde 1999, año en que se desató la persecución en su contra, se han asesinado a miles y encerrado a cientos de miles. Las denuncias sobre esta persecución están al alcance de la prensa peruana que desee enterarse. Yo mismo he entrevistado a practicantes de Falun Gong en Lima, que se reúnen martes y jueves en uno de los parques de San Borja para su práctica.

Veamos lo que dice Andrés Oppenheimer en la página quince de sus Cuentos Chinos. “Y, aunque a muchos nos repugnen los excesos del sistema chino, y no quisiéramos trasplantar ese modelo a América latina, no hay duda de que la estrategia está logrando reducir la pobreza a pasos agigantados”. La estrategia del gobierno chino es indivisible: Capitalismo y represión. Avalar el sistema económico chino es ignorar el pisoteo de los DDHH, es apoyar en su conjunto la estrategia. A esa conclusión se llega siguiendo la misma lógica de Oppenheimer, que no puede disociar los alcances de Cuba en algunos aspectos del desarrollo social de sus limitaciones en DDHH. Nuestro analista y sus seguidores utilizan un doble estándar. No les preocupan los DDHH de cubanos o venezolanos, sino que exista un modelo económico correcto según su interpretación. Se llega a esa conclusión observando el entusiasmo con que algunos se refieren al modelo chino y enarbolan la competitividad de ese país.

Una más de China. Su gobierno ha puesto en marcha una campaña de censura en Internet sin precedente. Google aceptó hace unos meses que su versión china sea mutilada para no dar resultados en la búsqueda de palabras como Tibet, Tiananmen, DDHH, democracia, etc. Pero el gobierno chino ha ido más allá al censurar ahora la versión internacional del buscador e interferir en correos como yahoo y el propio google, por medio de sus más de diez mil funcionarios dedicados a esa labor de censura en Internet. Desde la semana pasada en toda China sólo se puede usar la versión mutilada de google, lo que impide el trabajo de los extranjeros que necesitan consultar la red. Si alguno de los ciento treinta millones de usuarios chinos es descubierto accediendo a páginas prohibidas puede pasar la vida en prisión.

Siendo los DDHH universales e indivisibles, es asombroso que cuando se habla de China como modelo y mercado a conquistar, se pueda obviar alegremente estos aspectos. Ni a Oppenheimer ni a sus aprendices parece importarles los campos de trabajo (por no decir de concentración), la destrucción de la cultura tibetana y el genocidio que contó con el actual presidente Hu Hintao como responsable de esa región en los años de crisis, tiempos en los que desde templos hasta oficinas públicas fueros reducidos a escombros por tropas chinas. Lo que sucede es que occidente tiene sus bestias negras en Cuba, Venezuela y ahora Bolivia. Pero mientras un régimen totalitario tortura, desaparece y censura, pero aplica las reglas del “mercado”, occidente y los capitales no se hacen problema, por el contrario generan una apología de China y la colocan como modelo.

Esos son los cuentos chinos que venimos oyendo. Como vemos no se trata del valor de la libertad y de la persona humana lo que se defiende cuando los seguidores de Oppenheimer alistan sus baterías para demoler a los que confrontan las limitaciones del modelo latinoamericano actual. Existe una veneración enfermiza del capital, del mercado, de la información oficial. No importa que los chinos trabajen dieciocho horas o desaparezcan: Viva la competitividad. Es ese doble estándar el que genera las respuestas electorales “inesperadas”. Así se pretenda ridiculizar el pensamiento distinto con los lugares comunes que el neoliberalismo riega con su enorme influencia, sus inconsistencias, como la admiración al modelo chino, son el espejo de sus limitaciones.

Alexandro Saco
www.radiosanborja.com

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