viernes, 6 de octubre de 2006

Telefónica o el nuevo fin de las libertades

Contrato ley Esta figura encierra una gran contradicción. Las leyes son generales. No se puede establecer una ley con nombre propio. En ese caso, un contrato ley, al ser asumido como ley, rompe ese principio clave del derecho, porque al darle rango de ley a un contrato, se comete el vicio de dar una ley para una persona o empresa. Los llamados contratos ley son una figura opuesta a los principios generales del derecho, porque legislan para alguien o algo en particular.

Estabilidad jurídica La ley sigue a la realidad, y no al revés. Es decir, la ley legisla una situación precedente porque el derecho descubre vacíos en la realidad que deben subsanarse. Es posible que en 1993 haya habido la necesidad de interpretar la situación en el sentido de promulgar una ley para que Telefónica invierta en el Perú. Pero la realidad del país ha cambiado. No somos un país semidestruido por el senderismo ni por la hiperinflación que dejó el mismo partido que hoy gobierna. Tenemos una situación distinta. Las nuevas leyes pueden y deben interpretar la realidad de 2006.

Renta básica Aceptando que la posibilidad de contar con un servicio público como el telefónico pueda generar un costo para la empresa que lo proporciona, éste en el caso de Telefónica del Perú es a todas luces exagerado. Y si dispusiéramos de un estudio serio del asunto, de seguro ese monto no excedería de ser una minúscula parte de lo que es hoy. Por otro lado, ese servicio puede estar incluido en el cobro de la tarifa por llamadas, que comparado con otros países sigue siendo elevado.

Lo que observamos asombrados, es que estamos transitando en la actualidad del monopolio del poder de los estados, a la intocabilidad de las grandes empresas. La libertad individual y social como principio ineludible no se refiere sólo a los tentáculos que el Estado puede colocar sobre los ciudadanos, la libertad también se refiere al derecho que tenemos a no ser objeto de los grandes capitales empresariales. Hoy, luego de colocar al Estado determinados límites, le estamos entregando ingenuamente a las entidades empresariales el poder que tenían los estados. Estamos dando un giro de 360 grados para llegar al mismo punto: la imposición de reglas desde determinadas estructuras de poder. Antes y todavía hoy los estados fueron los que aplastaron las libertades, hoy son las mega empresas con la venia de los estados las que limitan las libertades. En este caso la libertad de disponer de un dinero que es escaso, y que por más de una década se sigue cobrado a cientos de miles de peruanos.

Mientras tanto el gobierno nos dice que renegociará el contrato con Telefónica. Pero el Presidente de Telefónica en sus declaraciones a la prensa no aceptó el término renegociación y evadió esa definición. Hecho que refleja de lo que se trata. El gobierno y los medios dicen renegociar, la empresa únicamente observará algunos puntos que considera deben atenderse.

El consenso de los grandes medios de comunicación en el sentido de que esta salida es responsable, ya no sorprende. Además, se ha difundido la ficción de que esto es lo propicio para que los que no cuentan con el servicio lo tengan, se dice que se está pensando en ellos antes que en los que pagamos la renta básica. Todo un chantaje político mediático, que opone a los pobres con otros sectores sociales.

Telefónica no depende de la renta básica para expandir la cobertura. Depende de ella. Una empresa debe invertir con la suya para recuperar luego su dinero. ¿Cómo es eso de que las inversiones para que haya más teléfonos las tenemos que pagar de nuestros bolsillos vía la renta básica? Hemos llegado pues al clímax de la sumisión del pensamiento, nos estamos entregando a una manera de aceptar las relaciones entre Estado y mega empresas, que nos manipula con el apoyo de voceros oficiosos.

Lo que está en juego no es la estabilidad jurídica ni el destino de las inversiones en el país. Lo que está en juego es algo trascendente. Tenemos la obligación de explicar que todos los argumentos que se exponen para justificar la continuidad de la llamada renta básica, son el principio del fin de las libertades sociales. Asombra por eso que los que se dicen liberales no reparen en esta abdicación que hoy demuestran frente a la que dicen su razón de ser: La libertad no se puede restringir ni por los Estados ni por estas imitaciones de estados que son las mega empresas, y menos con argumentos tan mediocres.

Alexandro Saco
5 10 2006
www.radiosanborja.com

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