lunes, 18 de junio de 2007

Baily, invítame a tu programa

No tengo nada contra la homosexualidad. Reconozco que los hombres tenemos un lado femenino que mientras más conozcamos puede abrirnos una dimensión no apreciada por la masculinidad, o que el valor no tiene nada que ver con la opción sexual. De lo que sí estoy en contra, es de valerse de una condición sexual o personal para jalar agua a sus propios intereses, como lo vienen haciendo Baily y Ortiz. Uno cada vez que puede en El Francotirador, otro como el domingo 17 de junio en su página semanal del diario Perú 21. En un ambiente comunicacional y periodístico en el que la homosexualidad es degradada, flaco favor le hacen los que la usan para tener más rating o lectoría.

Sobre la página de Ortiz, estoy seguro que hay por lo menos una docena de jóvenes escritores que dirían mucho más si tuvieran esa ventana. Sobre el programa de Bayli, reconozco que su humor es quizá el mejor que hay en la TV, pero ya cansa que la homosexualidad sea manoseada, no sólo por cada bodrio cómico y periódico amarillo que existe, sino ahora por dos homosexuales inteligentes. Es que parece que el encanto del escándalo ha avasallado a la inteligencia, arrinconando a los rostros visibles que pueden dar más y mejores temas a los millones de personas que los observan. Recuerdo programas de Ortiz que eran un respiro en medio de la dictadura, pero al leerlo o verlo ahora parece que olvidó que puede hacer cosas mejores. Recuerdo el humor y las entrevistas de Baily mucho más útiles, que entrevistas como la del 10 de junio a una cabeza hueca para que acepte que fuma porros.

Y así, seguimos encaminados a lo que MVLL ha calificado como la antesala de un suicidio colectivo, en el que los "medios serios" de comunicación adoptan las reglas de una prensa que se dice del espectáculo pero no ve más allá del cuerpo de la Bolocco o de las desventuras de una farándula miserable. Esa adopción de estilo en el que los límites de la intimidad se han borrado en aras de una mal entendida libertad de información, está corroyendo al periodismo y a la información. Ese estilo llevado a la cúspide por la escuela montesinista de hacer titulares, no ha sido superado, sino más bien potenciado; mientras, los estudiantes de comunicación, periodistas y todo el que ande metido en el asunto de los medios, sabe que debe buscar, en muchos casos, una vaca, un burro o a Tongo para meter una noticia en las publicaciones o programas de TV.

Ante eso la resignación no cabe. La denuncia, no legal, sino libre para que circule al menos por internet, es una de las pocas opciones que nos quedan. Eso es así, por que ningún medio se va a atrever a debatir seriamente sobre los límites actuales de la labor periodística comunicacional. Las ventanas de expresión son muy escasas y condicionadas en algunos casos. Pero esto no sólo va a cambiar desde una crítica externa; hay que decirle a los periodistas en función y a los estudiantes, que de ellos dependerá quebrar este monopolio del escándalo y del reciclamiento: Lucar en la TV. La batalla desde dentro es difícil; así se comprueba cuando se conversa con los periodistas, que en privado no tienen problema en señalar la vertical política informativa de algunos medios de gran influencia, en los que temas de interés nacional son relegados.

El asunto es desengañarnos del mito del rating y del yo le doy lo que le gusta a la gente. Claro, si mañana anunciamos que un suicida caerá a tal hora desde el último piso de algún edificio de San Isidro, la prensa acudirá en masa. Tengo toda la sensación de que el rating es uno de los mayores mitos de esta época, y estoy seguro de que eso de dar lo que le gusta a la gente es un escudo para no usar la inteligencia sino la chabacanería y la burla. Nuestra libertad no sólo está en riesgo por las autocracias y los monopolios de las grandes empresas de comunicación del mundo: está en riesgo también porque dentro de este ámbito, sea en los propios medios o en las facultades de comunicación, no hay un deslinde claro con la insignificancia comunicacional y periodística.
Como dice MVLL, libertad y mercado pueden generar aberraciones como la que hoy avasalla a la prensa. Uno de los asuntos es claro: la intimidad ventilada para ganar plata, que es finalmente lo que da el rating, sea desde la dirección de un programa o medio escrito, o generada por los protagonistas de estos, como vienen haciendo Baily y Ortiz, es el germen avanzado de lo que MVLL denuncia acertadamente.

Alexandro Saco
17 6 2007
www.radiosanborja.com

No hay comentarios.: