martes, 3 de julio de 2007

Sexualidad adolescente, la primera excitación

Acaso la primera pregunta que habría que hacer para entender la norma que despenaliza las relaciones sexuales con jóvenes mayores de 14 años sea: ¿a qué edad inició usted su vida sexual? De seguro siendo menor de 18 años, y le parecería un exceso llevar a la cárcel a esa persona, mayor o no, con la que inició su vida sexual. La norma que despenaliza esas relaciones no tiene nada que ver con el delito de violación.

La sexualidad es un atributo del humano, independientemente de su edad. Los infantes tienen una sexualidad, los niños ya sienten su propia sexualidad, y los adolescentes ejercen su sexualidad. Siempre existe el riesgo de que una persona mayor pueda seducir a un adolescente con un interés únicamente sexual, pero eso no debe llevar a construir una normativa que penalice la sexualidad con los jóvenes. Se dice que los adolescentes no tienen el desarrollo psicológico para ejercer su libertad sexual, asunto discutible. Mas bien, tiendo a pensar que la mayoría de los adultos no tiene una vida sexual sana, y que los adolescentes tienen derecho a disfrutar la intensidad del deseo que emana de su florecimiento.

Al adulto se le atribuye una superioridad psicológica frente, sobre todo, a los niños, y también frente a los adolescentes. En qué momento nos habremos asumido los adultos superiores a los menores. Atributo gratuito, similar al que coloca al hombre por encima de la mujer. Mientras menos condicionada esté la sexualidad por los disparates que de ella se dicen, mejor será su goce y ejercicio. Recuerde usted aquellas primeras sensaciones sexuales en su infancia, quizá con alguien de su mismo sexo o no. Recuerde su primer beso, su primera erección o tibieza vaginal previa a la humedad, y recordará el deseo transparente.

Así la norma que tipifica como delito las relaciones de un adulto con un adolescente busque castigo, lo que hace es esquinar el ejercicio sexual de los menores de edad, que seguirán teniendo vida sexual con norma o sin ella. La libertad sexual es irreprochable, con la categórica observación de que su ejercicio nunca debe obligar al otro a hacer algo que no desea. Fuera de ello no hay objeción. El delito sexual es claro, la violación es el peor atentado contra la libertad sexual.

El debate sobre sexualidad debería empezar por preguntarnos qué es lo que hace que en medio de una supuesta modernidad se encuentre la mínima excusa para emprenderla contra el placer y entregar su monopolio a los adultos. El adulto humano tiene la creencia de que sólo él está en la aptitud y en la actitud de ejercer la sexualidad de manera idónea. La defensa de la libertad sexual no se relaciona sino se opone a los delitos contra la libertad sexual. Ya que mientras más conocimiento y ejercicio libre de su sexualidad tenga el humano, menos delitos de estos se producirán. El adulto no es mejor ni más apto que el niño o el adolescente, es más, si los niños votaran tendríamos mejores gobiernos.

Alexandro Saco
24 6 2007

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