viernes, 26 de octubre de 2007

Habla, Sendero


Existen peligros para el desarrollo social y para las libertades. Uno es el discurso y acción de un gobierno que en muchos casos deprecia la opinión distinta plegado a la ideología que asume que el camino al desarrollo es atraer inversiones al costo que fuere. Otro peligro es de la vigencia de un discurso de sectores que ven en otro tipo de violencia política una carta que aún no se ha agotado. Si bien es cierto que hay una exageración interesada en revivir a Sendero para favorecer la corrupción, el autoritarismo y la inamovilidad del modelo, es cierto también que ahí donde haya esas corrientes mejor sería enfrentarlas. Ambos extremos descritos se asemejan en su incapacidad de generar propuestas inclusivas y en el desprecio al otro como interlocutor. Pienso que no habría coherencia si se confronta al poder establecido obviando al otro peligro.

Las últimas noticias sobre los enfrentamientos con Sendero en la selva son confusas y dan la sensación de ser montajes. Cómo hace notar Raúl Wiener, qué extraño que senderistas que protegen un cargamento de insumos para cocaína se animen a atacar a una patrulla y sólo resulten muertos los atacantes. Eso, asociado a la presencia de los mandos militares en la prensa y a la digitada actuación de Alva Castro frente a la seguridad nacional y al narcotráfico, es parte de cierta manipulación. La información sobre las personas juzgadas por terrorismo en lo referido al número de éstos que salen de las cárceles es tendenciosa; y si efectivamente salen de la cárcel senderistas la estigmatización no es lo adecuado. Todo ello no significa que no exista la continuidad de una forma de hacer política cercana al senderismo. Que en la Cantuta, como informa Caretas en su edición 1998, o en algunos otros ámbitos, se desarrolle un hilo conductor de esa ideología, por más limitado que sea su alcance, no debe dejarse de lado. En un país en el que los partidos están casi pegados en la pared y son poco convocantes, una fuerza organizada que propugne la violencia política así no la lleve a la práctica deber ser tomada en cuenta.

No se trata de caricaturizar, sino acercarnos a la realidad para desnudar los afanes de totalidad, tanto de un extremo como del otro. En el caso del filo-senderismo sería lamentable perseverar en minimizarlo. La izquierda peruana en muchos casos ha reconocido que su error clave fue no dar un combate más frontal a Sendero en el momento en que se debió. Bien es cierto que esa era otra época, que las cosas no se desarrollaban como hoy, que era mucho más peligroso hacerlo; pero es indicado que guardando todas las distancias pensemos en la confrontación ideológica pendiente de hoy. Es decir, identificar a los que sustentan ese discurso, ir a la Cantuta o a dónde sea necesario y exigirles debates políticos frente a grupos de su influencia. Tal vez no lo acepten, pero se hizo el intento. Y si no lo aceptan la obligación está en rebatir su propuesta, en exigir planteamientos si es que los hubiera, en repudiar la violencia y crueldad senderista.

Hoy, que la continuidad de crecimiento económico asoma y es comprobable, es mayor la obligación de los gobernantes y de los que hacen política de crear los mecanismos para que esta generación de riqueza se traduzca en desarrollo social, antes que escudarse en la intocabilidad del sistema. Si eso no sucede en el lapso que nos separa de las próximas elecciones, tanto el discurso violento de los que controlan el poder como el de los que pretenden refundar toda institucionalidad ganará, y la polarización nuevamente producirá un resultado electoral contenido.

Esa tarea pendiente pasa también por poner en su lugar las pretensiones de impunidad de los acuerdos gubernativos con el fujimontesinismo, por establecer políticas públicas sostenidas y comprometidas con las mayorías que no tienen acceso a salud ni a educación. No pasa por la intrascendente Oficina Nacional Anticorrupción ni por los gritos destemplados del presidente; ni pasa tampoco por la oposición sin propuesta anclada en una lucha de clases latente. El país no nos va a perdonar mayor desigualdad, no se va a contentar con la ideología que asume que inversión siempre es igual a desarrollo, con la mitología de que el daño ambiental es postergable, con el discurso descentralista pero con un Congreso que no sale de su prisión de acomodos de la avenida Abancay.

Son años prematuros para acertijos hacia el 2011, pero todos los que pretenden el poder juegan en torno a sus cálculos, alimentando así el resentimiento de las mayorías hacia el sistema. Habrá opciones de violencia política mientras desde el poder se desprecie, se mate a humildes y se diga que son terroristas, se encubra a apristas y acaricié fujimontesinistas mientras se llenan la boca de anticorrupción. Corresponde a los que deseamos desarrollo social y libertad confrontar los gérmenes de la violencia política. Es un desafió a que nos digan qué piensan, a que expresen sus intenciones o caducas continuidades, a debatir en el lugar que quieran cuando quieran, y que todos los que en algún momento mantuvieron silencio, así como critican al poder establecido, faciliten los canales para confrontar un discurso clasista inaplicable y también al ejercicio del poder actual entregado a los mitos del desarrollo.

Sobre la imagen: En el maoismo Chino, un perro muerto simboliza el tirano condenado a muerte por el pueblo. El autor es Fernando Sánchez Castillo, y es parte del montaje El Viaje Real. Los perros están hechos de bronce.

Alexandro Saco
24 10 2007


1 comentario:

Jc Agüero dijo...

De acuerdo Alexandro. Dos cosas están corriendo paralelas, y casi sin tener relación: 1.la utilización del tema sendero, inflándolo, confundiendo, metiendo miedo, como señalan Wiener y tú; y 2. Un verdero trabajo de SL y en general, de grupos con discursos y propuestas autoritarias en las universidades. Lo he podido comprobar personalmente en días recientes. En San Marcos la cosa no es para bromas. Hay una franca involución en algunos espacios. Y los profesores que deberían debatir se ponen de perfil o no se enteran.

Saludos cordiales

José Carlos