lunes, 17 de diciembre de 2007

Dos bolivias


Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando tienen el derecho a ser autónomas o independientes si fuera el caso. Así como Chechenia, el Kurdistan, el Tibet, Palestina o Euskadi, por citar algunos casos, poseen también ese derecho. Del mismo modo, la nación aymara está legitimada para construir una nueva organización. En Bolivia la emergencia de una legítima reivindicación de los pueblos originarios ha colisionado con los derechos e intereses de la otra Bolivia. Si esta disputa lleva a tener que referirnos a las dos bolivias es conveniente que en realidad exista una separación antes que una guerra civil.

Si bien existen influencias que desde los EEUU en alianza con sectores opositores a Evo pretenden el fracaso de su gobierno, y que este intento responde a la intención de desestabilizar el ímpetu contestatario de la región encabezado por Hugo Chávez, hay un derecho previo a esas intenciones: el derecho de los pueblos a su libre determinación. En ese sentido, los mapas políticos se regeneran continuamente impulsados por los intereses de las grandes potencias, pero también por las demandas de naciones o sociedades que optan por una organización que responda a sus actuales realidades. Los mapas no son estáticos, reflejan la ebullición política y económica de las sociedades.

En lo referido a los recursos naturales que alberga el sub suelo de Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando, les corresponde el mismo derecho que a los habitantes de la sierra piurana en el caso Majaz. Es decir, no es el Estado el propietario legítimo de esos recursos, sino las comunidades que se hallan sobre ellos. Así como nuestros pueblos andinos tienen el derecho de utilizar las consultas electorales para rechazar la inversión minera y optar por la agrícola, los pueblos que hoy en Bolivia se autonomizan tienen el mismo derecho de hacer con sus recursos lo que consideren; para unos su derecho es anterior al Estado peruano, para otros anterior al boliviano. Del mismo modo otras naciones como Chechenia o Irak, tienen el derecho sobre sus recursos antes que Rusia o los EEUU.

Podría dar la impresión de que una Bolivia distinta, básicamente altiplánica, estaría en peligro de extinguirse. Pero ahí radica el desafío de construcción de una comunidad andina mayor, así esta vaya en desmedro de la organización estatal peruana. El temor pasa por la idea de que los actuales Estados y sus límites arbitrarios, en muchos casos, son el molde sobre el que viviremos por siempre. Nada menos indicado si uno construye un mapa geocronológico, en el que se pueda observar las constantes variaciones de las estructuras geopolíticas. Lo señalado, no va en la línea de la teoría de los estados fallidos que representa intereses evidentes de monopolizar mercados y conquistar recursos, sino justamente apunta a lo contrario: a que si las sociedades sinceran sus límites y pretensiones pueden constituir reductos más sólidos que los actuales frente a diversos intereses.

Es la dependencia frente al statu quo lo que impide que afloren nuevas realidades y origina que cuando éstas aparecen deban recurrir a la violencia. La mitad originaria de Bolivia tiene el derecho a regirse y relacionarse según la tradición aymara u otras; la nación aymara es rescatable y en muchos aspectos vigente. Esa nación involucra territorios y recursos hoy peruanos y chilenos. Mantener pegados con babas países termina por llevarlos situaciones peores. Analogando, la Amazonía tiene el derecho a construir su autonomía y/o independencia de los Estados que por siglos le han dado la espalda y que hoy, como en el caso peruano, pretenden aprovechar sus territorios y recursos para alimentar el centralismo.

Lo que pretendo señalar son dos principios. Uno, el de la libertad de optar por una organización política nueva cuando la anterior es impuesta o se agotó. Dos, el de la propiedad de los recursos naturales por parte de las sociedades inmediatas a ellos, anterior sin duda a las pretensiones de los estados. Tengo toda la impresión de que los que están más cerca a sus recursos sabrán utilizar mejor éstos, como los habitantes de las alturas piuranas. Si bien en el caso boliviano hay de hecho actores indeseables apoyando la división del país y sectores que no le perdonan a Evo haber llegado al poder, o el chavismo y su intensión de controlar el ámbito energético, lo que se juega tiene aspectos de que rebasan ambos intereses. Los mapas no son estáticos, las independencias o autonomías no se acabaron el siglo XIX; miremos la ebullición como capacidad creadora para el cambio de lo actual.

Alexandro Saco
16 12 2007

No hay comentarios.: