viernes, 28 de diciembre de 2007

LIDESO y los Dorian Gray.


Existe un debate del que no aflora una perspectiva interesante: se trata de la discusión sobre el futuro de la izquierda. El círculo no se cierra y ésta deriva en defensas y diatribas de una historia a veces poco conocida y de unas perspectivas indefinidas. Paralela a esa discusión se desarrolla una línea que tiene que ver con la defensa de lo que conocemos como democracia; lo sorprendente es que todos se reclaman demócratas, desde la derecha extrema hasta la izquierda radical, lo cual dice mucho del concepto que va perdiendo su sentido original. Y para completar este triángulo, siguiendo a Boaventura Do Santos, existe un marco que el referido autor denomina la industria de los derechos humanos; en ella perderían su sentido original reivindicaciones atendibles para ser parte de un estado de cosas, al lado de actitudes y enfoques poco renovadores.

Esa realidad obliga a reorientar el discurso, las palabras, que finalmente son las que darán el sentido a lo que queremos expresar. Pero junto a las palabras, replantear también los puntos sobre los que las organizaciones estatales u otras desarrollan y aplican sus criterios. Así, antes que el destino de la izquierda, la democracia que no dice mucho y la llamada industria de los derechos humanos, otros preferimos observar dos aspectos clave que resumen aspiraciones y se separan de los conceptos desgastados. Libertad individual y desarrollo social, LIDESO por sus siglas. Ambas ideas en su amplitud involucran un conjunto de aspectos que distintas perspectivas políticas hacen suyos. El asunto es que esas perspectivas políticas son incapaces de deslindar de sus atascos ideológicos; nadie les pide que lo hagan tampoco. Lo que quiero decir es que los que no crecimos al calor de los troncos del pensamiento de izquierda deberíamos aspirar a una interpretación distinta de los recursos políticos para generar mejoras sociales.

La libertad individual engloba una serie de aspiraciones legítimas que remiten básicamente a lo personal, pero que no se logran sin una perspectiva que considere éstas como derecho de todos en los distintos ámbitos de la vida. Por su parte el desarrollo social implica una serie de condiciones que el Estado debe brindar a la sociedad para que ésta tenga el principio de igualdad de oportunidades y de acceso a servicios garantizado. De hecho lo señalado es algo muy general, pero va en el sentido de encontrar un sincretismo político que permita sobre esas dos bases superar posiciones tanto dentro del ámbito de la izquierda cuanto frente a otras corrientes políticas. La libertad individual y el desarrollo social son paralelos, no puede alimentarse uno en desmedro del otro, y no es adecuado enfrentarlos. Por el contrario tengo la percepción de que son justamente las sociedades que más han avanzado las que se han acercado a garantizar estos dos elementos.

De tanto ser reivindicada y reclamada por unos y por otros en el país y en el mundo, el concepto democracia se ha difuminado y para muchos no dice nada. Se invaden países para llevar la democracia pero se aniquila cientos de miles. Putin se reclama democrático, Chávez también, Aznar se presenta como cruzado de la democracia, García nos salvó de perderla, Bush gobierna democráticamente pero un fallo judicial le dio el poder. Y así podríamos seguir encontrando las inconsistencias de lo que se nos presenta como democracia. A la democracia la están matando, porque reflejarse en el espejo como demócrata es políticamente correcto; pero el reflejo es un Dorian Gray, un demócrata cuyo lado invisible ha pactado con intereses indefendibles y/o se asume salvador, mostrando su cínica sonrisa a las pantallas del mundo.

Por su lado los derechos humanos marcan un concepto repetitivo. Prefiero llamarlos llanamente derechos. El enfoque de los derechos humanos ha encontrado varias subdivisiones que dispersan su sentido; de primera segunda y hasta de tercera generación, tal como las reformas neo liberales son de primera segunda o tercera generación. O son reformas o son derechos. Lo demás es buscarle la adjetivación correspondiente a una organización administrativa. Los humanos tenemos derechos, no es que los derechos sean humanos. Esos derechos los debemos exigir frente a todo tipo de régimen vía los canales y las reivindicaciones que le creamos al Estado, o que son preexistentes. Esos derechos remiten indefectiblemente a las libertades individuales y al desarrollo social, y hasta se podría decir que son naturales. Pero existe la necesidad de encontrar una tras otra nuevas definiciones, cuando desde grandes conceptos podríamos reorientar la escena política.

El debate sobre el futuro o la existencia misma de la izquierda tal y como nos la refieren los que militaron en ella, es una oportunidad para dar el paso producto del cual todo ese bagaje ideológico rescate su aporte fundamental, el desarrollo social, y sea defendido como una línea política insustituible. Esa línea debe intersectarse con la libertad individual que no se opone al primer concepto, sino que ambos se retroalimentan. De ambas grandes líneas derivan las demás posiciones o acciones relacionadas con el ámbito interno y con la ubicación en el contexto internacional, que para ser coherentes deben responder a los conceptos propuestos. Tengo la percepción de que los que iniciaron las ideas socialistas y las liberales tuvieron que quebrar una dependencia ideológica frente a lo que en sus respectivas épocas era lo oficial y correcto; por eso existe la necesidad de una ruptura, en este caso convocante de lo uno y de lo otro, sumada a una necesaria concreción de los derechos y al uso indicado de la aspiración democrática.

Alexandro Saco
27 12 2007







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