sábado, 8 de marzo de 2008

El extremista está de cumbres

Y se cree el símbolo de la modernidad y el desarrollo. A inicios de la semana pasada el presidente incitaba a los miembros de las fuerzas del orden. Agitó la violencia al decir que a los uniformados no les debe temblar la mano para usar sus armas porque la constitución, las leyes y el presidente de la república los amparan. Existe en esa agitación un respaldo a la cultura de la muerte y del terror desde el más importante cargo público. El Alan globalizado de inicios de siglo ha perfeccionado su instinto tanático.

Acaban de lanzar un spot en la TV, en el que aprovechando la incomodidad de los turistas por las paralizaciones, se acusa a los extremistas de dañar al Perú. Claro, los extremistas son el lastre que impide el avance del país. Pero el extremismo manifiesto y con poder al que pocos critican, hoy está representado por el presidente y sus socios que hasta hace poco lo detestaban y ahora lo consideran gran estadista. La irracionalidad de la que se acusa a las protestas que se suscitan en el país, es una cortina de humo que pretende esconder la prepotencia del pensamiento único. Pensamiento intolerante que divide a los peruanos entre modernos y cavernarios.

Le haría bien a García visitar a Abimael Guzmán y conversar largo con él sobre las consecuencias de la violencia, que no supo controlar en su primer gobierno, para hoy vivir agitando las condiciones para que bumeran de la historia nuevamente alumbre conflictos. El desprecio del gobierno por los campesinos a los que se les revienta el cerebro por la espalada (demostrado ya varias veces en este periodo como cuando en enero de 2007 encarcelaron a varios acusándolos falsamente de senderistas), es análogo al que Sendero sentía por este sector de peruanos, al que tanto hoy lo oficial como ayer el senderismo, y anteayer la colonia les niegan interlocución.

Las cumbres serán hondas para García. En el caso de la reunión con la UE, Merkel, Brown, Zapatero y otros se darán cuenta de que su extremismo es una pose y de que sus palabras son cantos anacrónicos; mientras el mundo busca sostenibilidad Alan chanca piedras para venderlas. Las cumbres presentarán a un demagogo hablando del Perú como un tigre asiático, pero los asistentes están suficientemente informados para saber que sin reformas no hay desarrollo. El inquilino precario de palacio no ha emprendido ni una sola reforma que se sostenga en el tiempo, más allá de los insultos presidenciales. Ni Fujimori con toda su arbitrariedad insultó tanto a los ciudadanos del país que no pensaban como él.

En la APEC organizada por Giampietri (alias Alan no te mueras) García se encontrará con otro converso, Bush. También podrá consultar a Putin como se hace para encarcelar al principal líder opositor, aunque para noviembre quizá Humala ya esté en Piedras Gordas acusado de violador de niños. Además le podrá consultar a Hu Hintao como se hace para desaparecer a miles y miles de tibetanos y tener el favor internacional. Luego de esas clases con algunos de los jefes de Estados que aplican el terrorismo como política oficial en Irak, Chechenia y el Tibeb, Alan se fortalecerá y tendremos que soportar sus ínfulas dos años y medio más.


Por eso, es necesario rechazar la intención de programarnos con el chip del discurso único, ese que justifica matar por la espalda a los campesinos por irracionales; como si la razón fuera univoca. Más allá de las ironías de este texto, yo sí estoy convencido de que estamos frente a un discurso de mentalidades peligrosas para el país. Ese discurso es más peligroso que el narcotráfico y que lo que queda de sendero, porque al primero no sabe cómo combatirlo y al otro lo revive para justificar las muertes que son su responsabilidad.

Alan, anda a un hospital, a un colegio, a una comisaría, al Palacio de Justicia o toma una combi en cualquier parte de Lima para que compruebes como el Perú avanza. El crecimiento económico así pueda abrir oportunidades que todos queremos y que vemos, no es reformista por sí mismo. Mientras no haya decisión y creatividad para afrontar la salud, la educación, la justicia, el transporte o la seguridad, y el grito disimule esa mediocridad política, seguiremos perdiendo años valiosos e irrecuperables como estos.
La imagen es de un caeserio en las afueras de San Ignacio en Cajamarca. San Ignacio es la provincia más al norte de Cajamarca y limita con Ecuador. Se llega por tierra desde Chiclayo hasta Jaen en un vieja de ocho horas; luego auto por tres horas. Se encuentra cerca a el Santuario Nacional Tabaconas Namballe donde la Cooperación Belga mentiene proyectos de conservación y de aseguramiento en salud. San Ignacio exporta café que cumple con los requerimienros de los grandes comercializadores del mundo.

Alexandro Saco
24 2 2007

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