sábado, 26 de diciembre de 2009
COP 15: Paradigma emergente
Una de los aspectos más interesantes en relación al cambio climático, es que estamos presenciando cómo un nuevo paradigma confronta a otro que se había enseñoreado sobre el planeta: la idea simplona de que la Tierra es una fuente inagotable de recursos. Más allá de los negacionistas del cambio climático, estamos observando un debate que tendrá sustanciales consecuencias en el destino de la vida humana, de todas las demás vidas y de la del planeta. La industrialización, ejercida desde la forma de gobierno o de ideología que fuere, es la que ha dañado más allá de todo balance natural la relación con el ambiente y sus equilibrios. Sostener que el actual cambio climático es sólo una de las manifestaciones del propio planeta, es evadir una realidad que puede tener varias aristas, pero que es evidente.
Las grandes industrias y tecnologías, incorporadas en la representatividad de los Estados que las defienden, siguen incidiendo en las decisiones de las instancias internacionales; pero el paradigma ecológico ha avanzando a velocidad constante. Más relevante ello aun, debido a que el enfoque de desarrollo emergente ataca una de las columnas sobre las que la civilización moderna se ha construido. No es un simple cambio de paradigma en el que una ciencia es superada por otra, sino que se busca la superación del consumo como atributo de progreso, de la extracción indiscriminada como condición de la economía, de la creación de objetos inútiles presentados como necesarios.
Más que el neoliberalismo o el capitalismo, lo que está en cuestión es el antropocentrismo: esa ideología que comprende a todas las demás porque como todas ellas coloca en el centro al ser humano y la satisfacción de sus necesidades. Si bien es necesario que el paradigma industrial consumista sea removido por uno de adecuada relación con la naturaleza, la tarea no queda ahí. Es un paso buscar frenar la metástasis que el humano produce sobre el cuerpo del planeta, pero ese paso sería caminata si asumimos nuestra real dimensión en el cosmos: ínfimo infinito. Desde esa inteligencia humilde, perduraremos; siendo lo más probable que no lo logremos.
Regresando al tema, el COP 15 ha concitado interés: el mensaje es captado nítidamente por un grupo amplio y variado de la población mundial, los afectados por el cambio climático exhiben situaciones particulares pero recurrentes, una ola política verde emerge en algunos casos aliada a las reivindicaciones de los pueblos originarios; los estudios, disciplinas y exigencias sobre la relación con la naturaleza se multiplican. El nuevo paradigma se instala lentamente con serias dificultades para lograr cambios políticos inmediatos; la resistencia será feroz. Resistencia que se ampara en la libertad empresarial, cuando justamente las consecuencias de la depredación y de la extracción, lo que hacen es reducir la libertad de toda la humanidad. Aminorar las emisiones y actividades contaminantes procuraría un bienestar no limitado a cierta parte de la humanidad, sino que sentaría bases para llegar a equilibrios integradores; de no lograrlo en un plazo relativamente corto, la inviabilidad humana se hace visible, propiciando que en un futuro cercano no contemos con un lugar para vivir y sobrevivir.
Si bien ahondar en el cambio climático puede evidenciar que existen otros factores naturales o no que contribuyen a ello, y que aminorarlo se trata de una tarea de todos, seamos grandes contaminadores o individuos, no cabe duda de que lo que está en discusión, es acaso el debate clave que la humanidad debe darse. Implica una re conceptualización de nosotros para con el planeta, y desnudar los intereses que han promovido, así como en la religión el creacionismo que niega la evolución, el negacionismo climático. Y mientras el viejo paradigma se derrite, más teorías e intelectuales aparecerán para negar lo obvio: que el planeta es una vida en si misma que alberga infinidad de otras vidas, si se quiebra la vida mayor, las demás se degenerarán. Finalmente es hasta una cuestión estética: no hay cuerpo celeste conocido más hermoso que la tierra ni ningún lienzo supera un amanecer.
Alexandro Saco
7 12 2009
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