martes, 29 de junio de 2010

Sendero now


Es necesario reconocer que algunos habíamos minimizado la actual organización senderista y su capacidad de accionar político que se ha hecho más clara ahora. Sin duda existen intereses en que se perciba a Sendero Luminoso (SL) en una magnitud mayor a la real, pero eso no debe llevar a persistir en una mirada contemplativa del asunto. Lo cierto es que SL ahora pretende competir electoralmente y bajo ciertas fachadas camuflarse. Ello iba a suceder, los condenados por terrorismo en algún momento debían ser liberados; el asunto es que las condenas de 1992 a dieciocho, veinte y veinticinco años parecía que nunca iban a terminar, pero las fechas están ya presentes. ¿Tiene SL derecho a participar desde la legalidad en la política nacional?

Esa respuesta está relacionada directamente con su ideología y con los métodos que derivan de ésta. Todo indica que la ideología senderista, que como todo fundamentalismo se atribuye ser dueña de una verdad revelada, sigue intacta. Que los métodos terroristas aplicados den paso ahora a una táctica no asesina, no significa que el fundamentalismo sea dejado de lado. Leyendo las declaraciones de miembros de SL en internet y otros medios, es claro que asumen la derrota militar pero no la política, lo que implica que en determinado momento existirán nuevamente las condiciones para el reinicio de la guerra popular.

Y es que el asunto con SL ahora no es, básicamente, si todo lo que se viene haciendo visible estas semanas favorece a Fujimori, a la derecha o a otros intereses; el tema es que el combate a SL es independiente de lo anterior y lamentablemente sí puede favorecer a otros actores políticos indeseables, pero ello no puede ser motivo para postergar esa necesaria lucha contra el fundamentalismo (como eje contrario a la libertad y al derecho) y sus diversas expresiones. Los fundamentalismos no admiten enfoques a medias, ni pueden obviarse por que alguno pueda estar más cercano a nuestra idea de la política; simplemente son tales y nunca variarán. Contra ellos no cabe aplicar los criterios a los que se sujetan los demás actores sociales, sino desnudarlos en sus totalitarias pretensiones.

Es claro que se viene usando el asunto de SL para opacar otros temas como la entrega indiscriminada de recursos naturales sin que el Perú se favorezca, las postergadas reformas, la corrupción que llega a la misma cúpula de poder, y una larga lista de temas pendientes que hacen persistir una lógica en la que los derechos no son universales sino sólo para algunos. Pero sería un error escudarse en eso para no ver que acaso la organización que mayor daño ha causado al país (sobre todo al tejido social de base y al caricaturizar la propuesta socialista), no ha abandonado su esencia y así pretende infiltrarse nuevamente en todo espacio que se le entregue, o en otros que relativizando su presencia lo favorezcan.

Enfrentar a SL no sólo implica analizar su pensamiento, condenar su accionar y buscar desnudar su totalitarismo, también pasa por preguntarnos por qué justamente en el único país de América Latina en el que nace una organización de estas características es el Perú. Esa secuencialidad histórica, social y económica que deriva en la conformación del país tal y como lo conocemos hacia la segunda mitad del siglo pasado, es la que impulsa la aparición de un pensamiento anquilosado, que a pesar de ello logra ser el que cala en diversas conciencias y como ningún otro pone contra las cuerdas al Estado peruano. Esa búsqueda de explicación (no justificación) está latente, porque a pesar de la injustificada y conocida vesania de SL, hoy algunos jóvenes se sienten atraídos por esa radicalidad, que no es una radicalidad que permita llegar a alguna propuesta de desarrollo social, sino que es la negación de todo porque nada fuera de la luz gonzalista puede ser digno de mantenerse.

Llevan razón aquellos que señalan que no se trata de establecer medidas legales restrictivas a la participación política de SL u otro grupo lo que limitaría su accionar, porque la normatividad sólo sirve para los que se rigen por sus reglas; como en tantas otras situaciones, no tenemos estrategia que permita orientarnos frente a la pretensión legitimadora y electoral de SL. Este grupo no necesita reglas que cumplir o incumplir, por que al no creer en el sistema democrático (débil y condicionado, manipulado y relativo), desprecia a la sociedad y a sus relaciones, a las que hay que hacer ver la luz de un pensamiento correcto.

Más grande entonces el reto de la sociedad y de los líderes de ésta, para ubicar la perspectiva que mejor permita inviabilizar el crecimiento de SL. En buena hora el debate desde la izquierda se está dando, pero éste tiene nuevamente dos visiones: priorizar la confrontación con SL porque es absolutamente necesario, relativizar la presencia y organización de SL porque ello favorece los intereses que detrás se benefician. Lo indicado sería encontrar un punto de equilibrio entre ambas, pero en esta como en tantas otras cosas, no habrá acuerdo y se favorecerá a la derecha.

La izquierda organizada y la población que se siente identificada con los planteamientos socialistas, debe recordar que SL es quien más daño ha infringido a la posibilidad de que el socialismo sea un actor relevante en los procesos políticos peruanos del 1983 en adelante, porque al provenir de la izquierda (o al menos estar relacionada en algunos temas con ésta) es relativamente sencillo crear la asociación propuesta por el poder hegemónico, que ha logrado crear el sentido común de que izquierda y SL están emparentados o al manos son primos lejanos. De hecho no existe forma ni respuesta clara de qué hacer ahora para terminar de vencer a SL, pero se percibe que una de esas necesarias acciones es no relativizar su presencia e intensiones, así eso lleve temporalmente agua para otro molino.


Alexandro Saco
28 6 2010

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