sábado, 11 de setiembre de 2010

Avanza Armando Robles Godoy


Como si se tratase de uno de sus cuentos, Armando Robles Godoy se nos va del planeta de la manera en que él menos quería. Tantas veces lo escuchamos en entrevistas o leímos en los diarios, esperando que la hora final le llegue como lo más natural, sin la angustia ni el sufrimiento de un cuerpo cansado. Sobre todo en las conversaciones con Marco Aurelio Denegri en el desaparecido Cable Mágico Cultural, explicó la idea de prepararse para lo único de lo que el humano puede estar seguro: que algún día moriremos. Irónico también es que alguien preclaro como él, lleno de expresiones en muchos caos sublimes, haya sido atropellado por la vulgaridad del tránsito de Lima.

Luego de leerlo todos los domingos en su página El lenguaje misterioso de El Dominical en El Comercio, absurdamente retirada hace varios años, me anime a llamarlo al teléfono que figuraba en la guía, para solicitarle una entrevista en Civilización (Programa que conduje en Radio San Borja por varios años). El viejo Robles, al saber que lo llamaría a las siete de la mañana, me dijo que mejor para él, ya que me contestaría echado en su cama. Y así fue, tres veces accedió a conversar y trasmitir inteligencia sobre religión, literatura, sexualidad. Realmente me sentí afortunado de poder conversar más de veinte minutos seguidos por cada ocasión, y los oyentes imagino que deben haberse deleitado con su voz e ideas.

Rompiendo la pantalla

Las primeras imágenes de ARG para muchos de nuestra generación se remontan a la entrevista que le hizo Bayli a inicios de los noventa, en la que habló acaso por primera vez en la TV peruana sobre las bondades de la masturbación; pero desde el conocimiento y no desde lo abyecto que ahora tenemos en las pantallas. Algunos también deben haber seguido su programa de TV todos los sábados de siete a ocho de la noche entre 2000 y 2001 en los albores de Canal N; por el set de Robles desfilaron gente tan interesante como José Adolph, Leopoldo Chiappo, Mariano Querol, Marco Aurelio Denegri, Eduardo González Viaña, entre varios otros.

El asunto es que ahora ese hombre de ochentaisiete años, uno de los peruanos más creativos y brillantes que hemos tenido, se apaga en la cama del Hospital del Empleado, no por tener el derecho a una atención de salud oportuna, sino por la gracia presidencial que como en la época de los reyes, debió ordenar a sus funcionarios atender al artista. Una ironía más, para aquel humano que casi con seguridad fue el primero en utilizar en nuestro medio en concepto de fundamentalismo de mercado para referirse a toda la construcción ideología de consecuencias prácticas que camuflada en un discurso de libertad, lo único que hace es agrandar y proteger el bolsillo de un grupete de empresarios manipualdores.

En la cama de un hospital

Y es que una de las consecuencias de ese fundamentalismo de mercado (irracional y extremo como todo fundamentalismo) es que un hombre de edad avanzada en el Perú no tenga el derecho/libertad de tener sus necesidades de salud totalmente garantizadas. En buena hora ARG es una persona reconocida, pero cuantos otros día a día tienen que vérselas con las consecuencias del fundamentalismo de mercado que ARG desnudó una y mil veces (acaso por eso quitaron su página de El Comercio). No podría ser de otro modo en alguien que desde distintos artes logró obras sublimes; la claridad de pensamiento inevitablemente lleva a reconocer los condicionamientos y falsos discursos en que nos debemos mover hoy.

ARG y Dios

Sobre Dios y las religiones, decía que él no optaba por ninguno y ninguna, ya que todos los dioses le parecían demasiado simpáticos como para escoger entre uno de ellos. Tal vez sea cierto lo que decía ARG; el problema viene después, cuando seres humanos precarios moralmente se asumen voceros de los dioses en la Tierra y desde su miedos, limitaciones, complejos e intereses políticos, logran manipular a la gente y al propio Estado. Por ello tal vez optó por desenterrar a su padre, Daniel Alomia Robles, para llevarlo al compas de El cóndor pasa a su natal Huánuco, desde dónde salió hasta Nueva York para casarse con una cubana y tener diez hijos, entre ellos Armando.

Quedarán sus canas, su cola de caballo, su aventura colonizadora en la selva, sus películas, sus libros y su voz e imagen en tantos lugares en los que esparció su lucidez. Habrá entonces que leerlo, verlo y oírlo más detenidamente para seguir desentrañado su enorme aporte al pensamiento, no académico y organizado, pero si constante y profundo. En pocos el arte encuentra tantas facetas para expresarse y la lucidez se conserva hasta el final de la existencia. Si es desenlace es inevitable y sólo las máquinas y las drogas que le aplican lo mantienen con vida, sería bueno que todos pensemos en otra de las causas que defendió: el derecho a morir de la mejor manera posible. Avanza Armando Robles Godoy, de seguro nos veremos en algún lugar del Cosmos.

Alexandro Saco

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