martes, 6 de noviembre de 2012

PRO TERRUCOS Y TUTELA DERECHOZA

La reunión de Lynch con el MOVADEF fue un error político. Pero de ahí a tener que aceptar una democracia tutelada por la derecha conservadora que pretende aniquilar la disidencia, hay un abismo. Esta tutela produce efectos inversos a los que dice combatir; es decir, son la derecha y sus medios los que favorecen a SL con las limitaciones de su enfoque, que impide la posibilidad cierta  de controlar la presencia senderista. El pro senderismo atribuido a un sector de la izquierda palidece frente a la publicidad que políticos y medios exaltados brindan a SL; se confunde la información sobre SL con la utilización de ésta.

Diera la impresión de que somos incapaces de combatir el mamotreto ideológico senderista sobre la base de ideas renovadas para el país. Como es verificable, la confrontación, el desnudamiento de los métodos e ideología senderista y el análisis histórico de su accionar, no ha provenido de la derecha conservadora, sino de la izquierda progresista que ha puesto sobre la mesa los elementos de juicio; mientras que la reacción conservadora mayoritariamente no ha ido más allá de aturdirnos con pantallazos, primeras planas, sermones, banalización de la CVR.
Lo vigencia de MOVADEF demuestra que no hemos logrado resolver y decidir sobre la actividad política de SL; se ensayan fórmulas legales sin asumir que eso es sólo una parte del problema. Señalar ello de ninguna manera equivale a legitimar esta ideología, sino reconocer lo que la realidad nos muestra: un grupo organizado, hermanado por sangre muerte y carcelería, dispuesto a confrontar el orden, pero con un predicamento que cualquier partido podría desmontar en un debate de ideas si se lo propusiera. Pero como es habitual, el poder persiste en su discurso único en relación a la violencia, a la política y al desarrollo; veinte años de enfrentar a SL con esa lógica y ahí los tenemos, organizados y agilitos.
Esta manera de abordar el asunto de SL es expresión de una orientación que abarca el ejercicio de la política en general. SL convirtió en enemigos a los que había que desaparecer físicamente  a todos los que se interpusieran en su destino manifiesto; desde 1992 la derecha conservadora convierte en enemigos a los que hay que desaparecer simbólicamente (algunos físicamente) a los que cuestionan el “modelo que nos está llevando al desarrollo”. Pero de la destrucción simbólica a la material casi siempre hay un paso; por eso debiéramos ser más sensibles frente a las distintas manifestaciones de la violencia.
La derecha y sus brazos mediáticos, han diseñado algo así como un tutelaje al sistema político que encuadra a los presidentes y políticos,  y delinea márgenes que peligrosamente venimos aceptando, fuera de los cuales son expulsadas las propuestas o consideraciones que confronten el tinglado neoliberal (cultural y político ) montado desde los años noventa. No es casualidad que cada una de las pocas reformas que Ollanta Humala propuso hayan sido imposibilitadas desde este tutelaje; la más simbólica para el presidente, la “recuperación” del Lote 88, terminó convertida en una simple carta exploratoria del consorcio.
Y ahora que constatamos que SL está muy bien organizado y desarrolla una estrategia integral para sus fines, el tutelaje pretende que sigamos anclados en la imposibilidad de al menos discutir las limitaciones de la respuesta en estos años, apelando a monsergas y descalificaciones, siendo Lynch el último ajusticiado. Veinte años profundizando el esquema establecido contra SL lo han  fortalecido. Pero lo más preocupante es que el modelo no ha sido capaz de crear las condiciones para que SL sea simplemente lo que debería ser: un anacronismo incapaz de generar motivación política.
El cálculo electoral se incorpora: mantener viva la sensación de un posible reinicio de la violencia armada, que sólo la derecha es capaz de enfrentar para lograr la “paz”. Así, los pro terrucos somos todos los que cuestionamos la forma improductiva de enfrentar a SL; no importa que las condiciones sobre las que SL se montó en muchos aspectos se mantengan, hay que barrer toda reivindicación social organizada y latente. Nuevamente, como casi un designio en la historia nuestra, cerramos una tras otra las puertas que se nos entreabren para resolver temas pendientes. La última puerta entre abierta fue la posibilidad un gobierno reformista con Ollanta, quien a pesar de tener la llave legítima prefirió la tutela.
Alexandro Saco
6 11 2012

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