Las primeras elecciones planetarias han llegado
Obama es lo más cercano que existe para que EEUU aminore el abierto unilateralismo internacional, el fundamentalismo racial y religioso interno, la brecha social que no ha parado de crecer en la última década, la posición que ha puesto en segundo plano el cambio climático. El antiamericanismo alimentado por Bush será otro lastre que deberá afrontar si supera la guerra electoral que se le viene. Si bien Obama es parte de una tradición política, la posibilidad cierta de que sea presidente invocando superar la división en los EEUU y su recurso a la esperanza, movilizarán a las fuerzas que atisben perder influencia y poder.
En lo interno, EEUU decidirá entre una jerarquía política que siempre ha llevado al poder a hombres blancos, y la posibilidad de ligar el máximo cargo a una raíz africana viva. La sola imagen de su abuela Sara Obama, al lado de sus gallinas, cerdos, perros, bajo árboles, en algún pueblo de Kenia con su casa de adobe detrás y Barack a su lado, es significativa. Obama representa ese puente de EEUU no con su raíz europea, sino con la negra y todo lo demás que eso significa. La posibilidad de un asesinato es latente, y en ella se conjugan prejuicios raciales e intereses económicos; intereses que ya en su campaña financiada mayoritariamente por ciudadanos se deben sentir afectados. Obama en la Casa Blanca es un impulso que sin ser un cambio instantáneo, es lo más profundo que EEUU hoy puede afrontar en su imaginario colectivo.
En el campo internacional, en su discurso ante la AIPAC, Obama no ha podido superar los lugares comunes de la visión de los EEUU hacia el mundo. Sobre Medio Oriente puso por delante la protección a su aliado Israel apelando a la débil noción de seguridad, y fustigó a Irán y Siria. Aunque luego en una entrevista a la CNN colocó matices en relación al conflicto palestino israelí, y señaló para los otros casos el dialogo sin condiciones como necesario antes que las bombas. Si bien no llega a calificar a Castro, Morales o Chávez como lo hace McCain, es obvio que no existirá una ruptura con la visión hegemónica de EEUU para el mundo.
Irak es la diferencia entre Obama y McCain. Si bien Obama señala con cuidado la necesidad del retiro inmediato y apela a la responsabilidad de los iraquíes en temas clave de su nación, sí expresa abiertamente el error de haber ido a la guerra y permanecer ahí. Mientras tanto, es una enorme ironía de la historia que los que opten por McCain pongan en manos de alguien que participó en Vietnam, la otra gran vergüenza militar de los EEUU: la conducción de una guerra que el republicano alude puede durar bíblicamente cien años. Ese es un punto definitivo entre los dos candidatos. No sólo los separan dos generaciones, sino que esa distancia marca también una forma de relacionarse con el mundo. McCain es la continuidad de la guerra, Obama desde el inicio votó en contra de ésta.
Luego de la oscuridad de Bush y su llegada ilegitima a la Casa Blanca, seguida de un 11S no aclarado que permitió a lo más sucio de la política de los EEUU llevar el petróleo a límites nunca antes vistos y así enriquecerse, creando para ello la ficción de que Irak representaba un peligro para el mundo, hoy hay motivo para la esperanza. Los estadounidenses deberán afrontar la más sucia de las campañas presidenciales, en la que hasta se dirá que Obama es un agente del terrorismo islámico y el racismo estará presente. A pesar de eso la esperanza es justificada por la forma en que Obama ha despertado a la tribu, y porque ante el miedo que se regará los ciudadanos deberán decidir superarlo.
Lo más interesante es que la decisión de la sociedad estadounidense hoy como nunca tendrá repercusión en todo el planeta. La pugna entre Obama y McCain es la primera elección que los no estadounidenses asumiremos como nuestra. Y es que es evidente que el extremismo que sepultó a Kennedy y Luther King, y que se hunde en las llamas de la intolerancia en un país en el que el Ku Kux Klan es legal, puede ser revertido significativamente desde los votos. La elección del cuatro de noviembre no es un tema de los EEUU, es un tema de todos. La globalización permite eso porque así algunos pretendan que es sólo comercial y económica, es antes que nada política. Las primeras elecciones planetarias han comenzado y nos pertenecen a todos.
Alexandro Saco
8 6 2008
Obama es lo más cercano que existe para que EEUU aminore el abierto unilateralismo internacional, el fundamentalismo racial y religioso interno, la brecha social que no ha parado de crecer en la última década, la posición que ha puesto en segundo plano el cambio climático. El antiamericanismo alimentado por Bush será otro lastre que deberá afrontar si supera la guerra electoral que se le viene. Si bien Obama es parte de una tradición política, la posibilidad cierta de que sea presidente invocando superar la división en los EEUU y su recurso a la esperanza, movilizarán a las fuerzas que atisben perder influencia y poder.
En lo interno, EEUU decidirá entre una jerarquía política que siempre ha llevado al poder a hombres blancos, y la posibilidad de ligar el máximo cargo a una raíz africana viva. La sola imagen de su abuela Sara Obama, al lado de sus gallinas, cerdos, perros, bajo árboles, en algún pueblo de Kenia con su casa de adobe detrás y Barack a su lado, es significativa. Obama representa ese puente de EEUU no con su raíz europea, sino con la negra y todo lo demás que eso significa. La posibilidad de un asesinato es latente, y en ella se conjugan prejuicios raciales e intereses económicos; intereses que ya en su campaña financiada mayoritariamente por ciudadanos se deben sentir afectados. Obama en la Casa Blanca es un impulso que sin ser un cambio instantáneo, es lo más profundo que EEUU hoy puede afrontar en su imaginario colectivo.
En el campo internacional, en su discurso ante la AIPAC, Obama no ha podido superar los lugares comunes de la visión de los EEUU hacia el mundo. Sobre Medio Oriente puso por delante la protección a su aliado Israel apelando a la débil noción de seguridad, y fustigó a Irán y Siria. Aunque luego en una entrevista a la CNN colocó matices en relación al conflicto palestino israelí, y señaló para los otros casos el dialogo sin condiciones como necesario antes que las bombas. Si bien no llega a calificar a Castro, Morales o Chávez como lo hace McCain, es obvio que no existirá una ruptura con la visión hegemónica de EEUU para el mundo.
Irak es la diferencia entre Obama y McCain. Si bien Obama señala con cuidado la necesidad del retiro inmediato y apela a la responsabilidad de los iraquíes en temas clave de su nación, sí expresa abiertamente el error de haber ido a la guerra y permanecer ahí. Mientras tanto, es una enorme ironía de la historia que los que opten por McCain pongan en manos de alguien que participó en Vietnam, la otra gran vergüenza militar de los EEUU: la conducción de una guerra que el republicano alude puede durar bíblicamente cien años. Ese es un punto definitivo entre los dos candidatos. No sólo los separan dos generaciones, sino que esa distancia marca también una forma de relacionarse con el mundo. McCain es la continuidad de la guerra, Obama desde el inicio votó en contra de ésta.
Luego de la oscuridad de Bush y su llegada ilegitima a la Casa Blanca, seguida de un 11S no aclarado que permitió a lo más sucio de la política de los EEUU llevar el petróleo a límites nunca antes vistos y así enriquecerse, creando para ello la ficción de que Irak representaba un peligro para el mundo, hoy hay motivo para la esperanza. Los estadounidenses deberán afrontar la más sucia de las campañas presidenciales, en la que hasta se dirá que Obama es un agente del terrorismo islámico y el racismo estará presente. A pesar de eso la esperanza es justificada por la forma en que Obama ha despertado a la tribu, y porque ante el miedo que se regará los ciudadanos deberán decidir superarlo.
Lo más interesante es que la decisión de la sociedad estadounidense hoy como nunca tendrá repercusión en todo el planeta. La pugna entre Obama y McCain es la primera elección que los no estadounidenses asumiremos como nuestra. Y es que es evidente que el extremismo que sepultó a Kennedy y Luther King, y que se hunde en las llamas de la intolerancia en un país en el que el Ku Kux Klan es legal, puede ser revertido significativamente desde los votos. La elección del cuatro de noviembre no es un tema de los EEUU, es un tema de todos. La globalización permite eso porque así algunos pretendan que es sólo comercial y económica, es antes que nada política. Las primeras elecciones planetarias han comenzado y nos pertenecen a todos.
Alexandro Saco
8 6 2008
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